lunes, 4 de septiembre de 2017

Fuente.

Cuando nace un hijo nada te prepara para vivir esa etapa en la que dejas de ser tu y pasas a ser madre. En ese instante que te enteras serás madre, pasan mil cosas, la primera: ahora nunca más a estar sola, tus problemas no serán los mismos, tus ojos no van a ver igual el camino, tu vida será ahora pensada y analizada viendo tus pro y sus contra, de lo que pueda afectar a tu hijo. 
Este proceso es irreversible, porque simplemente vas a aprender a caminar dando espacio para que este a salvo tu crío y decides pensando en repercusiones a futuro, todo es increíblemente distinto y nada te advirtió lo distinto que uno se vuelve, sin siquiera proponerse que suceda.

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La mañana de frío me hizo abrir los ojos... hoy lo llevo a operar... pequeño habla y juega distraído, nadie dice lo que puede suceder, nadie emite ruidos fuentes.  Entramos a la clínica,  los papeles, las preguntas, la mirada de interrogación que me envía mi hijo, pasamos a la sala, le ayudo a desvestir y le hablo, empieza el miedo, se esconde de bajo las sábanas y no sale, le hablo pero no dice mucho, sigue el médico y luego la anestesista, se lo llevan y solo pienso esta  en las mejores manos...
Porque me duele una parte del pecho que no sabía que existía,  ¿por qué lo escucho si en realidad está lejos?
Me llaman y no me doy ni cuenta de que pase de estar parada junto a él, a estar sentada haciéndole cariño, llora y siente dolor, no entiende mucho y esta molesto, me repite que le mentí y solo trato de tranquilizarlo, salgo 5 minutos y me desmoronó en brazos de mi madre, lloro y luego entró con mi mejor cara, el me necesita fuerte, vamos que se puede. 
La tarde la pasamos entre el malestar y el sueño, son las 8 de la noche y el médico viene a revisarlo, hasta ahora está bien, descontando el vómito de sangre de hace unos minutos está bien. Lo dan de alta, y partimos a casa, aun esta mareado por la anestesia y parece un pollito, mi papá lo lleva al auto y yo lo siento en mis piernas, pronto llegamos a casa. Le doy helado pero llora, le duele tragar.
La noche es tranquila, despierta a la 5 am y me pide su leche, le preparó pero no toma nada, le duele tragar, le doy sus remedios y un poco de helado, esta vez está mas tranquilo. Duerme y descansa mientras se recupera. Una semana mas tardes, no quedan recuerdos de estos dos días.

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Miércoles de mayo, en medio de mi jornada de trabajo, la inspectora, mi hijo tubo un accidente en el colegio, unos niños le golpearon la cabeza cuando se estaba agachando y se dio de lleno en el rostro, esta con la nariz sangrando y tiene el labio partido. Cuando llego corriendo a ver que pasaba, me salta el corazón, como es posible que ocurra esto? parece boxeador después de una pelea, esta tranquilo, pero a mi me hierbe la sangre.
Lo llevo al hospital donde lo evalúan, lo ve el medico y lo envían a casa, no tuvo fractura alguna, pero se ve del terror su rostro hinchado.

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Se recupera de todo, se levanta de cualquier caída y recuerdo la frase "Los niños son resientes", vuelven a su estado inicial, con alguna pequeña cicatriz que borrará el tiempo, mientras a mi, me queda en la retina y lo fuerte que es saber que a mi no se me olvidará fácilmente cuando le sacaron la amígdalas hace 2 años, cuando se accidento hace unos meses, o que pasaran los años y el tenga el vago recuerdo algo sucedió, mientras que en mi mente estará la idea de que es así, esto de ser madre te abre un mundo nuevo que te hace pasar cosas muy fuertes sin siquiera estar preparada para pasar y que después de