Enfermar es algo que detesto, así de simple.
Me molesta no ser auto suficiente, me molesta estar agotada
todo el tiempo, me molesta el dolor de cabeza y lo que más me molesta es saber
que soy vulnerable… porque al final el tema de estar enferma, descontando que
tengo una patología de base que ya hace ruido, es eso saber que soy vulnerable,
que no puedo con todo o que requiero ayuda, que convengamos no tengo.
Hace unos días, mientras daba jugo a Tú, me di cuenta de que
me molesta incluso saber que no puedo evitar hablar de esto, porque si bien es cuestión
de tiempo y volveré a hablar o a dejar de toces y a finalmente sentirme
relativamente bien, es vivir este proceso que no me agrada, lo que hace que sea
más difícil. Esto me acuerda de que la gran mayoría de los niños de hoy se les
dice que deben aprender a lidiar con el tiempo, y me siento extraña recordando
mis propias palabras “Esto no es la tele, las cosas no suceden en un minuto a
otro, hay que esperar”.
Mientras que trabajo a media máquina, con dolor de cabeza,
con tos que apenas me permite hablar y con ganas de honestamente regresar a la
cama, me pregunto cómo lo hacía antes a los 20, cuando después de estar en cama
2 días me levantaba y salía a bailar toda la noche… honestamente no sé dónde
quedo esa energía inagotable, o esa necesidad de mover el cuerpo y descargar lo
que no se había agotado físicamente por estar en cama. Hoy me siento tan inútil
enferma, que hasta levantarme me toma más tiempo, salir de la cama, ducharme y ¡Ups!
Son las 8:50 debo correr a mi trabajo…
A veces creo que es el mal de la sociedad moderna, que en
vez de vivir en función de su felicidad, vive en función del dinero, del deber
estar sentados frente a un computador y producir en las 45 horas laborales
semanales, para a final de mes recibir el sueldo que se supone compensa estar
frente a la pantalla en una oficina y dejar que los días se traduzcan a
laborales y de descanso, que convengamos no son de descanso realmente solo nos
vamos a casa a hacer lo que no hicimos durante la semana… o por lo menos eso me
toca a mí… Y lo más complejo es que a la vuelta de un mes en vez de sentir que conseguí
algo, siento que perdí un mes de mi vida y que además de ganar años, no gano
absolutamente nada bueno.
Pero no debo ser tan pesimista, después de todo, algo de
inteligencia me regalo la vida, debo admitir que mis tardes junto a pequeño son
entretenidas, que mis fines de semana en casa son acogedores, que habitamos un
bello departamento en donde cabemos los dos con holgura y por lo mismo tenemos
nuestros espacios propios, debo admitir que si miro al pasado este era un sueño
y que concretarlo ha sido un viaje interesante, que tal vez lo que me falta
ahora es concretar mi propio sueño nuevo.
MGD