sábado, 4 de agosto de 2007

Años, muchos años

Serviría esta noche par pensar… quizá eso fue lo que tendía que haber echo desde el comienzo, cuando aun no tenia idea de que el tema podía llegar tan lejos, y que quizás solo si era mas inteligente todo saldría bien. Solo que como en todo, los errores diminutos hicieron la diferencia al punto que yo no tuve muchas alternativas, solo la de enfrentar la realidad.

Tenia las manos calidas, la mirada perdida, las preguntar revueltas y si también el corazón involucrado en esta odisea de cosas, mis miedos quizás eran lo que mas encima tenia, y para variar, no había un solo instante en que no quisiera saber como arreglarlo todo. Pero no había vuelta, los juegos de un minuto a otro se volvieron hechos y cuando lo hechos se vuelven en tu contra no hay absolutamente nada malo que se pueda evitar, la cadena de acontecimientos va desarrollándose como un efecto domino, y para ambos no habían muchas salidas. Yo tenia miedo pero sabía que seguirte en la locura quizá me sacaría del medio, así que contiende como espectadora de una y otra cosa, tratando de olvidar que si había participado, que si me dolía, que esto me estaba causando trabas y que una a una las verdades me iban dejando mas lejos de quien creía ser y mas cerca de quien era realmente…

La mañana, si esa mañana fue extraña, hubiera jurado que escuche en el viento la frase “Ya vienen…” que no dijo nadie, hubiera jurado haberte visto dos veces cruzarte con migo, cuando ya estabas muerto. Y para rematar mi histeria, sentí como te desangrabas, como el dolor que tenías en el pecho, y bombeabas la sangre de esos últimos latidos, de hecho recuerdo que vino alguien a ayudarme, porque casi me desmayo, antes de entrar a ver que pasaba, te habías caído de pronto. Tu frase, era simple, era la que ambos sabíamos podría decir y que describía todo lo que ambos solamente podríamos entender, para nadie más tuvo sentido, ni siquiera para tu esposa que me miraba desde lejos mientras que gritaba por ayuda, ni siquiera la que se suponía era tu amante, y que en realidad era una amiga muy querida de ambos, y que si tapo todo lo nuestro por muchos años a cambio de dinero, el desgraciado dinero.

Porque ente todas las decisiones locas, la mas absurda pero con mas sentido, era estar allí frente a ti, verte muerto con menos o quizás con mas vida de la que demostraste nunca, en ese ultimo suspiro que te termino de quitar cualquier esperanza… o solamente porque no supe como reaccionar estuve de pie tomando una manilla de puerta esperando que al cerrarla todo esto fuera parte de un pasado que ni siquiera yo supiera su existencia. Al final fue más fuerte que yo, y no supe como pero me repuse unos instantes, me arrodille frente a ti, ante la atenta mirada de tu esposa y te tome la mano para besarla como siempre lo hice cuando quería decirte algo importante, susurre en tu oído que te amaba y te cerré los ojos, como única prueba de que entendía lo que sucedía.

Las siguientes escenas están bosorolas, quizás por el tranquilizando que me sirvieron en el té, o quizás porque no quise enterarme que ella gritaba desaforadamente para hacerme saber que nunca nos creyó lo de la otra amante. Tal vez tampoco quise ver la cara de tu hijo, si el que ambos tuvimos y que vivía con los otros, los que tuviste con tu esposa. O la verdad que no quería entender nada, porque me dolía verte partir tanto como me dolía saber que yo me quedaba sola, esta vez ni siquiera tenía la esperanza de verte de lejos, como cuando aun era una chiquilla y te veía pasear con tus amiguitas, y tu que no me tomabas en cuenta por unos meses... pero ellas algunas veces lo notaban y te reclamaban por eso, pero tu hábilmente decías que era la gargantilla que tenían en el pecho y que me deslumbraba el traje nuevo, o que el traje estaba manchado en algún lugar y que solo yo sabría sacar la mancha… mancha que por norma nos dejaba solo y aprovechabas para repetirme que esto era lo que tenía que hacer, que esto otro no lo hiciera nunca más, que no podía hacer nada más… que nunca seríamos felices si nos quedábamos juntos, que así tenía que ser… mientras tu hablabas yo consolaba mi pena con verte de lejos, con verte mirarme de vez en cuando, o con escuchar tus pasos a mi perta durante las noches de verano.

Ahora estaba sola y tu hijo con esa expresión en el rostro de pena que no podía ni contener las lagrimas, mientras tu otra hija lo abrazaba diciéndole “No te preocupes ahora esta en un mejor lugar”, y yo me preguntaba que mejor lugar es eso que no es con migo… y lloraba sensata en la cocina tratando de tomarme el té que no quería tomar, con el calmante que no hacia mucho efecto, pero que quizás me ayudaría a entender algo, con tu esposa llorando a mares, gritándome que lo sabía, y rabiando con sus hijos que la trataba de detenerla para que no llegara hasta mi... si, me defendían, porque al final yo crié a tu hijos, entre tu ir y venir con ella, yo estuve allí para cuando se les callo el diente, o cuando tenían pesadillas, termine durmiendo muchas veces en la cama con el mas chico que era alérgico a todo, porque tu mujer creía que eran alharacas de el, o simples mañas de niño chico, no entendía que a veces los males son reales, que una es madre todo el año y no para las fiestas y que ellos si se daba cuenta que no estaba nunca.

Si es cierto, me sentí mejor cuando llegaron los del hospital, cuando te sacaron de la casa, ese que iba en la camilla no eras tu, tu no estabas ese era un embase con tus facciones y quizás tu aroma, porque ya no había la magia, la chispa, la vida que nos hizo reír tantas veces y que queríamos escuchar ahora. Tú ya no estabas. Te mire salir, escuchamos a los detectives sus preguntas de rutina, y luego a los de la funeraria sus preguntas inapropiadas, mientras que tu hijo mayor se hacia cargo de tu cosas y yo me retiraba a dormir porque el calmante me empezaba tomar el brazo izquierdo y quería dormir.

Fue el más chico el que me detuvo, me abrazo fuerte con esa pena de niño que es mas sabia que la nuestra, y menos egoísta de lo que imagina, me dijo que no me podía ir, que si tu te habías ido era Dios quien lo pedía, peor si yo me iba, el mundo se les vendría encima y no lo soportarían, tras el apareció la chiquilla llorando, no pude dejarlos solos, por mucho miedo que tuviera o rabia, sentía que me llamaban. Cuando pareció mi chiquillo los tenía a todos tomados desayuno, y me miro con los ojos opacos, como llenos pena “¿Mamá que vamos a hacer ahora?”, yo no tenía idea, no quería ni acordarme de la amenaza de tu esposa, su eterna letanía “ya veras cuando el se muera te tendrás que ir de esta casa”...

Las palabras nunca fueron lo mió, tu eras quien hablaba, y quizá por eso solo guarde silencio esperando que tu hablaras, pero nadie dijo nada, ni tus niños... ni el mío. Cuando llego la hora del almuerzo y vimos que tu señora no salía de la pieza nos enteramos que había ocurrido lo peor, fue mi hijo el único que atino a no decir anda y salir a ver que ocurrió, su llamado claro era para que no vieran nada mas los chicos, peor no se pudo evitar ver como ella estaba tirada en baño con los brazos cortados y su sangre manchándolo todo.

Nunca pude saber si lo hizo por rabia o por amor… solo supimos por su madre que ella había dicho muchas veces que se quitaría la vida si el se moría, porque a pesar de todo lo que había pasado en la vida de ambos lo amaba con locura, con esa locura siega que la hizo olvidarse de sus cuatro hijos, que no había ni siquiera estipulado un testamento y que yo tendría que pagar con cuidarlos a todos el resto de sus vidas. El pecho me dolió con fuerza, era una egoísta, nunca fue nada más que una egoísta.

Tu abogado confirmo todas mis sospechas, el me entrego el sobre cerrado de tu ultima carta, el me declaro en posesión de todos tus bienes, el me tuvo que explicar con muchos detalles porque tendría que criar a todos tus hijos, además me contó que tu le habría dicho de lo nuestro, que me amabas como la única mujer de tu vida. Que clase de amor era ese, que me dejo sola con tus hijos, que clase de amor era ese que me tenía en la cocina haciendo de nana de tu familia, que amor era… el nuestro… el que me partió el alma y me dejo sin vida... pero no yo no soy como ella, la que se acobardo y se suicido, no yo me quede aquí, vi como el mayor se casaba, como el pequeño salía de medicina, como la niñita crecía y se hacia mujer... una muy linda en verdad, como el segundo lograba irse al extranjero para estudiar y volvía revolucionado con tanta cosa interesante. Y fui yo quien vio como nuestro hijo dejaba de ser un don nadie, para ser abogado y de los buenos.

Años, muchos años demore en sonreír, en mirar a la cara a tus hijos y no llorar por todo... fueron muchos años los que me demore en aprender a leer, a escribir, a entender mejor lo que es el mundo, a hablar correctamente... años en los que te veía a veces pasar a mi lado, te escuche en las palabras de tus hijos que fueron una maravilla, que se que me amaron, años en decidirme a escribirte esta carta para quemarla y que mis palabras lleguen al cielo, como decían de donde vengo… fueron años los que tuve para mi sola, para todos ellos, para decirte en susurros cuanto te ame, pare recordar que habían mas cosas en el mundo y para decirte adiós.

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