martes, 8 de abril de 2014

Mirar a la oscuridad

Descubrir la parte oculta, encontrar una comunión de cosas tan naturales y simples que parecen obvias aunque no lo son, momentos donde la sinceridad la calma y el éxtasis se unen, mientras que todo fluye a tu alrededor es casi imposible. La realidad es que es tan poco probable, que cuando uno encuentra a ese alguien que te haga olvidar incluso done estas, dejarlo ir es tarea titánica, y que hace unas noches descubrí que eso es él para mí.

Por extraño que parezca en este ir y venir de meses, en los que estamos o no juntos y en esos encuentros frente a frente, hay algo hace que no importe si hablamos, o reímos, si bailamos o solo nos miramos, todo desaparece…  en su sola compañía, o con sus brazos rodeándome, o cuando antes aun nos uníamos, había una suerte de paradoja en el tiempo y no importaba si estábamos juntos dos minutos o toda una tarde, la sensación no desaparecía, el tiempo estaba suspendido mientras estábamos juntos, la calma detenía mi corazón a veces y las conversaciones interminables sobre las cosas simples, producía una espiral de deseo que si se concretaba era simplemente asombroso, mientras que si no quedaba suspendido en el aire la tensión, en su beso de despedida, en su abrazo se percibía que él tenía la misma sensación que yo.

La ausencia de tiempo y la clara necesidad de tranquilidad, me han alejado mas de él, del suspenso de si tenemos o no una relación, de la marca de su presencia, su aroma cálido y sus huellas en mi piel, de la calma y la angustia de sus desapariciones, o de la felicidad de su presencia y la melancolía de su ausencia… pero a ratos cuando la nostalgia aparece en la noche y la mirada se pierde entre la oscuridad fuera de mi ventaba, recuerdo la mezcla de armonía y tranquilidad de su compañía, la calma que abarcaba todo… incluso en mis pasos, y me pregunto porque las cosas nos distanciaron en vez de acercarnos, o que habría pasado si en vez de estar sola, hoy estuviéramos juntos… y nunca he logrado imaginar un final, tal vez por eso sigo teniendo esa esperanza rebelde, esa que me dice que no lo deje de querer y que se resiste a morir pese a todos mis esfuerzos por aplacarla o hacerla a un lado.

Mientras recuerdo sus manos enlazando las mías la ultima vez, o sus ojos mirando en los míos mas allá del presente, mi corazón se detiene, quiero verlo otra vez, aunque en realidad bastaría con saber que esta bien, suspiro hondo y regreso al presente, la verdad es que a veces me asusta no poder olvidarlo, como me asustaría olvidarle de golpe, porque en ambos casos significa que era más o menos importante de lo que quise creer y mi conciencia nunca me dejaría en paz, ya sea porque hice o no lo correcto, cuando lo deje ir. Mientras tanto sus recuerdos me acompañan, sus frases, sus manos cálidas, sus ojos profundos y negros... 

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