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Salir y ver la luz del sol fue extraño,
pero más raro fue volver a hablar con Carlo, su voz y la manera que tenia de
pronunciar las palabras me parecía extraño, y de pronto entendí que no era
Carlo, sino la humanidad de Carlo lo que me llamaba la atención, había pasado
cuatro horas rodeada de vampiros, faltos de humanidad, que mirar a Carlo y
hablar con él me parecía…. Extraño.
Mi hija tan bella había armado un lio
con los cojines y finalmente se había quedado dormida entre medio de ellos,
Carlo había levantado las cosas de la mesa pese a que yo sabía que no era
necesario. Sentada al sol, miraba el reflejo del agua en la piscina, Laila
había remodelado gran parte de la casa, y había mantenido la piscina para
mantener la normalidad, en esta zona de Colombia hacía calor todo el año, darse
un baño de agua fría era algo normal.
“Desde que regresaste tienes la mirada
perdida… está todo bien?”
Lo miré a los ojos… estaba todo bien
realmente?, no, la verdad es que no, pero no podía decirle que tenía miedo de
que mis evaluadores me consideraran una amenaza y me quisieran dar muerte,
después de todas las veces que había salvado a la muerte, porque no me
acostumbraba, porque seguía teniéndole miedo?... finalmente le di una excusa
escueta, que lo dejo algo más tranquilo, aunque francamente no sé si tanto.
Salimos para la calle y recorrimos
parte del barrio que era en esencia residencial, de casa de un piso y en una
esquina un único edificio de departamentos de cuatro pisos, por alguna razón me
pareció similar este barrio con el de la casa de Julián en Madrid, en fin nos
devolvimos a casa y el auto me esperaba en la puerta. Carlo no necesito
explicación, solo me dijo que esperaba, que ojala me desocupara temprano para
disfrutar de la tarde con Maura en la piscina. En el auto, entrar a la casa y
mirar los ojos de los vampiros a media luz, todo en perfecta sincronía, pero
esta vez…
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Esta vez me sentía diferente, los mire
con la sensación de que ya no me importaba que decidieran sobre mi futuro,
había tenido una vida interesante y dejaba descendencia en este mundo, algo de
lo que me sentía orgullosa, además mi pequeña tendría un padre que la cuidaría
como nadie. La puerta se cerró y comenzaron las pruebas, no voy a entrar en
detalles porque no entendí ni la mitad de lo que pasaba, ni a que pretendían
llegar, pero si descubrí que existía un grado de respeto hacia mi entre algunos
vampiros, y envidia de parte de otro.
“Has logrado superar bastante con
increíble destreza esta parte del ejercicio, me pregunto qué tanto de humano
queda en ti aun… en fin, la última parte de nuestras pruebas serán esta media
noche, es hora de que regreses con los humanos, y esta noche pasaremos por ti
para la última parte de nuestro encuentro, luego de eso, se deliberara… Tu caso
por las particularidades que hemos considerado, se te permitirá regresar a
chile a tu vida y la sentencia se te notificará allá.”
Los vampiros comenzaron a retroceder
hasta el fondo de la habitación, pero yo no me moví de mi lugar, estaba
tranquila, miraba a Gaius, aun así Leonardo fue el primero en notar que yo
permanecía quieta y me miró fijamente, lentamente los otro siete vampiros se
quedaron mirándome.
“No.”- dije sin tono en mi voz, casi
como lo hacen ellos.
“Que dices mujer?”- preguntó Noah.
“Que no voy a regresar a mi país para
ser notificada, ustedes ya tienen una decisión y no me gusta, yo no represento
una amansa para su comunidad, ni para la humanidad que es el tema de este
encuentro, pero no les gusta y lo entiendo. Viviré una vida larga y no seré una
criatura restringida a la noche como ustedes, envejeceré diferente, pero eso no
es una amenaza tampoco, la única cosa que les amenaza es que no hay otros como
yo, y les asusta la diferencia… bien, a mí no me interesa si les asusta o no
algo, a mí lo único que me interesa es que me dejen vivir mi vida. Si me dejan
vivirla tranquila los dejaré a ustedes de igual modo.
Julián se elevó unos diez centímetros y
voló hasta mí, en sus ojos había confusión y su mente gritaba la pregunta ¿Qué
estás haciendo?
“Julián retrocede –dije en voz alta- no
me van a hacer cambiar de opinión, no podrán matarme, no seré perseguida por su
comunidad, envíen a quien envíen a matarme, viviré. Por eso no me interesa que
me acepten…”
Gaius, Cedro, Leonardo, Samantha, Cinnia
y Noah se quedaron mirándonos, Julián retrocedió hasta la mitad del camino, lo
amaba con intensidad pero este no era momento de pensar en el o en que tal vez
con esto nunca más podría verlo, tenía que ser una persona diferente frente a
ellos, arrogante, firme.
“Como se te ocurre decirnos algo así?”-
pregunto sin una nota de emoción en la voz Samantha.
“Simple, ustedes han dicho como debo
hacer desde que llegue, ahora les diré que haré, voy a omitir la decisión que
tiene y si envían a alguien tras de mí, lo mataré, es sencillo no les parece.”
“Julián, para
que presentaste el caso de esta mujer? Sabías algo de lo que está diciendo ella
ahora?”- dijo Leonardo.
“No él no sabía
nada,- respondí yo- él al igual que ustedes creía que venía a pedirles que me
dejaran vivir, pero lamentablemente me di cuenta que no son ustedes los
autorizados a que yo viva, soy yo.”
Cedro
y Cinnia, se largaron a reír, Gaius y Leonardo, me miraron con alguna chispa de
emoción en los ojos, pero yo di media vuelta y abrí la puerta. El sol era
tibio, luego volteé hacia ellos y dije:
“Si
ustedes son criaturas tan frágiles frente al sol, no tendrán como llegar hasta
mi, soy inmortal, soy un ser único para ustedes y no me interesa su envidia, de
ahora en adelante las reglas de mi vida, las pongo yo.” y cruzando la puerta
los mire a todos.
Nadie
se atrevió a moverse, el sol llenaba parte de la puerta, nadie se me acerco.
Luego caminé por el pasillo y al final de este vi el auto, me subí sin decir
nada, el chofer me llevó a casa y cuando cruce la puerta rogué porque Laila contestara
el teléfono en Chile.
“Laila…
Laila soy yo… tengo que hablarte.”
Hablé como veinte
minutos con ella, me explico los hechizos que tenía que hacer y que hasta la
puesta de sol estábamos a salvo, pero eso no era todo, tendría que aprender a
hacer conjuros, era hora de que me enseñara, así que vendría hasta acá.
Cuando salí del
baño, donde me había encerrado a hablar, Carlo noto que había llegado, estaba con
la bebe junto a la piscina, los miré y sonreí, no todavía no me arrepentía de
lo que había hecho.
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