Parte 42 - Primeras Pruebas
La mañana estuvo llena de cosas extrañas, cuando bajé a desayunar estaba todo listo y no había compañía, Carlo miraba asombrado que sus platos favoritos estaban en la mesa cuando él se acercó y demoré un par de minutos en procesar que todo esto se debía a que esta casa estaba hechizada igual que la de Julián en España, me preguntaba si había sido Laila la que había enseñado a Julián a hacer esos hechizos o si era sólo una coincidencia.
Sobre la mesa del living había una nota de Julián, que nos pedía lo excusemos, porque estaría fuera todo el día viendo cosas de Laila. La miré y la dejé sobre la mesa, mientras que Carlo acomodaba a Maura en la silla que le había traído, un mecedor donde ella jugaba y se reía, mientras tanto nosotros comíamos. A eso de las nueve estábamos listos para salir a pasear y sonó el teléfono de la casa. Miré para todos lados y nadie contestaba, así que tomé el auricular.
“Aló, buenos días.”- dije recordando la forma de contestar de mi época de secretaría.
“Buenos días señorita, espero que su viaje fuera placentero, la llamaba para pedirle que se reuniera con nosotros esta mañana si le fuera posible”- dijo mi interlocutor.
“He… Bueno, no hay problema” –respondí recordando los dichos de Julián, que los vampiros no necesitaban dormir realmente.
“La dirección la tendrá el chofer que llegará en cuestión de minutos, le solicitó que sus acompañantes no vengan con usted, puede dejarlos en el parque a dos cuadras de nosotros, pero que no se acerquen más hasta nosotros o no podré responder por la seguridad de ellos.”
“Si, comprendo.”- estaba empezando a sentir miedo de la información que podían obtener de mí, mientras que yo no sabía absolutamente nada de ellos.
“Perfecto, la veremos dentro de unos treinta minutos más”- y diciendo esto colgó el teléfono.
Miré a Carlo, tratando de inventar una excusa que fuera convincente y simple para dejarlos en la plaza y que no me acompañaran. No alcancé a decir nada y sonó el timbre de la casa.
“Señorita Nélida?… acompáñeme, por favor.”
“Deme un momento por favor, voy por mi bolso.”
“¿Vamos contigo?”
“Preferiría que no la verdad.”- respondí tan rápido que no se notó el miedo en mi voz.
“Pero no vine hasta Colombia para quedáramos en una casa encerrados, voy a salir con Maura.”
“Dame un minuto por favor”
Camine hasta la puerta y hablé en voz baja con el chofer, luego regresé hasta donde él y le respondí que podía dejarlo en una plaza cercana y luego pasar por ellos cuándo hubiera concluido mi tramite, Carlo pareció conforme y los tres nos subimos al auto.
“Estimada, -dijo una voz fría y poco amiga- la hemos estado esperando.”
“No sabía que me hubiera retrasado”- respondí tratando de mirarlos, pero había tan poca luz que apenas distinguía las figuras de cuatro o cinco personas en la habitación .
“No se preocupe, no ha demorada tanto, es sólo que para nosotros el tiempo se mide de otro modo.”-respondió una voz femenina algo más amistosa.
“Está aquí, debemos comenzar.”- dijo una figura que estaba a fondo y cuya voz parecía proceder desde otro lugar… no sé cómo explicarlo.
Los vampiros se acercaron y pude ver que eran ocho en realidad, tres mujeres, cuatro hombres y Julián… y… ¿JULIÁN?... no supe si esto era bueno o malo, así que no hice comentarios, desconozco si mi rostro mostró sorpresa por verlo allí.
Alguien prendió una luz, alguien trajo una mesa y alguien me tomó de un brazo y me llevó hasta la silla. Todos me rodeaban tomando nota de que hacía y cómo reaccionaba, pero yo no les tenía miedo, que me podrían hacer que no hubiera vivido ya por mi cáncer o por el accidente, o por cualquier otra cosa… el hombre más pequeño, que parecía un joven de veinte años, se puso a levitar sobre mí.
“Elévate mujer.”- dijo sin más presentación o amabilidad, era una orden directa, así que me elevé hasta él.
“Mucho gusto –dije estirando mi mano- me podría decir su nombre.”
El vampiro me miró con un poco de burla, luego se retiró.
“Ahora ven hasta a mi”- dijo desde la distancia y en cuestión de segundo estuve junto a él.
“No me va a decir su nombre señor?”- dije seria.
El vampiro me miró y me lanzó un golpe que esquive, luego comenzó una serie de movimientos tan rápidos como él podía que yo esquivaba sin siquiera perder el aliento, como a los ocho minutos aburrida tome su mano y la sostuve frente a su cara.
“Nunca le enseñaron modales?, primero se presenta a un contenedor, luego se inicia la pelea.”
Todos en la sala rieron, menos él, quien ahora ya no tenía una mirada burlona sino de intriga.
“¿No me tienes miedo?”
“¿Por qué habría de tenerlo?”- le respondí ladeando la cabeza.
“Eres una humana muy extraña.”
“Si no me dice su nombre no seguiré este absurdo ensayo.”- dije volviendo a tocar el suelo con mis pies y volteando hacia el resto del grupo.
Nadie dijo nada, nadie movió un músculo y de pronto el hombre que estaba anotando los detalles de este ‘Encuentro’, dejó de escribir y me miró a los ojos, para luego mirar a alguien más y finalmente el joven con quien estaba peleando, habló.
“Soy Cedro.”
“Mucho gusto, soy Nélida.”
Y entonces yo comencé a golpearlo, al principio esquivo todos mis golpes, pero al quinto, logre ajustar mi velocidad y lo derribe ocho veces más después de eso, él intentaba volver a ponerse en pie y yo seguía el juego ahora divertida, para la doceava vez, el hombre que escribía nos interrumpió.
“Tienes buenos reflejos mujer, ahora veamos que tal es tu memoria.”
Sobre la mesa un juego de cartas, a modo de memorice, alguien las había puesto al azar y el en cuestión de minutos dejo toda la mesa descubierta, lo mire divertida, me tomó cerca de cinco minutos completar toda la mesa la primera vez, luego cerca de tres, el último juego lo complete en un minuto.
“También tienes buena memoria y eres rápida… veamos cómo te va con lo que viene.”
Las pruebas de habilidad, destreza y rapidez, parecían juegos, termine la primera etapa de pruebas con una serie de acertijos que recitaba Cedro y que cronometraba Julián.
“Has resuelto todos los acertijos en tiempo similar o superior al nuestro, hasta ahora no veo razón para considerarte una amenaza y es tiempo de que regreses con los tuyos, en la tarde volverás para la segunda parte.”- dijo el hombre que había estado parado junto a la mesa escribiendo.
“Tengo que regresar esta tarde?, ¿para qué exactamente?”
“Eres una criatura interesante, hablas con nosotros como si tuvieras alguna elección en lo que viene.”
“La tengo, señor y si se presenta, podré hablar con usted como corresponde.”
“Criatura, mi nombre no tiene relevancia y te aclaro que no tienes elección, debemos comprobar que no eres una amenaza antes de dejarte vivir.”
Lo miré a los ojos y sostuve su mirada largo rato, no había momento en que no estuviera molesta por la manera en que me estaba tratando, pero como en otras ocasiones, tuve que entender que los vampiros pierden su humanidad con los años, se sienten superiores a todo y no saben cómo tratar a los humanos.
“No volveré a esta casa ni haré sus pruebas si no me dicen quiénes son.”- respondí tajantemente.
Las miradas de los nueve vampiros se cruzaron en dirección al que escribía y finalmente este habló.
“Puede llamarme Gaius y he sido nombrado el examinador de su caso. Como dicta nuestra ley debo estar acompañado de dos testigos- dijo apuntando a su lado izquierdo donde una mujer de pelo rojo y un hombre de pelo rubio, ambos no aparentaban más de veinte años, inclinaron la cabeza- ellos son Cinnia y Noah, además están tus evaluadores- dijo apuntando a la derecha- Cedro, Leonardo y Samantha, por último, Julián la persona que presenta el caso y quien procurará que nuestro veredicto sea favorable. ¿Está conforme ahora señorita?”
“Si, gracias. ¿A qué hora debo regresar?”
“Verá, comúnmente estas pruebas se realizarían continuamente hasta concluir todo, pero dado su diferencia con nosotros, es importante mantener las apariencias, regrese con los humanos que la esperan y en dos horas la esperará el auto frente a su puerta. Procure ser puntual.” -dijo Gaius.
Les agradecí la consideración con Maura y Carlo, luego de esto, los vampiros retrocedieron hasta lo más oscuro de la habitación y alguien abrió la puerta dejando entrar un haz de luz tenue, cruce la puerta sintiéndome un poco más tranquila que antes.
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