viernes, 6 de enero de 2017

Salir

Anoche salí con un perfecto desconocido.

La larga historia de porque estoy soltera, y los argumentos de que debería hacer algo al respecto me llevaron a instalar una aplicación en mi celular para conocer personas. No entiendo ni la mitad de estas aplicaciones, la verdad por texto, no soy más simpática, como mi familia sabe, no soy fotogénica, así que tenía todo en mi contra.

Después de mirar un catálogo de fotos el primer día, me aburrí y deje a un lado el tema, una semana más tarde por la misma insistencia del medio, volví a ingresar y entre mirar a un par de personas que entre sus perfiles, el texto escrito y sus fotos me parecieron interesantes, terminé haciendo mach con un personaje, le pondré por nombre personaje, porque él aun no tienen idea que tengo un blog, y cuando le cuente le explicaré que no sabía si quería que dijera su nombre en este medio.

Bien estamos a 2017, miércoles 4 de enero, ciudad capital, donde la noche es calurosa, el día es caluroso, el verano ha cobrado su par de incendios. suena mi celular, y me saluda personaje, la conversación simple y divertida, la mitad de las veces le tenía que pedir más información respecto de sus preguntas, fluyo simplemente, mi frase celebre de "quieres la respuesta políticamente correcta o la verdad" lo hizo reír más de una vez, y cuando me dijo que quería conocerme, tenía tanto sueño que no me daba para arreglarme y salir, así que le dije que cuando y alargue la historia.

Así que ayer, mientras mi cabeza daba vueltas entre el gasto del departamento, el desorden que no puedo arreglar y que mi hermana aún sigue con un pie en su casa nueva y la mía, me llevaron a decir que sí a su invitación.

Llego puntual, mientras que yo, entre buscar las llaves y hablar por teléfono con mi prima, llegue tarde, nos saludamos y partimos, me preguntaba que había hecho que coincidiéramos en este preciso instante de la vida mientras él manejaba. Llegamos el restaurante y empezamos a hablar, fue tan gracioso la cantidad de cosas que hablamos y la de veces que me reí simplemente, que cuando me pare al baño llevábamos dos horas y algo, aunque para mi parecían diez minutos.

La cuenta el regreso al auto, y luego a casa, camino a la puerta de mi edificio en el laberinto de calles de los edificios y finalmente después de subir junto a mí, los 5 pisos, me dejo frente a la puerta. Al abrirla, mi hermana que duerme en el living pese a que aún no desocupa su pieza, me saluda, así que volver y lo abrazo, mareada aun por la subida. Me da un beso en la mejilla, me rio porque en serio me carga que me besen en la mejilla, pero su beso me dio una sensación distinta. Entro a casa y me voy a la cama, relajada y riendo aún con mis recuerdos.

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