lunes, 5 de marzo de 2007

Cuidad Capital 2


Estaba cansada, tenia los pies destrozados, sabía que estaba harta de toda la pasividad de los días y quería de una vez por todas empezar o terminar la relación que de algún modo estaba llevando con ese personaje, la parte interesante es que no tenía como decirle los descargos pertinentes acerca de su falta de tolerancia a la frustración, o de sus ganas de tomarse un café caliente, llevaba casi dos meses, haciendo hora solo para verlo por un lapso de media hora en el viaje al trabajo, y no solo se tomaba el café helado, sino que sus esperanzas se enfriaban mas con el correr de los días hábiles y la continua ascua sobre que pasara parecía ahora la rutina de la mañana, no sentía esa emoción y no quería perder lo que tenían...

Estas loca, como es posible que llegues tarde solo para verlo, déjate de estupideces, has algo o perderás el trabajo, recuerda que cuanto mas tiempo pase mas difícil va a ser resolver la situación... oye y si fuera casado... o si tuviera polola... o si conviviera... además nunca te ha hablado. Tal vez es mudo y solo habla por señas...

Entiendo le respondió a su mejor amiga, las cosas no son tan simples pero tampoco deberían ser más complejas. La última oportunidad será mañana, se repitió metiéndose las manos a los bolsillos de la chaqueta y por primera vez no ideo plan alguno.
Se levanto temprano, salio corriendo a la hora en que realmente debía estar camino a la oficina, en el andén hablo con el guardia explicándole parte de una idea que quiso ejecutar hacia un mes atrás, el hombre de unos cuarenta años, adoro la idea de ser cupido y la siguió con mucho interés por el andén. Ella le explico todo, y partió a la oficina con tiempo para hacer todo lo que necesitaba y volver a salir, cuando cruzo la puerta de el jefe levanto la vista. Iba a decirle algo y no alcanzo a pronunciar palabra, ella armo cada uno de sus deberes en menos de media hora y le dejo sobre su escritorio todos los papeles que necesitaba para el día, luego le dio un pequeño discurso sobre lo mucho que lamentaba este situación pero le permitía ausentarse la mañana entera o tendría que renunciar sin previo aviso, el tema era algo serio.

El hombre de más de sesenta años que siempre se jacto de haberlo visto todo, no podía entender que su secretaria personal, una de las mujeres en que más confiaba hacía cinco años, le pusiera un predicamento semejante. La miro con serenidad y dijo “Adelante, la quiero de vuelta a más tardar a las tres de la tarde después del almuerzo”. Salio con la sonrisa mas amplia que le hubieran visto jamás en la oficina, y una corriente de escalofríos recorrió la espina dorsal del hombre que estaba mirando como aquella joven de treinta y algo salía por la puerta dejando su estela de magia quinceañera en el aire, incluso tomo el teléfono y llamo a su esposa y aviso que iría a almorzar a su casa.

Sus ojos expectantes, estaba en medio del trafico llegaría tarde, tal vez a tiempo no sabía...

Mak

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