Volví a mi centro, mi vida parece estar en un buen rumbo y
con las cosas en calma, aunque admito que esa calma aburre después de un rato.
Mi hijo, ese pequeño pedazo de cielo está cada vez más grande, no deja de sorprenderme y me pregunto cómo
ha llegado a esta así de grande, en que minuto se me pasaron estos últimos cinco
años, ayer no era un bebé?
Pero en fin, mientras mi vida retoma su calma y mi
conciencia aprende a liderar con el color de mi pelo, sonrió al ver que el día
esta asoleado, que el calor del sol que siento en mi rostro me agrada, mientras manejo mi bicicleta camino
al trabajo, hoy voy escuchando música, hoy voy con la mirada alegre porque he podido
llegar a la hora, hoy estoy volviendo a tomar confianza en que como antes me
levanto, aprendo de los errores, salgo de mis conflictos y sigo adelante.
Sonrió en el ascensor, cuando bajo a la bodega a dejar la
bici y me pregunto cuando me va a decir el padre de mi hijo en que minuto
llegará a Chile? Estoy optimistas de ese encuentro entre ellos, estoy mas tranquila ya no tengo la sensación de que el me va a quitar a mi hijo de algún modo o que Luca va a salir corriendo en sentido contrario cuando vea a su padre. Lo que creo va a suceder, es que pequeño y su padre van a
tener una conexión casi inmediata y eso me va a dejar tranquila, podré guardar en el cajón el último reclamo que aún tengo y del que me ha
costado mucho desprenderme… Porque creyó que le mentía…
Pero no quiero pensar en eso, quiero pensar que vamos a
estar bien, que las cosas que a mí me sorprenden de mi hijo serán
lo que los una, porque falta poco para que aparezca finalmente y quiero creer que
mi vida no va a dejar de ser la que es porque ahora tengo que compartir las anécdotas
y las alegrías de Luca con su padre por internet, mensaje de texto o fotos.
Hoy sonrió mientras me preparo el café con leche de soya, me
arreglo la camisa y miro como mi maquillaje resalta mis ojos, sonrió mientras
armo mi día porque estoy tratando de crear esa atmósfera de alegría que me
permite lidiar con el silencio que reina en mi oficina, con las preguntas
escondidas en el fondo de mi cabeza que reclama a ratos que estoy siendo demasiado
confiada con todo esto.
De verdad estoy haciendo un esfuerzo consiente porque
mi vida y la de mi hijo sea más alegre, no solo cunado estamos juntos y es que hace
tiempo descubrí, que por mucho que uno intente cerrar la puerta de un buen o
mal día en la oficina, algo de ese ánimo continua con uno por más tiempo del que
uno quisiera, así que trato de ser sonreír durante todo el día, trato de no
perder el sentido de humor y tomarme con humor las cosas malas del días, con
esa filosofía de “si la vida te da limones, has limonada”, y francamente ayuda
porque claro no es inmediato el cambio, uno demora un tiempo en aprender a
dejar de lados las costumbres y conseguir que la voluntad perdure hasta el
final, porque de eso se trata al final del día, de tener la voluntad de ser
feliz, salir adelante y sonreírle a la adversidad, aunque suene cliché.
Hoy así como esta estas últimas dos semanas después de tomar
la drástica resolución, he querido estar bien siempre, mostrar mi mejor ánimo y
las cosas simplemente han ido decantando hasta conseguir esta estabilidad que debo
admitirlo, me agrada mucho. Tengo claro que no todo es miel sobre hojuelas, sé
que así como los dos últimos días de amigdalitis de mi hijo han sido agotadores
porque ningún niño le gusta estar metido en la cama y he tenido que usar todo
mi ingenio para conseguirlo, es interesante ver como mejora, como a pesar de
todas las excusas mi hijo confía en mí y a la larga termina ayudando, comiéndose
toda la comida, tomándose el remedio que es malo, y cuidando de usar sus
zapatillas de levantar aunque solo se baje de la cama para prender la tele (son
tres pasos).
Hoy estoy alegre, mi alegría es tranquila y perdura en el
tiempo.
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