miércoles, 25 de septiembre de 2013

Estas en mi vida (P.67)

Salir del caos, entrar al mundo real... veamos que pasara

Parte 67

La mañana de ajetreo en mi cuarto me dejó agotada, primero porque no debía ocurrir así, pero mientras Laila hablaba con sus hermanos sobre lo ocurrido durante la noche anterior y las inevitables reacciones de los tres hermanos, se generaron argumentos que se fueron subiendo de tono hasta llegar a sobresaltarme.
“Es que no puedo creer que dejaras que entrara a la habitación”- reclamaba Federic.
“Que querías que hiciera, Ella dijo que quería recibirlo.”- respondió Laila a la defensiva.
“Podrías decirme que es lo que pretendes que hagamos ahora, ¿y si alguna autoridad pregunta qué pasó con ustedes y la exposición de Mercurio a personas inocentes?, ¿qué vamos a decir?”-reclamo Odette
“La verdad”- dije enojada y mi corazón acelerado que alerto a la enfermera.
La máquina a mi costado emitía sonidos fuertes y los cuatro hermanos se quedaron en silencio, mientras que la enfermera entraba por segunda vez en los últimos diez minutos a mi habitación, a decirles que si no dejaban de argumentar los echaría a todos de mi habitación.
“Laila por favor lleva a tus hermanos a otro lado para termina de contarles que pasó, la enfermera tiene razón, no es bueno que me acelere.”
“La enfermera no tiene nada que opinar ahora, este tema debemos hablarlo contigo y no solo nosotros cuatro.”-reclamo Demeter.
“No hermano, tal vez ella tiene razón, se ha alterado dos veces y la enfermera va a llamar a seguridad, será embarazoso para todos si la enfermera cumple su palabra.”- respondió Odette.
“Laila, ¿estás de acuerdo?”- preguntó Federic.
“No, esto es importante debemos estar todos presentes.”
“Bien, pero quiero que dejen que su hermana hable sin interrumpirla, en serio escuchen todo hasta el final y después reclamen.”- dije en tono cansado y soñolienta.
Laila continuó hablando, explico como la conversación con Mercurio derivo en un sinfín de contradicciones de parte del vampiro y como mientras que yo mantenía la calma el otro aumentaba su ira y como el desenlace de esta ira concluye con el ataque.
“... Ella solo estiro su brazo y lo atravesó. La sangre de Mercurio, brotaba por montones y se volvía cenizas un segundo más tarde de haber salido de su cuerpo, bañando su brazo y la cama de ceniza, el campo protector que habíamos creado lo repelió después de haber atravesado el pecho solo medio segundo más tarde... así que lo lanzó lejos, cayó en ese rincón -apunto Laila hacia un extremo de la pieza- desangrándose y muriendo completamente desconcertado, creo que de verdad no se convencía de que estaba muriendo...”
Nadie dijo nada más. Laila se sentó junto a mí en la cama, estaba tan cansada que me quedé dormida y ellos sólo guardaron silencio. Cuando desperté tenía la bandeja de comida sobre la mesita de la cama en frente y a Laila en silencio leyendo otro libro.
“¿Qué pasó con todo mundo?”-pregunté despertanto.
“Mis hermanos necesitaban tiempo para procesar lo que pasó, creo que ahora te respetan más… La verdad, cualquiera necesitaría tiempo para asimilar lo que hiciste, no creí que fuera tan fácil, simple y rápido matar a otro vampiro.”
“Bueno eso puede ser porque ninguno de ustedes ha peleado o a tratado de matar a otro vampiro, ustedes siempre buscaron conciliar las cosas con los otros vampiros y no pelear…”
Las dos guardamos silencio, que se interrumpió con mi hija que llegó corriendo, se subió a mi cama, dando besos, alegre de verme embarazada y que su hermano aun estuviera en la panza, todo su alboroto me devolvió a la sensación de calma y sus historias sobre lo que quería hacer cuando su hermanito naciera, no podía evitar pensar que lo único que quería era salir del hospital pronto. Maura venía con Viviana, que además me traía una muda de ropa.
Carlo llego más tarde, con su cara sonriente y mandíbula tensa cuando vio a Laila sentada en la habitación, pero de buen ánimo conversó con Viviana que se fue poco después a su casa. El medico había pasado durante la mañana a revisar el desarrollo del bebé y por lo que entendí, estaba todo listo para que naciera pronto, aunque eso podía significar seguir esperando y cuando le pregunté porque no hacer una cesárea me miro y dijo que según lo que el entendía en mi caso, la cesaría podía ser igual de riesgosa que el parto normal, así que me daba un día más para decidir qué hacer.
Carlo se mostró contento con la calma que nos rondaba y cuando Laila se excusó y se fue, le conté todo lo que había pasado en la noche anterior. Debo decir que además de tener la boca abierta y la cara completamente desencajada, a medida que contaba lo sucedido, me pidió él que lo escribiera, porque necesitaba leerlo, su explicación fue extraña, él no entendía como había podido hacer lo que hice y quería repasar los detalles, la verdad es que Carlo había vivido en carne propia la súper fuerza, súper velocidad y súper todo de los vampiros, así que a petición de él, escribí el capítulo anterior y fue él primero en leerlo también.
Laila regreso en la noche con sus hermanos y con Julián. Cuando lo vi, sentí una extraña mezcla de alegría y tristeza, su ojos estaban algo apagados, su rostro sombrío, entre los seis llegamos a la conclusión de que no valía la pena reportar lo sucedido, las preguntas sobre como logré atravesar la piel casi de acero de los vampiros con mi mano, habría interrogantes que la comunidad de vampiros quizá deseara descubrir por medio de otro interrogatorio o algo así, así que lo mejor era ver qué pasaba y si alguien se acercaba a nosotros para saber qué había pasado con Mercurio en ese caso y únicamente entonces se contaría lo que había pasado anoche. De todos modos, Laila había presenciado todo y como es costumbre de los vampiros de traspasar sus conocimientos almacenados en su propia sangre, eventualmente la comunidad estaría informada de lo que había pasado con lujo de detalles, lo que igual levantaba la pregunta que harían ellos después de enterarse.
Pasaban de las dos de la mañana, solo quedaba Odette en mi cuarto, los otros se habían ido a comer algo, ella tenía en sus manos el libro que me había estado leyendo Laila, así que como había despertado comenzó a leerme para que me durmiera, llevaba unas ocho páginas cuando cerró el libro y me miró seriamente.
“¿Cómo lo hiciste?”-preguntó ella curiosa.
“¿Cómo hice qué?”-dije yo.
“¿Cómo atravesaste el pecho de mercurio?”-dijo ella levantando su brazo y mirándome curiosa.
Extendí mi brazo, puse mi mano extendida y firme, luego la miré con curiosidad, ella se acercó, miró mi mano, dio vueltas por mi brazo buscando algo, algún indicio de fuerza o de algo que no dijo y solo miraba mi mano, y luego me miro y dijo:
“¿Qué pensaste cuando pusiste el brazo así?”-sonriso ella.
“Sólo pensé, que esperaba que se repitiera lo de España… - ella me miro con curiosidad- Odette ya había atravesado a otro vampiro cuando rescaté a Carlo de Mercurio cuando estábamos en España.”
“Pero tu nunca dijiste que lo habías atravesado, solo dijiste que habían muerto porque se acercaron a la ventana que había abierto, yo asumí que habían muerto por causa del sol. ¿Por qué no dijiste nada más entonces?”
“Bueno, porque ustedes hablaron esa noche de lo difícil que era ver morir a otro vampiro, de la dureza de la piel, de que lo más probable es que sólo murieran si les destrozan el corazón en un combate, etc… y sentí que si les decía me mirarían diferente… como me miras ahora que sabes que para mí atravesar el pecho de Mercurio fue así de sencillo.”
“Tienes razón… es extraño imaginar que tú puedes conseguir algo que creíamos difícil… es más extraño saber que estas características pueden ir en aumento a lo largo de tu vida. ¿Qué sentiste exactamente cuando él te miraba a la frente?”
“Cosquillas, un leve cosquilleo, la verdad es que ustedes han influenciado en mí, pero suele ser porque estoy dejando que lo hagan y cuando han tratado de hacer sin que yo esté de acuerdo no solo me fastidia, sino que no lo han conseguido… - ella me miraba extrañada-, la verdad no se explicarlo mejor Odette…”
Odette se volvió a sentar ahora junto a mí en la cama, su delgada figura y sus ojos centelleantes se clavaron en los mío y un segundo después sentí que ella traba de influenciarme, pero no la deje, ella tomo mi mano y siguió insistiendo, pero no consiguió nada de nada, luego de unos veinte minutos de insistencia, se levantó algo fastidiada.
“¿Por qué nunca me había dado cuenta de esto?... es que es cierto tu eres capaz de controlar cuando quieres que alguien te influencia y simplemente negaste mi influencia… es algo tan extraño…”- dijo dando vueltas por la habitación y en realidad hablando más para ella que para mí.
La noche, el silencio y el cansancio me dejaron profundamente dormida. Desperté con Julián mirándome y nadie más en la habitación, rayaba el amanecer la habitación se iluminaba lentamente y él no decía nada, tenía sentimientos mezclados de alegría y pena, calma y molestia, expectación y decepción que me parecían tan palpables que no quise hablarle, no quise decirle nada de nada, porque tal vez era obvio porque tenía esos sentimientos, pero en ese instante no tenía idea de donde se originaban y donde terminaban.
“¿Cómo estás?”- dijo Julián con voz suave y mirando mi pelo revuelto.
“Cansada, quiero que nazca pronto el bebé.”-dije bostezando.
“Creo que eso será pronto, ¿quieres que esté aquí en ese momento?”
“De que hablar… desde cuando me preguntas que quiero antes de hacer algo?”-dije extrañada.
“No digas esas cosas.”-dijo en tono suave.
“Vale, no las digo las pensare nada más-dije aún extrañada-… Julián, es que no recuerdas ¿por qué se terminó lo nuestro?...- él miro a un lado y luego me miró con sus sentimientos mezclado y asintió con la cabeza- Bien deberías recordar que tu gran problema fue decidir sin preguntarme que quería y solo asumir mi destino como si de un objeto se tratara.”
“Lo sé, lo dijiste más de una vez, que no entendías porque no te dije toda la verdad y porque decidí las cosas sin hablar contigo.”-dijo mirando mi vientre.
“Bien que pretendes ahora, ¿qué te diga que te quedes?... es algo tarde para preguntar que quiero yo Julián… en realidad es bastante tarde.”-dije seria.
“Nunca es tarde, quiero enmendar las cosas.”-dijo él con confianza.
“Y qué esperas conseguir: ¿que te amé otra vez?, ¿qué deje a Carlo?, ¿qué seamos felices para siempre?, ¿Qué Julián?”- dije irónica, sincera y triste.
“Sólo que me dejes verte, que me dejes estar cerca de ustedes, tal vez no lo entiendas pero estos últimos años, han sido una tortura no porque estés con él, sino porque no puedo verte y tu recuerdo me persigue, tu imagen se me aparece en desconocidas y no quiero más, solo quiero verte feliz, quiero estar cerca de ti… solo eso”- dijo en un tono de voz que parecía de una persona real no de un vampiro.
“Yo nunca te dije que te fueras y que rompieras todos los lazos que teníamos Julián, esa fue tu decisión cuando te marchaste a España la primera vez y todas las veces en realidad. Asume que eres un adulto y que fuiste tú quien te puso en la posición en que estas hoy, no fui yo… Y la verdad, no sé qué decirte… Jamás te he cortado el teléfono, jamás te he echado de mi casa, jamás te dije que te alejaras para siempre, pese a todo lo que pasó entre nosotros y todas las cosa que logramos juntos, todo el amor que te tuve, todas las veces que me ayudaste… Jamás pensé en que este era el mejor modo de seguir adelante y creí que era lo que tu deseabas por eso no te detuve… Ahora... Ahora tengo una vida armada y si quieres pertenecer a ella, tendrás que aceptar las reglas que hay en ella sin protestar.”
“Yo creo que puedo hacer eso… Lo lamento, siempre trate de amarte y… La verdad aprendí que no sabía hacerlo… Ahora me doy cuenta que realmente nunca supe hacerlo…- sus ojos se llenaron de lágrimas-, lo lamento tanto, no sabes cómo me gustaría haberme dado cuenta antes…”- el tono de voz era tan humano, que de pronto lo vi y me aprecio hasta frágil.
“Julián… -dije y la voz se me entrecortó- llama a la enfermera…”
El sonido de la maquina era de alerta, mi corazón tenía un fuerte bombardeo y las contracciones me causaban dolor, el volvió un minuto más tarde con la enfermera y yo que estaba sentada en la cama, solo quería respirar… Cuarenta minutos más tarde Carlo entraba corriendo al hospital con Maura en sus brazos, los hermanos estaban con mis padres, Federic borraba la memoria de ellos que habían despertado en el hospital y le creaba un recuerdo vago de haber salido corriendo, manejado como loco por las calles y llegado al hospital sanos y salvos. Mi hermana llegaría cerca de diez minutos después que ellos, todos esperaron en la sala del piso de maternidad mientras que Carlo se preparaba para entrar al parto y mi hijo nacería en cerca de quince minutos después. 
Fue un muchacho valiente, grande y fuerte su llanto me hizo llorar y cuando estaba naciendo, Carlo estaba entrando a la sala de parto, así que fue quien lo sostuvo en brazos y me lo mostrara, mientras la arritmia me volvía a ahogar al punto de hacerme desmayar.
“Hola.”- dijo Carlo cuando abrí los ojos.
“Hola… ¿cómo está el bebé?”-pregunté.
“Está bien, lo traerán en unos minuto. ¿Cómo estás tú amor?”-dijo él tomando mi mano.
“Bien. ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?”-pregunte aceptando que quizá había pasado mas tiempo del que quería saber.
“No mucho solo unas horas…”-dijo él.
“No mucho en realidad, consideraron que estuve inconsciente mucho más cuando nació Maura… Lo lamento Carlo, lamento que mi salud siempre se interponga, es tan frustrante saber que salí de un diagnóstico de cáncer fulminante para entrar a uno de corazón con arritmia…”
“No digas cosas absurdas, tu no quisiste estar enferma y además estuve hablando con el médico y me explico que existe la posibilidad de que tus fallas cardíacas sean producto de los ataque al corazón anteriores o del tratamiento para el cáncer que te aplicaron.”
La enfermera nos interrumpió y dejo al bebé en los brazos de Carlo, él se acercó a mí y sentándose en la cama me paso a mi hijo.
“No te esfuerces, por favor.”- dijo a modo de súplica.
“También te amo Carlo…”-le respondí sonriendo al pequeño que tenía sus ojos cerrados y estaba dormido.
Los tres estábamos en silencio cuando llego Maura y mi madre, la pequeña se subió a la cama expectante, miraba a su pequeño hermano y en eso nos dice.
“¿Qué nombre le vamos a poner?”
“Es mamá quien decide, ¿cómo se va a llamar?”- respondió Carlo.
“Déjame ver la lista de nombre, creo que ya sé que nombre le quiero poner al bebé.”
Carlo saca la lista de nombre que habíamos hecho hace unas semanas y que tenía tarjado varios porque eran malos, no me gustaron o no le gustaron a Carlo y me la pasa.
“Mmm, este me gusta y creo que es el correcto.”- le digo extendiendo el papel.
“Aquiles, me gusta.”- dijo Carlo sonriendo
Maura comenzó a cantar el nombre de su hermano, feliz y en mi pecho apareció esa sanción de clama que me agrada, porque la conozco como la felicidad que me genera mi familia. 

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