martes, 24 de septiembre de 2013

Estas en mi vida (P. 66)

Salir del caos, entrar al mundo real... veamos que pasara

Deje de escribir, tenía mucho que hacer y no quería meditar lo que pasaba, total que más daba que estuviera pasando conmigo? Antes que mis preocupaciones, estaba la vida del hijo que tenía en el vientre y eso era todo lo importante. Así que Carlo, Maura y mis padres se habían encargado de ayudarme en todo, cuando me detectaron una arritmia cardíaca y tuve que guardar reposo entre el séptimo y octavo mes de embarazo.

Laila había aparecido cuando estaba por cumplir los seis meses de embarazo y aunque sus visitas eran agradables, la verdad quería mantenerla lejos de mí y de mi familia por un tiempo, la temporada de calma que los meses en que ella y los suyos estuvieron en Europa, me había hecho olvidad la sensación de continuidad que sentía con ellos y por eso es que no dejé que sus hermanos se me acercaran a mi familia tan rápido tampoco y bueno también se debe a que para Carlo, era inevitable sentir miedo al verlos, aunque tanto el como yo hacíamos un esfuerzo consiente en ser más accesibles, la verdad es que muchas veces me pregunté, porque tenían acceso a mi vida Laila y sus hermanos, si en realidad la única razón para ser parte de la comunidad era Julián, quien para variar no había aparecido frente a nosotros y que por lo que había alcanzado a escuchar aún estaba en España.

Ahora estaba terminando mi octavo mes de embarazo, la noche se me hacía eterna y es que después del control de hace dos semanas, el medico había decidió que debía permanecer en el hospital, la arritmia es un tema pasajero puede afectar levemente o ser fulminante y esa especie de lotería era la que el medico estaba tratando de evitar.

Con mi familia habíamos armado un sistema de visitas y como en otras ocasiones mi vida y la de los míos era motivo de comentarios entre las enfermeras, por supuesto que nos veían como un ideal a seguir y todos sin excepción nos atendían con la sensación de que participaban de una historia romántica épica, o algo así, cuando la verdad es que solo éramos lo más realistas y sensatos que podríamos y gran parte de lo que nos pasaba se mezclaba con la primera historia la de cómo sobreviví al accidente de auto hace ya siete años atrás, como el desconocido se había vuelto el hombre de mi vida (por ese periodo de tiempo), de como habíamos sorteado el cáncer, el primer embarazo que casi me mata, resucitar del cáncer y este embarazo que no dejaba de tener sus complicaciones. Claro que nunca logre corregir a las enfermeras, que creían que Julián y Carlo no eran a misma persona.

Así que estaba tendida de costado, apoyada hacia el lado derecho porque así el retorno sanguíneo es más expedito entre el vaso y el corazón (eso me dijeron nunca lo corroboré), mientras miraba el cielo estrellado de una noche sin nubes, en mi cama del hospital, aún había algo del frío del invierno, así que la noche tenía ese tono azul brillante de las noches más frías con Laila, que estaba acompañándome, había llegado hace unas horas con un libro que me estaba leyendo para ayudarme a dormir.

“¿Mercurio?”- dije mirando hacia un punto específico en el cielo.

Laila se levantó y miro hacia donde yo miraba, y un segundo después cerró la cortina.

“Si, es Mercurio”-respondió.

“Porque cerraste la ventana, no puede atacarme aquí, además hicimos un conjuro que protege a mi familia de su presencia… Laila…”-dije con sospecha.

“Es simplemente que no quiero verlo.”-dijo ella.

“Sabes que mentirme es inútil. ¿Te dijo algo?...- ella miro a un lado y se mordió el labio- ¿qué te dijo Laila?... habla por favor.”-compensé a preocuparme.

“¿Que importa lo que pudiera decir?”-respondió sentándose y tomando el libro.

“A mí me importa.- Laila miro a un lado- Vamos Laila, dime lo que quiere?”

“Quiere hablar contigo.”-dijo ella seriamente.

“Bien dile que venga”-respondí sin ver el problema.

“Pero… es que… no, él no tiene derecho a venir ahora a querer hablar contigo después de todo lo que nos hizo pasar, o es que acaso olvidas que planeo secuestras y convertir en vampiro a Carlo?”-dije ella tan molesta que sus ojos brillaron.

“No olvido nada, solo sé que ahora está derrotado y hablar tal vez nos ayude a tener una tregua entre nosotros, además es él quien se ha acercado a nosotros.”

“Está bien.”- dijo de mal humor.

Laila que se levanto, miro las cortinas y las abrió, un segundo más tarde Mercurio entraba por la ventana de mi habitación del hospital, para hablar.

Si era algo surrealista la situación y confieso que puse mi mente en blanco a propósito, para evitar que supiera cualquier cosa que no le interesara o que pudiera dañarnos a largo plazo.

“¿Cómo se encuentra?”- dijo Mercurio a modo de saludo, con su voz seria, parado frente de mi cama, vestido con un traje de azul marino, corbata de moño y pañuelo de seda en el bolsillo exterior del mismo color de la corbata celeste con puntos oscuros, tan formal como siempre y completamente a tono.

“Bien, gracias por preguntar. ¿A qué viene su visita?”- respondí cordial o eso intentaba.

“Tenemos que hablar.”-dijo él resuelto.

“Lo escucho”-respondí.

“Después de su rescate y de la muerte de dos de mis hijos, creí necesario dar tiempo para ver que hacer exactamente, vengar la muerte de mis hijos o considerar que otras acciones tomar en esta materia…”-compensó a explicar Mercurio.

Lo miré mientras hablaba con palabras rebuscadas y sacadas de libro de principios de 1900, tratando de elaborar una ‘mascarada’ para hacerme caer en su juego y volver a intentar dañarme, pero lo que Mercurio no sabía, que mi inmortalidad hacía algo similar a lo que ellos, los vampiros podían hacer expandir mis capacidades sobre humanas.

“Creo que no he hecho nada malo.
Veamos además de acercarme a un par de vampiros que por lo que entiendo, no son de su agrado, eso no constituye ofensa a su persona. En cambio usted primero ataco a Laila en mi casa, esa vez que quiso venir a buscarme por la 'invitación' de su comunidad sin ser vampira realmente, para luego secuestrar Carlo, un humano que no le ha hecho daño alguno, solo porque era el modo más efectivo de dañarme.
Creo que estamos a mano desde mi punto de vista, porque en respuesta yo dañe a dos de los suyos, expuestos por usted a este juego macabro, dos ofensas una en mi casa otra a un familiar y dos de los suyos muertos.
Así que responda ¿para qué ha venido exactamente señor?”

“Para saldar cuentas”-respondió serio.

“Usted y yo no tenemos cuentas pendientes Señor.”-dije tajante-

“Bien eso depende de cómo mire el asunto.”-dijo él.

“Cuando era humana, que hice para ofenderle?”-dije molesta.

Mercurio guardo silencio, me miro con ojos fijos en mi frente y sentí su energía intentar influenciarme, pero nada más allá de un cosquilleo. Miré a Laila y ella se mantuvo al margen, aunque emanaba de ella la sensación de impaciencia.

“No hay nada que pueda explicar para que entienda su ofensa.”-dijo él mientras insistía.

“Si no puede explicarla, ¿será porque realmente no existe tal conflicto?- y su mirada se centró en mi frente y otra vez sentí ese cosquilleo- ¿sería tan amable de responderme, o de explicarse?”

Mercurio se irguió, nada me afectaba y en su mente se formulaban frases como: ‘No es posible!’, ‘Ahora si comenzará a sentir ira y a insultar’ y otras más absurdas, recordando lo que muchas veces me había tocado ver los vampiros no tienen relación con la realidad y muchas veces son incoherentes o absurdos, porque están tan seguros de que las cosas se harán a su modo que no conciben una realidad diferente, y yo era completamente diferente a todo lo que él conocía. Así que mientras que yo solo lo miraba con curiosidad, el seguía con su intento inútil de hacerme sentir ira con sus capacidades.

“Mercurio lleva un buen rato en silencio, debo entender que está de acuerdo conmigo?”- dije algo cansada de esta situación.

Mercurio me miro a los ojos, se balanceo sobre sus talones y luego de un segundo miro a Laila.

“Has creado un interesante espécimen de inmoral, no entendía que te aferraba a ella, peor creo que ya lo veo, tiene más de una sorpresa- luego de eso se volteó hacia mí-. Bien criatura, aún me debes la vida de mis dos hijos.”

“Creo que no me equivoco cuando digo que esos hijos suyos no eran los predilectos, ni los que más valoraba, los dejó cuidando a Carlo y ni siquiera los dejó beber el líquido que les permitiría estar a salvo al sol, sabiendo que yo vendría a buscar a Carlo y que ellos estarían en desventaja por causa del sol.
Mercurio ellos murieron por su causa, lo lamento realmente, pero no me hare cargo de su error, usted me subestima, siempre lo hace, aunque no entiendo que lo motiva.”

Mercurio estaba tan serio, tan molesto por mis palabras francas, que podía percibir su molestia, su rostro pálido y sus movimientos cortantes, antes de hablar.

“Puede que sea cierto que la subestimo”-dijo finalmente.

“Mercurio, lo hizo y lo sigue haciendo, debe entender de una vez por todas, que no soy una persona como las que conoce y dejar de creer que conseguirá algo de mí con hostilidad, después de todo, esta es la primera vez que habla conmigo de frente, no le parece que eso debió haber sucedido desde el comienzo, ¿Cuando según sus dichos hice algo que lo ofendió? Algo que por lo demás no es capaz de verbalizar.”

“Yo… yo soy Mercurio de Arcadia, no soy uno de sus amiguitos…”- dijo con la voz entrecortada por la ira.

“No, no lo es, lo tengo claro, pero créame, no puede atacarme y no lo podrá hacer en el futuro, porque no habrá como, se lo garantizo. No podrá dañarme, no podrá tocarme, no podrá herirme y si lo intenta responderé como lo he hecho siempre. Ahora si no quiere una tregua entre nosotros, no hay problema, váyase, regrese a su vida y sus predicamentos, que ni usted, ni su descendencia podrá tocarme a mí o a los míos.”

Mercurio salto sobre mí, venía con ira y ese arranque lo volvió irracional, yo sólo estire mi brazo con mi mano completamente estirada, mis dedos juntos, con la misma sensación de que mi brazo era una espada, como lo había hecho en España cuando me atacaron los que custodiaban a Carlo, los hijos de mercurio y al igual que en esa ocasión, mi brazo atravesó el pecho del otro, él contrajo su rostro, mientras que un campo invisible lo repelía y lo enviaba en la dirección contraria a la que venía, al otro extremo de la habitación donde aterrizo completamente desconcertado.

La sangre de mercurio se volvía cenizas en mi brazo, como ya lo había visto antes, así que levante la mirada y vi como el rostro de Mercurio de contraía, mostraba la expresión de sorpresa y desconcierto. Laila, dio un salto que la dejo junto a mi cama y me limpio la ceniza del brazo, sus ojos estaban algo confusos, pero su movimientos fueros determinados y precisos, no quería demostrar la sorpresa que sentía frente a todo lo sucedido.

“No me subestime”- dije molesta.

“Yo… yo soy.. yo soy Mercurio…”- repetía él con expresión de pánico en el rostro, viendo su sangre desvanecerse y volverse cenizas en el suelo, mirando como la herida era profunda y su cuerpo aprecia encogerse, sus manos tapaban la herida del pecho y la vida de un hombre inmortal se volvía nada más que cenizas.

“Lo lamento Laila, no quería que vieras esto.”- dije apenada, mientras que Mercurio se desvanecía en el aire, dejando solo las cenizas en su lugar.

“Por eso no tenías miedo de hablar con él, tú ya sabías como defenderte…”-dijo ella.

“Sí, la primera vez fue sólo casualidad, pero ahora actué completamente consiente.”- dije en tono más seguro aun apenada al ver su rostro contraído.

Laila termino desarmando mi cama, sacando las sabanas al exterior, en un segundo volvió a entrar con todo limpio y armo mi cama mientras que yo esperaba junto a la cama. Luego consiguió una pala y escoba, limpio las cenizas del suelo que también tiro por la ventana, después de eso se sentó en su lugar y tomando el libro que me leía volvió a leerme.

“¿Estas bien?”- le pregunté cuando la vi cansada algo extraño para un vampiro.

“No, es solo que ahora me siento aliviada, fueron muchos años de saber que Mercurio haría daño a otros solo por gusto y que trataría de manipular a las personas a su alrededor… verte tan calmada, tan seria, tan amable y tan determinada a conseguir lo que yo anhelaba me parece algo simplemente tranquilizador, hiciste lo que dijiste y nada más, solo te defendiste de él…”

Laila me miraba con emociones contrarias y en alguna medida la entendía, su alegría se mezclaba con el asombro, alguna vez habíamos hablado de que matar a un vampiro era algo que ella prefería evitar porque ella sentía como la vida de ese otro se desvanecía y le dolía, así que sabía que para ella esto era algo fuerte y entendía esa mezcla de calma y pena. La noche se volvió larga para ambas y cuando salió el sol, fue la primera vez que la vi dormir desde que la conozco.

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