Hoy llore… hace tanto que no tenía una sensación igual, que
me pillo desprevenida saber que esta era una pena que tenía que llorar…
Después
de subir al bus con mi bolso y mi hijo, llegamos a la capital donde tenía que
correr para llegar a todos, lados y con el correr los contratiempo, el primero
fue que no le había dado comida a Luca, la suma de tener un hijo con hambre que
no come galletas nuevas simplemente porque nunca las ha probado antes,
mezcladas con el ruido incesante del metro, me pusieron en la posición desagradable
de der jugada por todos, como normalmente me parecen irrelevantes las opiniones
del resto, simplemente seguir con mi esfuerzo porque mi hijo probara las
galletas y cuando ya llevaba diez minutos en el tema, una mujer a la que nunca
había visto en la vida, me comienza a retar… el tema es que mientras yo escuchaba a la
desconocida, comenzaba a molestarme más y más con toda la situación, me
tiritaban las manos, se me enrojecían los cachetes, así que le respondo a la
mujer, molesta y en tono enfático le digo que me deje en paz, que su mugiste de
madre se lo lleve para otro lado y que francamente no tengo porque darle explicaciones
a ella porque quiero que mi hijo coma, mientras que ella se va gritando a otro
lado que yo estaba loca, era la única loca que no entendía que no podía hacer
que el pequeño comiera, como si eso fuera a solucionar que mi hijo no había
comido nada… mi hijo con sus tonteras, comenzó a hablar y hablar repitiendo “Es
tu culpa… es tu culpa mamá”, “Eres una mala mamá”… “eres mala…”… a lo que yo le
respondía “Si hijo… claro…” ya sin ganas de alegar nada más, porque de verdad
me hervía la sangre.
Para cuando llegue a la estación en que me tenía que bajar,
el efecto relajante de saberme en casa, me quebró… me senté mientras que solo
lloraba en silencio un rato, mientras mi hijo hacía cualquier cosa, porque francamente
no pude evitar que las lágrimas nublaran mis ojos, lloraba con tanta pena, me sentía
tan frágil, que rayos se supone que uno haga cuando alguien que no has visto en
tu vida de trata de loca porque no está de acuerdo con ella?, como se supone que
uno reacciones cuando la gritan a uno a menos de medio metro de distancia solo porque
no están de acuerdo con uno? Y por qué la gente cree que debe darte lecciones
de vida?... tengo un hijo hace cinco años, he visto muchas cosas, mamas
molestas, mamas que le pegan a niños y jamás la he tratado de loca, sólo
comprendo que lo que les está sucediendo las supera, como me puede superar a mi…
de allí a pararme frente a otra a decirle que soy mejor madre, que tengo el
deber de decirle algo… jamás y lo más triste, mi hijo repitiendo lo que la
mujer me había dicho, fue simplemente hiriente…
Finalmente en mi casa, con mi hijo que no entendía porque el
guardia del metro me había ido a consolar, me había ayudado con el bolso y no
entendía porque yo lloraba, me lo pregunta…
“Si no lo sabes, es porque no has viajado con migo en metro
hoy”, y pequeño que es concreto me dice “yo viajé en metro contigo…”
“Bien-le respondo entendiendo que es un niño y no piensa
como yo- lo hiciste. Ahora cuéntame hijo de todas las veces que hemos viajado,
cuantas has visto que alguien me trate como la mujer de hoy? Cuantas hijo?”
“Nunca…”
“Ha, nunca… será porque nunca me habían tratado de loca por
tratar de que tu comieras?... Luca tu no entiendes, pero a mí nunca me había pasado
algo así y francamente hijo tenías hambre porque desayúnate a las 9 y son las 13:20,
es normal… y lo único que quería era evitar que te fatigaras… y tu repitiendo
lo de la señora… cuantas veces te he dicho que lo que dices es hiriente?...
cuantas?… bien hijo, no necesito llorar para que sepas que hiriente te puede
hacer llorar y fuiste tremendamente hiriente…”
MI hijo me mira y llora, “tu no me quieres!” grita molesto…
Lo miro con cara ‘En serio?, en serio vas a salir con esa
estupidez?’, lo miro, está llorando con pena hasta parece que lo cree y lo
abrazo y le digo
“Yo te amo, más que a mi vida, y no tienes idea cuanto…yo te
amo hijo.”
Tomamos todo y volvemos a salir, tengo que ir al trabajo,
vengo tarde… estoy cansada de llorar y quiero reaccionar, pero me cuesta, me
miro en el espejo del ascensor y pienso que diré cuando llegue al trabajo y me
vean así?... mi hijo va con migo de la mano, por alguna razón ahora está más
voluntarioso y me ayuda en lo que yo le pido, y hace solo lo que yo le pido sin
molestar mientras pongo la silla en la bicicleta, mientras cuelgo el canasto y mientras
partimos pedaleando, se pone su cinturón y va tranquilo. En el semáforo en rojo
volteo y le digo “Te amo hijo y si tienes dudas alguna vez, sólo pregunta… te
amo hijo y si quieres que te lo diga, solo pídelo… te amo hijo, lo sabes
cierto?”, me mira algo molesto y dice “si lo sé.”
La sensación de que el guardia del metro tenía toda la razón,
me parecía algo extraño, fue un ángel en el camino y le estoy agradecida por su
tiempo, porque es cierto lo que dijo “En esta ciudad uno se debe volver más
fuerte, se debe volver más dura mijita, más firme, más indiferente a todo… porque
nadie lo va a defender a uno, nadie, a mí me han tirado escupitajos, de verdad
lo único que falta es que me meen encima y sigo aquí, si yo puedo usted también.”
Así que pedaleo y voy pensando en el guardia y sus palabras,
la mujeres como la que me tope solo hacen que uno sea más duro y menos susceptible
por la vida, lo he dicho mil veces, esta ciudad nos cambia, y la verdad no es
culpa solo de la ciudad sino de cómo vivimos en ella.
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