lunes, 27 de marzo de 2017

La Mariposa

Me confunde, me molesta y no quiero hablar del tema, pero ya pasaron sus días así que aquí va lo que sucedió.

La historia que fluye como el agua, partió con esas cosas que me a mí me pasan, la sensación de que estaba hablando con un viejo amigo, al que contarle las cosas más locas era posible, le hable desde mi verdad, la que normalmente endulzo, pero no me nacía endulzarla, respondiendo honestamente que no le creía o que sí y cuando finalmente empezó a ser tan importante leer su saludo en la mañana como decirle buenas noches, me quedé con la sensación de que era hora de verlo en persona.

Esa semana había partido apurada, todos los días tenia mil cosas que hacer y aun así lograba hablar con él, dejaba admito eso sí, de hacer parte de mis tareas, así que aun hoy tengo tareas pendientes por causa de esta historia. Miércoles y empezó a afectarme al punto que choque contra la puerta que atravieso siempre, me queme con el café y finalmente me di cuenta que estaba nerviosa… ¿yo nerviosa?, la última vez en mi vida que me sentí así tenía 15 años y de eso… matemáticas más de la mitad de mi vida, me preguntaba como si no había visto sus ojos, o mirado sus movimientos o sentido su presencia me estaba afectando, ¿sería sugestión?

Siempre dudo antes de creer algo, así que además de admitir que estaba nerviosa, no quise pensar más. En la tarde pedaleando a buscar a mi hijo figuraba tan distraída que casi me atropellan en un cruce y decidí volver a mi centro antes de terminar en serio mal. Estudiar con mi hijo y revisar las materias de la semana, armar las cosas de casa, doblar la ropa, lo de siempre tareas varias que hay que hacer simplemente.

Llego cerca de las once, mientras lo esperaba hacia mi rutina de noche, sacarme la pintura, lavarme los dientes, por descontado que no me pondría el pijama, pero estaba en eso. Entro a mi casa y nos sentamos en la mesa, hablamos un rato y entendí que sí, me estaba nerviosa porque sabía que tenía a un perfecto desconocido que era capaz de hacerme hablar cosas que no había dicho a nadie, que me parecía conocer de otra vida y cuyos ojos me podían atravesar.

En el sillón, me abrazó y parecía que siempre me hubiera abrazado, su contacto era tan natural, que me dio hasta miedo, la historia continua y los detalles no los voy a dar, pero se traduce a que, su abrazo me embriagaba, sus besos me quitaban el aire y sinceramente no sé cómo logro hacerme perder la noción del tiempo y el espacio, porque de pronto eran la una de la mañana y sale por la puerta de casa.

Al día siguiente no quería salir de la cama, después de levantar a mi hijo, preparar su leche, me volví a meter a la cama, no sé porque cuando me saludo recién fui capaz de levantarme y luego… la discusión nos llevó de un lado al otro, las palabras fuertes me dolieron al punto que me sacaron lágrimas y entre que en serio no quería decir nada, termine diciéndole cosas que nadie sabe… ¿qué rayos tengo en la boca?  Un beso que me dio, me dejó un moretón en el labio superior que parecía mariposa, no lo podría ocultar, lo intente más de una vez… pasé el día como en un sueño, mi jefa me hablaba y yo hacia las cosas a una velocidad tan lenta que hasta a mí me parecía que debía despertar, intente por todos los medios, sacarme la pena de encima y funcionar pero no fue así…

Cerca de las cinco de la tarde, logre volver a hacer las cosas y seguir sin que me dijeran que hacer, él no habló más y eso me dejó con la sensación de que hay algo mal en mí, no debería afectarme tanto, pero me afecta, me duele y… deja de pensar me ordene a mí misma.

Quise escribir esta historia, pero no conseguía hacerlo, el jueves a eso de las diez no quería meterme a la cama, al apoyar mi cabeza en la almohada su olor me devolvió a la noche anterior, por suerte mi hijo le dio con que quería dormir conmigo y mentirás lo abrazaba, saqué las almohadas y lentamente me quedé dormida.

Desperté cansada, había soñado mucho y me había despertado por el frio de la noche a cerrar la ventana, pequeño no se quería despertar tampoco y yo seguía triste, así que nos dieron las ocho mientras que trataba de sacar a mi hijo de casa al colegio y partir mi mañana, él no escribió. Llegue tarde esa mañana, no hubo caso que lograra hacer las cosas en el tiempo, solo pensaba que esto de no tener capacidad emocional para enfrentar un desbarajuste así, me hacía pensar que lo mejor es que siga sola, al final eso es lo único que he hecho bien en estos dos últimos años, ni él, ni personaje lograron provocar un derrumbe emocional como el que vivía y mientras me maquillaba en el trabajo, con la misma lentitud con la que había andado desde el día anterior, la marca de mi labio superior me devolvía al momento en que me la había hecho… nadie me había dejado una marca así, no podía ni ocultarla, tampoco una pena así...

Trabajé el día entero tratando de sacar las cosas pendientes, obligándome a no ver el celular, a no esperar nada, logré pasar la tarde tranquila entre llamadas a proveedores y pagos, al final del día salía de mi trabajo a casa, pensando que ganas de tener tiempo para ir a verlo y decirle “¿quién te crees para dejarme una marca así en la boca?”, pero debía llegar a casa.

La tarde me pareció tan larga, la noche me pillo sacando todo lo que tuviera su aroma, lavadora llena y un mensaje que le envié porque seguía molesta y ni lo pensé dos veces, más por sacar del sistema el enojo que porque lo leyera. Dos cargas de ropa más tarde, el frio me devolvió a la realidad, debía irme a dormir, mientras ponía sabanas limpias y sacaba el cobertor blanco, miraba la noche por la ventana, ¿por qué lo extraño?

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