miércoles, 12 de abril de 2017

Extrañarte

Me volvió el insomnio y con mis recuerdos de esas noches a su lado, hace unos días soñaba y desperté de sobresalto, habría jurado que estaba abrazándome, la sensación fue tan real que no pude preguntarme si era ahora mi subconsciente o el coletazo de estar sola.

A ratos, tengo ganas de gritar, gritarle que he visto a otros, que he besado a otros, que he abrazado a otros, a ratos quiero gritarle que es su culpa… pero no es su culpa, lamentablemente esta situación presente no es responsabilidad ni de él ni de nadie, salvo mía, por no poder superarlo.

La primera noche de insomnio que tuve tome el celular y grave lo que no podía escribir, me sorprende la sensación de alivio al decir en voz alta lo que me pasa y aunque trate de trascribir lo que dicho, me resulto imposible durante el día y finalmente decidí no hacerlo, aunque he pensado seriamente en subir el audio, pero de pronto me pregunto ¿qué pasa si él lo escucha?, si cree que porque lo extraño tiene licencia para regresar, se supone que todo lo que ocurre ahora es para de un modo u otro yo pueda dejar morir este sentimiento, enterrar su paso en el tiempo y simplemente seguir, aunque a ratos me parezca imposible.

Al día siguiente, también tome el celular y hablé, mientras que las lágrimas caían, no pude evitar pensar que estoy diciéndole mil cosas que debería saber, pero que quiero simplemente que se las lleve el viento, así que simplemente deje gravado el audio, no he querido ni escucharlo, tengo la sensación de que lo que quiera que me afecta en todo esto es más que el solo hecho de no tenerlo, es la mezcla de lo vivido y el presente, el que siempre soñaba juntos, el que aun hoy sueño con él, literalmente sueño con él, sueño escenas cotidianas en las que llegamos del trabajo y me pregunta si compré pan, o en las que me abraza y me dice que quiere que le haga un masaje, escenas que no son sexi, no son bellas, donde doblamos ropa y me reta por como doblo, o escenas en las que me mira y me sonríe mientras está del otro lado de la mesa.

Despierto en las mañanas desorientada, pensando que está a mi lado para recordar que no lo veré, para recordar que no debo pensar en él, despierto y me doy cuenta de esos detalles que me gustaría compartir, que me pregunto porque si toda mi vida me dije que no era bueno poner nombre y apellido al hombre idea, a menos que lo encontraras, el mío tiene su nombre sus gestos, su forma.


Despierto después de dormir poco, cansada de batallar contra mis impulsos y preguntándome cuanto tiempo más tendré que lidiar con esta mescolanza de emociones, con mis contradicciones personales, cuantas veces tendré que detener mis pensamientos en torno a mi realidad o tendré que repetirme que está bien amarlo, aunque no esté a mi lado, que está bien amarlo y dejarlo ir, que esto es lo mejor para todos.

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