Remecer mi pasado, doblarme a mirar lo que ocurrió hace nueve
años y pensar que, aunque fue hace tanto tiempo, me llegan las palabras de esta
persona, que me pide disculpas por lo que pasó, cuando no tuvo ni arte ni
parte, en todo lo ocurrido.
En resumen, me dejó emocional, por alguna razón, siento que,
por primera vez las cosas se alinean y después de todos los esfuerzos se
reconoce que lo que sucedió estuvo mal. Lo que hace que todo esto sea aún más extraño,
es que en serio, no me llego, ni me pareció tan veraz las disculpas, cuando el
padre de mi hijo las expuso, en parte porque nunca dijo con todas sus letras
por favor discúlpame, sino que dijo algo como “sé que reaccioné mal hace cuatro
años, era un niño y no supe que hacer”, en cambio ayer me pidieron disculpas en
un tono de voz y con una contracción de la garganta que solo ocurre cuando la emoción
es triste y decepcionante, e insisto quien hablaba no tenía como saber nada de
lo que ocurría y no tenía una relación conmigo o con lo que ocurría porque
simplemente no sabía de nosotros, por lo tanto, no tiene por qué sentirse mal y
sin embargo se sintió así…
Obviamente me dio insomnio, obviamente este remezón me trajo
al frente lo que siempre dije y sostengo, las circunstancias en las que se daba
la relación con el padre de mi hijo, no se repetirían en tierra, por lo tanto,
no pretendería obligarlo o hacerlo responder por lo que estaba viendo, tener a
mi hijo para todo efecto práctico dependía solo de mí, el embarazo de mi hijo
fue… por decirlo de algún modo, difícil. La lucha contra el desprendimiento de
placenta, o la preeclampsia que me dejó los últimos 3 meses en cama, fueron un “Debes
descansar y estar quieta”, hay textos de esa época, en los que le dedicaba
palabras al padre de mi hijo, preguntas que nunca contestaría nadie, porque él
no existía en ese presente y ni soñaba con que apareciera jamás en este que
vivo hoy, ni él, ni su familia, tal vez por eso no dejan de sorprenderme las
muestras de cariño y amor hacia mi hijo de parte de ellos, la alegría que
manifiestan la percibimos sincera, su preocupación es casi tangible y desde que
ellos están en la vida de mi hijo, pequeño ha dejado de sentir que le falta
algo, ha dejado de manifestar que hay un vacío, se ve alegre y espera con emoción
lo que venga de ellos.
Ayer, después de cerrar la conversación y tratar de dormir,
me vi enfrentada al miedo que alguna vez tuve, a la pena que alguna vez sentí,
a la angustia y abandono, mientras trataba de no traer al presente la avalancha
de emociones que me toco superar en nueve meses de embarazo, me daba vueltas la
pregunta de porque ahora resurgían todas estas cosas, que están atrás, en ese
pasado distante, ese que estaba en paz, hasta que me pidieron disculpas y por
primera vez siento que en serio pesa menos, que se puede ir de mi mente de una
vez por todas y al fin conciliaba el sueño, cuando me pregunté “¿Qué habría
pasado si el padre de mi hijo hubiera pedido disculpas de verdad?”…
MGD
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