lunes, 24 de abril de 2017

Las disculpas del caso.

Remecer mi pasado, doblarme a mirar lo que ocurrió hace nueve años y pensar que, aunque fue hace tanto tiempo, me llegan las palabras de esta persona, que me pide disculpas por lo que pasó, cuando no tuvo ni arte ni parte, en todo lo ocurrido.

En resumen, me dejó emocional, por alguna razón, siento que, por primera vez las cosas se alinean y después de todos los esfuerzos se reconoce que lo que sucedió estuvo mal. Lo que hace que todo esto sea aún más extraño, es que en serio, no me llego, ni me pareció tan veraz las disculpas, cuando el padre de mi hijo las expuso, en parte porque nunca dijo con todas sus letras por favor discúlpame, sino que dijo algo como “sé que reaccioné mal hace cuatro años, era un niño y no supe que hacer”, en cambio ayer me pidieron disculpas en un tono de voz y con una contracción de la garganta que solo ocurre cuando la emoción es triste y decepcionante, e insisto quien hablaba no tenía como saber nada de lo que ocurría y no tenía una relación conmigo o con lo que ocurría porque simplemente no sabía de nosotros, por lo tanto, no tiene por qué sentirse mal y sin embargo se sintió así…

Obviamente me dio insomnio, obviamente este remezón me trajo al frente lo que siempre dije y sostengo, las circunstancias en las que se daba la relación con el padre de mi hijo, no se repetirían en tierra, por lo tanto, no pretendería obligarlo o hacerlo responder por lo que estaba viendo, tener a mi hijo para todo efecto práctico dependía solo de mí, el embarazo de mi hijo fue… por decirlo de algún modo, difícil. La lucha contra el desprendimiento de placenta, o la preeclampsia que me dejó los últimos 3 meses en cama, fueron un “Debes descansar y estar quieta”, hay textos de esa época, en los que le dedicaba palabras al padre de mi hijo, preguntas que nunca contestaría nadie, porque él no existía en ese presente y ni soñaba con que apareciera jamás en este que vivo hoy, ni él, ni su familia, tal vez por eso no dejan de sorprenderme las muestras de cariño y amor hacia mi hijo de parte de ellos, la alegría que manifiestan la percibimos sincera, su preocupación es casi tangible y desde que ellos están en la vida de mi hijo, pequeño ha dejado de sentir que le falta algo, ha dejado de manifestar que hay un vacío, se ve alegre y espera con emoción lo que venga de ellos.

Ayer, después de cerrar la conversación y tratar de dormir, me vi enfrentada al miedo que alguna vez tuve, a la pena que alguna vez sentí, a la angustia y abandono, mientras trataba de no traer al presente la avalancha de emociones que me toco superar en nueve meses de embarazo, me daba vueltas la pregunta de porque ahora resurgían todas estas cosas, que están atrás, en ese pasado distante, ese que estaba en paz, hasta que me pidieron disculpas y por primera vez siento que en serio pesa menos, que se puede ir de mi mente de una vez por todas y al fin conciliaba el sueño, cuando me pregunté “¿Qué habría pasado si el padre de mi hijo hubiera pedido disculpas de verdad?”…

MGD

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