lunes, 3 de abril de 2017

Pruebas (Parte 2)

Salir del caos, entrar al mundo real... veamos que pasara

La mirada al suelo, el frío que sentía empezaba a desaparecer, sus piernas le dolían al punto que quería llorar, pero no se movía, solo pensaba en ese lugar feliz del que había hablado, ese lugar en el que perdería el frío y el miedo, donde comería la mejor comida del mundo, donde podría disfrutar de la calma del viento en su cara. La distrajo el sonido de una persona desmayándose a su lado, sus manos le dolían, pero no las movió.

“No lo resisto…”-escucho la voz de un hombre joven.
“Debes callarte, piensa en ese lugar feliz, en tu lugar feliz”- alcanzo a decir con la mandíbula apretada.

¿Cuánto llevaban aquí?... no quería pensar, estaba claro que pensar no la ayudaría, llevaban casi un día entero, podía sentirlo en sus músculos, la puerta se abrió y tras ella aparecieron las personas de blanco.

“De un paso a delante cuando escuche su nombre.”- dijo una de las personas, su voz no era ni femenina ni masculina.

La lista fue pronunciada lentamente, luego de llegar al último nombre hubo un silencio extraño, la gran mayoría de ellos sentía miedo, tal vez ese era el sentimiento, no habían dicho su nombre, ella no se movía, los que habían dado un paso primero voltearon a verla y en sus rostros se reflejó el pánico, un segundo después cayeron por las aberturas de sus puestos, pegando un grito que no tuvo respuesta.

“Camina.”- dijo uno ve blanco.

El hombre camino a la puerta, en el umbral solo alcanzó a verla de soslayo, ella estaba quieta en esa suerte de estado rígido de muerte, unos a uno fueron avanzando ella fue la última en salir. Estaban en un baño, donde había agua y pudieron bañarse con agua fría, ella solo se lavó las piernas, todos la miraron extrañados, bebió solo un sorbo de agua y entonces… Un humo blanco ingreso desde la esquina, algunos retrocedieron, otros la miraron, ella queta como estatua espero mirando al infinito.

“Quédense en silencio.”- alcanzo a decir antes de que el humo cubriera toda la habitación.

Todos dejaron de moverse, de hablar, el aire tenía una sustancia que hacía casi imposible respirarlo, pero se quedaron quitos, de pronto donde tenían agua empezaron a sentir calor, lentamente el calor comenzó a ser abrazador, los que se habían mojado hasta el pelo, se sentían incapaces de evitar el gritar de desesperación.

“Ah!”- dijo uno que calló desmallado en medio del grito.

Nadie más volvió a emitir sonido, la nube blanca se disipaba con una lentitud que desesperaba, todos estaban conteniendo las lágrimas, la urgencia de hablar, la necesidad de correr.

“No se muevan.”- dijo ella en susurro, casi sin mover sus labios.

Todos se quedaron quietos sin siquiera pensarlo dos veces, mientras un humo rojo invadió la habitación, la sensación de calor sobre las partes mojadas empezó a pasar y aunque el aire era respirable, la garganta parecía comenzar a adormecerse, ella estaba parada sobre sus dos piernas, sus ojos entrecerrados casi sin parpadear, sus brazos abrazando su pecho, este humo rojo solo podía significar una cosa, ella lo sabía, había mucha gente y debían descartar más participantes, un mujer de su edad quiso solo cambiar su peso de una pierna a otra y callo desmayada, luego desapareció en una abertura del suelo.

Ya no hacía frío, tampoco hacía calor, solo una sensación de relajo que los rodeaba, una niña de cerca de quince años, simplemente no soporto más y cayo, tras un grito que fue desgarrador. Todos estaban alertas, todos trataban de cumplir con la imposible tarea de estar firmes, o quietos, pero o tiritaban sus músculos y se desmayaban o simplemente no lo soportaban más. Cuatro personas caídas más tarde, el humo empezó a disiparse.

“Bien -pensó ella- solo necesitaban eliminar a 4 personas, aun no se dan cuenta que estoy interviniendo.”

La nube se disipó completamente y ella corrió al agua, tomo jabón y se refregando con fuerza el pelo, las manos, las piernas, sin desnudarce, sobre la ropa limpio cuanto pudo, junto a ella una mujer hacia lo mismo que ella y acto seguido un hombre y en menos de un minuto todo el resto, el agua caía copiosa fría, estaba casi terminando y abrieron las puertas, ella dejo el jabón a un lado y se paró firme, en igual posición que siempre, brazos rodeando su pecho, piernas levemente abiertas, postura completamente recta.

“Caminen hasta aquí, - ordenó una mujer de blanco, apuntando un cuadrado- y tú, junto a ella aquí.”


Uno a uno, los fueron poniendo uno junto a la derecha del otro. La mujer retrocedió un paso atrás y una ráfaga de aire empezó a caer salir techo, la ráfaga fue cada vez más intensa, al punto que costaba mantenerse en pie, en pocos minutos estaban secos, el aire era tibio y a ratos frío y a ratos tibio y cada vez más intenso, hasta que dos cayeron al suelo y a su vez por la abertura del suelo, dejando un grito que fue cubierto por el ruido del aire. Ella estaba igual, no se movía, sus ojos ahora cerrados, respiraba lentamente, alguien quiso decir algo y cayo antes de siquiera ser escuchado, tres personas más tarde, el aire se detuvo. 

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