sábado, 30 de diciembre de 2006

Ángel Santiaguino

Caminaba de noche, el sol a pesar de estar bajo el horizonte hace por lo menos una hora, había dejado la atmósfera calida típica del verano, yo para variar un poco argumentaba las diferencias del día, la locura de la vida me trae entre nieblas los pensamientos varios y certera de que estoy en la ciudad que adoro y quiero vivir.

Me partía el corazón, no tener la esperanza de que podré volver a sonreís otra vez como cuando estaba colapsada en la capital, porque a pesar de todo el drama de la capital, la gente, los caminos atochados de autos, el smog que hace el aire pesado en los pulmones, cada cosa que aprendí a vivir estaba en su medida dosificada y las partes mas fatídicas de toda la historia las logre aplacar con la compañía de mi insuperable mejor amigo. Digo insuperable porque no creo conocer a nadie como el, y creo que ese ángel santiaguino es y será mi alma amiga mas grande, pero el tema no es destacar los atributos psicológicos del que ha sido si duda un amigo incondicional, mi tema hoy es la agonía de estar en el lugar querido y no tener al mentado amigo incondicional, no saber si encontraras un alma amiga que te preste su oído y regale sus ideas para hablar del mundo y los a debacles de cada día, porque sería casi imposible soportar todo lo que acontece entre mis dudas existencialistas, mis mañas de cada día. Extraño esa certeza de que cuando estuviera todo mal el estaría para mi mirándome con cada de “eres mas inteligente busca la solución, tu puedes” y lo que mas extraño es verme superar todo junto a su sonrisa enorme de viste que te la podías, que me hacía pensar en los planes para el futuro y olvidar los malos ratos que viví.
Con una mano en lo bolsillos y la otra sosteniendo el rollito de manjar bañado en chocolate que me compre para amilanar un poquito las malas ideas, la depreció y el síndrome premenstrual (excusa barata porque nunca lo he padecido), camine por la cuidad con la idea fija de salir del melodrama y concluir mi día con algo de alegría. Llegué a casa y lo llame, previo análisis de mis ideas en este texto. Bastaron unos minutos de escucharlo hablar para que supiera que todo va a estar bien, en sus palabras “No te preocupes amiga que al final pa que son los amigos...”

1 comentario:

  1. a veces un par de palabras bastan para cualkier cosa... te kiero hermanilla...

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