Las estrellas en el firmamento hacían bella una noche cálida,
sus manos rodando su cintura, sus ojos clavados en el cielo y la risa
involuntaria de la alegría espontanea, sus pensamientos en el momento sin orden
o alguna razón era alegres y luego volteo a mirarlo, a dejarse besar por él, a dejarse
seducir sin interrupciones, la desnudo y ella no opuso resistencia, lo beso con
intensidad y se dejó arrastrar a la cama y la locura.
Si en algún momento se sentía libre, sin ruidos en la cabeza
y sin complicaciones era cuando se unía a él, de alguna manera dejarlo entrar y
volverla una mujer amada hacía desaparecer todo a su alrededor, cosa que no le
había pasado jamás en la vida… hasta que llegó él.
Despertó desnuda y sin vergüenza junto a él, despertó sintiendo
que el mundo había dejado de girar más rápido de lo que ella podía entender,
para volver a sentir ese propósito que alguna vez sintió ella tenía, había
soñado tantas veces con él, con conocerlo, con verlo, que tenerlo frente a ella
parecía simplemente otro sueño, tardó varios minutos en reaccionar, estaba allí…
Lo miro dormir y después de un segundo lo vio esperar, seguía
sin creer que fuera posible, ver al hombre con el que soñó reír en el parque,
con el que soñó hablar por horas… y hablaron por horas, caminaron juntos por el
parque, rieron hasta que le dolió la guata de tanto reír.
Volver a su casa y dejarlo fue tan extraño como cuando se topó
con él y no se separaron más… la sensación de que dejaba un pedazo de sí misma
partir a otro rumbo la descoloco tanto que no puedo evitar estar triste, no puedo
evitar querer volver corriendo a él, aunque no lo encontrara, pese a que se
repetía en su mente la frase “este no es el último minuto de tu vida sigue
adelante”, le costó seguir caminando a la parada de buces.
Llego a casa, saludo a su madre, hablo con sus hermanas y
comió algo, espero que sonara el teléfono después de las seis, pero no sonó.
Luego de las nueve se dio por vencida y se fue a dormir, tenía que despertar
temprano, por eso cuando paso junto a la tv y vio una imagen conocida, sintió algo
que se derrumbaba en su interior, volvió sus pasos y se quedó para frente a la
tv sin poder creer lo que veía… lloro sin control por horas, lloro sin hablar
sin explicarle a su madre que quien estaba allí frente a ella era el chico que
le presentaría al día siguiente con quien llevaba tres meses saliendo, a quien…
no pudo decirlo ni en su propia mente.
Después de que sus hermanas dedujeran lo que ocurría,
llamaron a la mejor amiga y entre las cuatro la llevaron a la cama y la
hicieron dormir, todas pendientes de que podría hacer, pero ella no quería hacer
nada nunca más… el mundo se había detenido completamente para ella.
La mañana pasó lentamente, entre visitas y amigas que iban y
venían con detalles, cariño y compañía, pero nadie sin saber que hacer
exactamente. Hasta que su mamá tomo el mando y la obligo a bañarse, a vestirse y
salir, porque según le dijo, se arrepentiría el resto de su vida si no se
despedía de él correctamente, aunque para ella era algo absurdo despedirse… el
no podía estar muerto, esto era una broma del destino, una burla… o no?
Camino por el pasto con la sensación de que se le hundían
los pies y que se le quedaba el corazón rígido en cada respiración, o así me lo
explicó a mi más tarde. Llegaron sus padres, sus amigos y todos la miraron con
cariño, todos la conocían, todos habían oído hablar del amor de la vida que
había encontrado por error en una esquina justo cuando paro a mirar la luz
roja, a quien detuvo de ser atropellada porque miraba al cielo en vez de al
frente… todos sabían de ella aunque ella no los conociera y todos la abrazaron
antes de partir y dejar que el féretro bajara a la tierra.
“Justo hoy mamá- dijo ella con lágrimas en los ojos-, justo
hoy se suponía que te lo iba a presentar…. Bueno no de este modo- trato de sonreír
entre lágrimas- mamá, te presento al amor de mi vida.”
Su madre la abrazó y ella solo se limitó a llorar, justo en
ese minuto comenzó a llover, ella sonrió y miro al cielo con la sensación de
que era el quien le decía que lloraba por ella también.
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