jueves, 13 de febrero de 2014

Anécdota

La playa, el sol sobre mi piel, las marcas del bronceado, la paz de sentir el agua mientas floto en la piscina y la alegría de ver que mi hijo aprende de un minuto a otro a nadar, o la tranquilidad de una mañana lejos de capital y su fastidio por el calor, por la intolerancia de su gente y por la falta de lo que sea que los altera, afecta y confunde.

En este paraíso mi imaginación vuela hacia paraísos terrestres y sueños nuevos, así que escribía la saga y para variar estaba él entre mis pensamientos, ahora no porque lo hubiera soñado, pensado o hiciera algo particular, sino que porque mientras escribo pongo música y puse la opción de que las canciones saltaran de un lado a otro aleatorio y su música la que había olvidado estaba en mi pc apareció… claro no saque todo de el de mi vida, porque simplemente lo olvidé y en eso sucede algo simplemente extraño la marcha nupcial en jazz… si ese contrapunto algo egocéntrico que sólo a mí me sucede en la vida y que me que me hace reír.


La vida nos juntó y nosotros nos apartamos, cosa loca para quien cree que cuando el destino quiere, el universo entero conspira y que en más de una ocasión ha vivido cosas increíbles siguiendo esa política de vida y se ha salvado incluso de la paraplejia gracias a hacer caso creyendo en ese detalle del destino y el universo… bueno será, era lo correcto aunque ya ni recuerdo porque. 

En fin, me reí tanto que me dolieron las mandíbulas y ahora estoy más relajada terminando la quinta parte de este último texto.

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