
En alguna parte había escuchado esa frase “Estoy en una ciudad, donde recuerdo cosas que no he vivido” y en su mente la imagen de dos perronas preparando pasta y limpiando las verduras se hacia cada vez mas nítidas. La frase que la saco de contexto fue la de secar las hojas entre papel secante, el proceso era simple se ponen las hojas ojala con separación y luego se pone otro trozo de papel secante y se aplasta para que absorba el agua que acaba de lavar las hojas… poco a poco el aroma intenso se fue impregnado en sus manos y en la yema de los dedos, ya no recordaba a la pareja ahora recordaba a el momento en que probo el helado de albaca y sus recuerdos se fueron volviendo menos intensos. Si el helado de albaca, era sencillamente delicioso, la suave presencia de azúcar mezclada refrescante sensación de la albaca por la garganta provocaba una sensación de particular ligereza, como si respiraras parte de ese aroma y te hicieras liviano.
La mezcla de armonía y ligereza, eran increíbles, podía concentrarse en la idea de tener entre sus manos una roma que le encantaría que perdurara en el tiempo, porque de algún modo la conectaba con otro lado de su vida, con una historia que no entendía, y era sin duda fascinante.
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