lunes, 27 de noviembre de 2006

porque no?


Tenía hambre, el estomago sonaba de vez en cuándo sobre todo cuando me sentía mas cansada, ahora estaba tan extenuada con el calor y que hambreada no atinaba a llegar a casa mas rápido, por mi correría, pero me ganaba el agotamiento general y las ganas de pasear por un lugar con luz natural. El encierro me causaba angustia aves, otras me hacia percibir lo frágil que puede ser la felicidad junto a la rutina.

Hasta hoy, todo a andado tranquilo, no se me ocurría que alguien quisiera cambiar parte de mis dilemas diarios menos que estaría a la vuelta de la esquina, quizá porque en la calma de la soledad había aprendido a lidiar con la serenidad de la espera, cosa que créanme no fue fácil conquistar en estos meses de turbulencia.

Su mirada tras los anteojos parecía perdida, cansado de esperar miraba la esquina casi irritado, su auto color gris mostraba la pulcritud que le es característica, impecablemente limpio... parsimonioso, increíblemente tranquilo, todo perfecto, como intentaba ser el mismo. Solo que para variar yo le había cambiado el esquema de su vida, y no supo como yo tampoco supe, arreglar las cosas como para que alcanzara a aceptar todo lo que ambos nos hacía felices, estar juntos.

Seguía mis pasos, contemplando la huella del camino, como si me hubieran retado y estuviera cabizbaja. No lo vi, simplemente escuche un llamado, alguien decía mi nombre, pero no voltee, para que si aquí no me conoce prácticamente nadie, como iba a existir la coincidencia de que el justamente me empezara a llamar. Aunque en mi fuero interno, algo me dijo esa voz es conocida, no la había escuchado hacía ya tres semanas, levante la cabeza y me lo tope frente a mi. Una aparición, pensé, y me quede quieta, al ver que el hablaba y no era mi imaginación haciendo la versión dos de cenicienta, el trayendo la esperanza en vez del zapato y yo bien dispuesta a aceptarlo, sería mi príncipe azul... con una literalidad cómica, siempre viste azul...

Hola, atiene a responder después de que lo escuche hablando y mi nerviosismo derivo en la risa nerviosa que detestaba, el supo que o me tomaba por la cintura y me besaba o me escurriría para tratar de evitar el embarazoso momento, y simplemente me beso, lo mire mientras lo hacía, tenía los ojos cerrados, y de pronto me sentí envuelta en esa misma imagen de final feliz que muestran en la películas respondiéndole el beso con igual intensidad.

Después, llegue a casa prepare comida para ambos reímos en el sillón, y combáramos de la vida, la faceta de los porque a mi se cerraron cuando me di cuenta que si este ser humano me decía vente a la china me iría con el gustosa. Últimamente simplemente me pregunto porque no?...

No hay comentarios.:

Publicar un comentario