miércoles, 1 de noviembre de 2006

Oscuridad

De su rostro ya no se podían sacar conclusiones, tenia la mirada perdida, y las ilusiones rotas entre sus manos. Parecía un muerto en vida. Los recuerdos de miles de situaciones le llegaban a la mente como si de ellos dependiera su próximo paso... y no era así, no había nada que hacer. Las palabras de otros se revolvían con el melancólico descenso de la depresión, recuerdos de cuando la amo, cuando estuvo con ella por ultima vez, cuando supo que ya no la tendría...

Sus corazón le indicaba que lo mejor era salir de allí, pero sus músculos aun estaban muertos, no podía simplemente no podía moverse... y reacciono, entre las botellas de licor, el pelo enredado con sus dedos, el rostro de otra mujer que creyó era ella y los amigos que reían y bromeaban con las desdichas de otros.

Descanso, tendiéndose en su cama fría, mirando el techo, como había llegado hasta allí, que le había hecho esa mujer, lo había embrujado. No solo lo había tomado por sorpresa y creyó sería la mujer de su vida... de su vida, que sin querer de a poco destruía... En sus sueños la veía a parecer sobre su pecho, a veces junto a el, a veces bajo las sabanas, a veces mirándolo con esos ojos negros... Despertó de sobresalto, el teléfono sabía que llegaría a ella y estaba cerca, más cerca de lo que creyó estar. Al recorrer los pasillo de vuelta a su habitación sonrió.

La manos frías le dolían, el hielo del invierno en la zona de montañas es indescriptible, se alejaba de la que sabía era su casa, a caballo iba a su encuentro. Después de medio día de camino, dos ríos y una llanura llego a su destino. Entro en las tiras húmedas de la costa, reconoció perfectamente el lugar que ella había descrito para él mil veces, antes de dejarlo... la voz clara de una mujer catando a la horilla de un sendero, mientras que trasportaba leños, se interrumpió al oír los cascos del caballo.

La figura delgada de la mujer se fue escondiendo entre arbustos para rodear el camino del desconocido, y de pronto el sonido nítido de los palos al caer al suelo le dijeron donde encontrarla, partió sin dudarlo tras ella, su caballo jadeaba, la luz atravesaba por entre los árboles, y la perdió… por segunda vez desde que la conocía la perdió... su rabia y frustración lo dejaron exhausto, con el alma partida, los ojos con lagrimas y la mezcla de rabia y perdida. La llamó, gritando su nombre mientras que andaba en círculos, hablándole de ellos, de lo que dejo al irse, de lo que el haría solo por ella, porque era la mujer de su vida... No hubo respuesta, ni ruido que le dijera siquiera si estaba herida, porque prefería creer eso, a asumir que huía de el.

El agotamiento al caer el sol era demasiado, se acerco a la casa y la busco, no había rastro de ella, no estaba, no había entrado o salido del lugar al menos desde que el llego. Se quedo junto a la casa por días, en la lluvia, bajo el sol abrasante del medio día, y sin siquiera buscar agua para saciar su sed, cuando se acabo la que traía. El sonido de un rama lo despertó, era ella la que lo miraba fijamente, no podía creer que estuviera allí, la había esperado por mas de quince días, su asombro mezcal de alegría le dieron esperanzas para creer que todo era cierto.


Caminaron juntos a la orilla del río, hablaron por horas de su nueva vida, de los cambios que harían… la noche, los tomo por sorpresa y cuando volvieron la cabaña, ambos estaban exhaustos. Libres de pronto de sus miedos, dejaron fluir sus emociones y se entregaron entre el ruido del los leños quemados y la luz de la luna. En plena oscuridad el le dijo, te amo.

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