lunes, 7 de octubre de 2013

la despedida

Estaba agotada, había tenido una semana de esas que me quitaban el ánimo y entre las celebraciones y las cosas agradables destacaba que todo estaba mejorando, y en eso estaba preparando algo para la celebración del día siguiente y… tocaron la puerta? Cuatro golpes suaves, mi madre se asoma y me reta para que abra la puerta, pero al mirar por el ojo y ver quien era…

“Hola”
“Hola, le traje esto a tu hijo.”
“Gracias”

Entro, dejo el regalo y busco mis zapatos (nunca tengo zapatos en casa), miro mi chaqueta y salgo al pasillo mirándolo y hablando casualmente de nada en particular. Caminamos al ascensor y cuando estábamos dentro me pregunta.

“A dónde vamos?”
“A fumar.”- respondo como si fuera lo más normal del mundo.
“No traje cigarros.”
“Yo tampoco…”

Así que paramos en su casa, saca una caja de Malboro corriente y dejo el delantal de cocina que no tengo idea porque no me había sacado y bajamos a fumar, yo cubierta por un pollerón de él. Hablamos de todo un poco, y  me doy cuenta que lo extrañé más de lo que creía, tirito de pies a cabeza en parte por el frío y en parte porque mi organismo está reflejando mi nerviosismo…

“No hace rato que no fumo…”
“Y porque estas fumando ahora”
“Porque estoy nerviosa… no suelo reaccionar tan bien, aunque creo que puede ser porque somos adultos que estoy reaccionando como tal…”-digo con naturalidad.

Me mira con esos ojos que reprochan tanta sensatez y que al mismo tiempo reconocen que soy yo quien siempre dice las cosas de frente y me da unos escalofríos que me hace tiritar como ya es el segundo cigarro me dice que mejor vamos, subimos y lo miro en el ascensor, es tan extraño verlo hace cuánto que no lo veo?... como mes y medio o más… no lo recuerdo y se ve tan serio, tan franco, tan desarmado, tan cerca… mi cabeza viaja por mis recuerdos y aunque no me habla porque está esperando que hable yo, me pregunto si se leerá en mi cara lo que pienso?

“Me carga esto?”
“Que?”- dice él.
“Saber que no vas a estar más”

Me mira y habla algo pero no lo escucho mucho, porque estoy pensando en él y en mí, en que me molesta saber que todavía lo quiero, que estar él me relaja… como si tu sola presencia fuera mi antídoto para el cansancio.

Mientras te detienes esperando algo, que no se para frente a la cama y lo abrazo por la espalda porque no quiero escuchar tu corazón, tengo miedo a lo que puedo hace y él me tomas las manos y me parece tan extraño estar en su casa, en su pieza abrazada a él, que olvido todo… y cuando me doy cuenta de lo lejos que llegue estoy en su cama, en sus brazos, sintiendo la calma que me hace sentir, sintiendo mi vida en una especie de perspectiva o controversia, que me hace dar vueltas la misma idea en la cabeza, esta es una despedida, de verdad quisiera no creerlo, quisiera cree que no es lo que está sucediendo porque quiero a este hombre que tengo al lado… pero en aras de la verdad esto es la despedida, que no había tenido conciencia el creyó que fue la última vez que lo vi y le digo la verdad a media de lo que pasa por mi cabeza cuando me pregunta ‘en que piensas’, le comento que lamentaba mis contradicciones y que no funcionáramos, que le agradecía haberme devuelto la noción de que era posible una relación, pero no sé si entiende hasta donde su presencia en mi vida tuvo efecto y no quiero decirle más detalles porque esta es la despedida y todos sabemos que se recuerdan, además pienso que no saco nada con decirle más si esto va a dar vueltas en mi cabeza un par de semanas antes de pasar a ese pasado cercano que no inquieta.

Me duermo con la sensación de que estoy en casa y descanso abrazada de él que por alguna razón actúa posesivo no me suelta mientras duerme, para cuando despierto quisiera repetir todo lo de la noche anterior, pero debo volver a mi vida, a mi hijo, a sus cosas, a mi familia que está de visita…

Así que mientras me visto y trato de despertar, lo miro, abre la puerta y luego de cruzar la puerta, lo dejo, parece que corro, porque después de cruzar no miro atrás, no me detengo y solo camino al ascensor creyendo que esta es la única manera de que mi cerebro no me reclame que no le di un último beso, o un último abrazo, o un último que se yo y como suponía mi cerebro empieza a reclamar en el ascensor, pero quiero controlar mi conciencia así que pienso y me doy cuenta que esta sensación es reflejo de que quiero más de él, quiero tenerlo en mi vida de modo permanente porque quiero a ese hombre…

Entro a casa y me acuesto, duermo junto a mi hijo que está profundamente dormido y que me abraza mientras duerme, me parece extraño conciliar el sueño tan rápido, despierto para preparar el cumpleaños más agotada de lo que había estado en toda la semana y con ganas de llorar, con ganas de gritar lo que me duele y tengo atorado en la garganta, pero resisto la mañana en casa de mi prima preparando las cosa que vamos a comer en un rato más y mientras que mi corazón reclama que no hacerle caso va a traer consecuencias a la alarga, le repito a mi conciencia que ahora no puedo desmoronarme, no ahora que está toda mi familia reunida y que desde hace dos años no nos juntábamos los seis hermanos y mis padres, que mis sobrinos juegan con mi hijo y mis padres disfrutan con mi abuela de la comida, están mis primas más queridas, mi mejor amiga y la hermana de mi papá, todos parecen contentos, todo parece perfecto y puedo decir de corazón que todo valió la pena.

Después de dejar a pequeño en cama y haber ordenado, mi mamá me da las buenas noches y me quedo junto a él en la cama, aún tengo la cabeza revuelta, las emociones contradictorias fluyen de modo extraño y me duermo con la ropa puesta, pensando que de verdad no sé porque estoy tan agotada, despierto en la noche, me duele el estómago y paso dos horas en el baño con la clara sensación de que esto es algo psicosomático y me acuerdo de mi corazón que reclamaba en la tarde que no hacerle caso traería consecuencias…

Para cuando vuelvo a dormir no tengo sueño y pequeño se mueve de un lado a otro así que le doy una leche y se queda profundamente dormido, finalmente concilio el sueño con la sensación de que estoy olvidando algo, pero no me preocupa ya lo recordaré.

Mi hijo y sus detalles me distraen, me hacen reír y jugamos haciendo cosas en la mañana en casa, disfrutando de la mañana y mis padres que aún están en casa, se marchan hoy, luego vamos al cumpleaños de mi tía, donde comemos algo rico y volvemos a casa a almorzar nos trae en auto la madrina de mi hijo con quien conversamos de los detalles del desayuno, pasamos la tarde con mi hermana, vamos a la plaza, al supermercado, a casa a tomar once y cuando ella se va, después de haber tratado de arreglar el mundo entre las dos, el regresa a mí, él y sus cosas, él y sus silencios, él y su distancia, él…

Me meto a la cama a ver mi teleserie y tratar de pensar en otra cosa que no sea él, pero entre que él protagonista me lo recuerda y que la situación de la teleserie no es tan interesante, no dejo de pensar en él y me duermo con su nombre entre los labios… Es raro saber que sus ojos me persiguen en sueños, que sus manos me tiran hacia él y que despierto tratando de recordar el sueño y solo recuerdo esos detalles. Es tan extraño saber que estoy bien pese a que sé que no estamos juntos y que lo quiero, tal vez llegue a ese punto en que quererlo es desinteresado y mientras que sepa que estará bien no me va a doler o que asumí que no puedo contra su historia y que mi cabeza tiene esa frase de él dando vuelta, ¿Quién sabe lo que va a pasar?’, que creo que nos volveremos a ver en el futuro aunque no tenga su teléfono, o su correo electrónico, ni su dirección… que así como el universo nos unió en este presente imposible, nos volverá a reunir en el futuro…

No hay comentarios.:

Publicar un comentario