Cómo pasé de un
miedo inexplicable a que no estuviera con migo; a no querer verlo por un par de
días? No tengo idea. Viviana se quedó con nosotros y Julián se quedó todos los
días en casa, pero no lo soportaba, llego un punto en que incluso me habría
gustado abrir la cortina de mi pieza y ver qué pasaba. Pero cuando llegaba la
noche todo volvía a su lugar, lo quería con el alma, lo deseaba como nunca… que
había en este conjuro que me hacía rechazarlo de noche? Debería hablarlo con
él?
Por si fuera
poco, mi cáncer había adquirido un grado de preocupante y mis cambios de ánimo
un poco de bipolaridad. Pero eso no era lo más extraño, lo más extraño es que
durante el día solo pensaba en mi médico y en hablar con él, disfrutar de su compañía,
producto de la serie de exámenes que me estaba haciendo lo vía más y
aprovechaba el tiempo para disfrutar de su compañía.
“Estas bien?”
“No… no lo
estoy, tengo nauseas”
“Debería ser yo
quien las tengas…”- respondió Viviana riendo, pero preocupada.
“Vivi, llévame al
hospital.”
Viviana saco el
auto, y corrió por las calle, yo llamé a Cristóbal, mi médico que me espero
fuera de la sala de urgencias, me ingresaron sin demora, me hicieron todo tipo
de exámenes, el dolor no se pasaba y llegué a creer que podría ser un problema psicológico
cuando aún no tenía respuestas, pero no era eso, era algo completamente diferente.
“Tengo malas
noticias”
“Porque son
malas voy a morir?”
“No, no por
ahora. Pero tienes una obstrucción en el colon, tendremos que hacerte un
drenaje. Pasarás la tarde aquí y te daré de alta mañana, con dieta blanda y
mucha agua.”
“No son tan malas
tus noticias, considerando que la última vez fue tienes cáncer y te puedes
morir en unos meses.”
“Siempre he
admirado eso de ti, como logras mantener el espíritu en alto, frente a todas
las catástrofes, el accidente que casi te quita una pierna, después la
recuperación, el coagulo en el corazón, el cáncer… eres una mujer excepcional.”
“No me
considero así, pero no saco nada con quejarme o quedarme atrás, eso no me va a
devolver el tiempo de vida, o la capacidad de disfrutar lo que me queda de
ella.”
“Debería haber más
gente que piense como tú”
“Cristóbal, yo
creo que me estas idealizando, no es tan elaborado lo que pienso, cuantos de
tus pacientes con cáncer piensan como yo?”
“Casi ninguno,
la gran mayoría está en etapas de negación o de aceptación, y los pocos que
quieren vivir, son los que están en faces terminales y suelen no alcanzar a
disfrutar mucho de última etapa…”
Cristóbal me
explico muchas cosas que nunca me había cuestionado sobre cómo enfrentar una
enfermedad terminal y cómo lograr sobrevivir con dignidad el diagnostico, y por
lo que describía, efectivamente yo era fuera de lo común. La enfermera entro
mientras hablábamos y me hiso firmar los papeles del procedimiento, luego de
eso fue por los implementos, nosotros seguíamos hablando de mil cosas con Cristóbal,
pero salió de la habitación para que la enfermera comenzara con el procedimiento,
del que no voy a dar detalles, pero que sólo diré no me agrado en lo absoluto, excepto
porque me quito el dolor que tenía en el vientre.
Viviana entro
cuando me quitaron el tubo y tomo mi mano, su rostro estaba pálido y tenía
señas de haber llorado.
“Estoy bien.”
“Me diste un gran
susto”
“Lo lamento, nunca
había tenido algo similar.”
“Te dijo el médico
porque ocurrió la obstrucción?”
“Cristóbal dijo
que habían muchas posibilidades, pero no tenía claro que me provocó la
obstrucción, tendré que estar a dieta blanda por una semana y tratar de
rehidratarme, igual ahora me van a poner suero con algo para ayudar a mi estómago,
me voy a quedar esta noche en observaciones.”
“No lo
entiendo, no te ves mal, no estas ni siquiera pálida, como es posible que estuvieras
tan mal y que no se te notara?”
“No lo sé”-
mentí y me sentí fatal por hacerlo.
“Bueno, la
enfermera dice que no hay problema en que me quede acompañándote y que si necesitamos
algo se lo pidamos.”
Mi hermana
estaba triste, podía ver que estaba controlándose para no llorar, así que
cuando fue al baño, llamé a Pablo su pareja y le pedí que la llamara para que la
calmara. Aunque no conozco realmente a Pablo, ellos llevan juntos solo año y
medio, podía sentir que me entiende y creo que será un excelente marido para mi
hermana, sobre todo porque la ama de un modo incondicional.
La tarde fue
divertida, vimos películas del cable y hablamos de los nombres para el bebé, cuáles
serían nombres que se prestaban para bromas y cuales eran nombres que tenían personalidad,
al final Viviana decidió que si era mujer podría ser Carla o Cristina y si era
hombre Manuel o Matías, el nombre definitivo lo tenían que escoger entre ellos,
pero tener dos alternativas era un gran avance.
Julián llego al
atardecer, venía corriendo literalmente, desde la casa, había despertado sin mí,
sin noticias y había utilizado una de sus capacidades ocultas, el rastreo, para
encontrarme.
“Rastreo?”-
pregunté cuando Viviana estaba en la cafetería.
La explicación
hacía que mi pregunta fuera burda, pero en fin, los vampiros podían rastrear
por el aroma a las personas, independiente de que estuvieran en una multitud, la
esencia de las personas es tan única, que no hay dos con aroma igual, aunque cambien
la dieta hay una esencia que no se modifica, y esa esta en nuestros cuerpo
sanos o enfermos. Julián percibió que subí al auto, que recorrimos las calles y
cando llego al cruce con la avenida Vespucio norte, no tuvo problema en
identificar el trayecto del auto, y deducir la ruta. Pero no corría porque
estuviera apurado, corría por miedo a que me hubiera pasado algo grave y no
alcanzar a verme.
Me beso las
manos, desde el borde de la cama, me miraba con expresión de desesperación. No soy
psíquica, pero creo que lo único que deseaba en ese minuto era que aceptara su
oferta y pedir la autorización para hacerme vampiro, pero hasta que yo no
pronunciara las palabras por voluntad propia, él no podía hacer nada.
Después de que le
conté que no era nada grave, y que se tranquilizara le conté de la conversación
con Cristóbal, al principio pareció una pisca celoso de mi médico, luego comenzó
a escuchar con más y más atención, yo tenía una idea que no alcanzaba a
entender y que el logro descifrar incluso antes de que la pronunciara en voz
alta.
“Podrías hacer
un taller como un grupo de apoyo, pero con actividades que les agrade a
pacientes de este hospital, para motivarlos”
Lo miré y sonreí,
eso era lo que me gustaba de Julián, su capacidad de traducirme mis
pensamientos a palabras. De pronto lo miré y me dio cargo de conciencia, había
pasado la tarde pensando en Cristóbal, había hablado con él e incluso
coqueteado, y ahora miraba a Julián y sentía este amor profundo del que estoy
segura, pero me pregunté si era justo para él que yo no le hubiera dicho nada.
Recordé la noche que llego desesperado, preguntando por otro hombre y pensé en
quedarme callada, pero luego miré sus ojos, ‘Como te voy a explicar esto?’ y
supe que él ya había leído mí mente.
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