Deje de lado las cosas y tome las cartas para jugar, el resultado del juego debía ser un rey y una reina, pero siempre acababa sola, y me pregunté cuándo llegará… cuando voy a conocer a quien se supone tengo que conocer, con quien se supone tengo que compartir mí vida… un mes, dos meses, cinco y estaba mal, admito que estaba mal, cansada de la monotonía, cansada de salir adelante simplemente, cuando trate de pedir ayuda, me di cuenta que no había como pedirla, a quien le voy a plantear que mi trabajo, mis estudios y mi vida parecen una constante sin sabor?
Hice un esfuerzo, tenía que hacerlo, pronto todo va a cambiar, estaba segura que sería así, aunque no había visto o conocido a nadie que valiera la pena y a nadie con quien relacionarme, no podía estar equivocada, era como cuando me embarace, en algún momento lo supe, con toda claridad iba a quedar embarazada, incluso lo hable con él padre de mi hijo, pero no lo admití, hasta mucho, muy tarde.
Pasó la mitad del año y llego otra vez la primavera y con ella mi esperanza crecía, pronto y de pronto me di cuenta que el invierno había sido muy monótono, que tenía que planear más cosas y me enfrasque en la celebración de cumpleaños, en las visitas entretenidas, en arrendar un departamento, en formar mi propia casa y las noches me las pasaba consolando mi soledad y recordando pronto todo va a camiar…
Cuando llego mi hijo, todo cambio, las tardes se volvieron coloridas, las noches un abrazo de pequeño, y pensé que quizá no importaba conocerlo, estaba feliz, ahora estaba realmente viendo mis metas concretarse… pero en el fondo de mi cabeza esta esa idea que por las noches me llenaba de sueños que recordaba algunas veces y otras olvidaba después del primer café, 'Pronto lo voy a conocer, paso el verano y llego el otoño y no había forma yo estaba resignada, jamás habrá tiempo en mi vida para nadie más que no seamos mi hijo y yo, mi horario lo impide, mi tiempo para socializar lo impide, y francamente no importa, estoy al fin sintiendo la alegría de saberme una persona con éxitos, y con eso soy feliz.
Así que ese día me levanté temprano, lave la ropa en la lavandería del edificio, salimos a comprar la feria y volví a casa pensando en preparar el almuerzo cuando apareció… frente a mi sin ser incluido en nada especial, en un minuto que francamente me habría gustado planear, apareció.
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