lunes, 15 de abril de 2013

Estas en mi vida (P14)

Salir del caos, entrar al mundo real... veamos que pasara


Estaba algo más repuesta del viaje, lamento no tener la energía de los 15 años para viajar al otro lado del mundo y estar como lechuga con 10 horas de sueño, pero me levanté y trate de verle el lado bueno al cansancio.
Julián dormía profundamente a mi lado, la habitación estaba en penumbras y cuando salí al pasillo todo estaba en penumbras, toque el interruptor de la luz y quedé sin aliento… la decoración era simplemente algo que no esperaba, los muebles y las paredes, los cuadros de dos o tres metros de alto… estaba en otro mundo, ahora entendía porque cuando le propuse viajar, Julián dijo inmediatamente “Vamos a España”.
Recorrí la casa mirando cada rincón con asombro, la casa que era de varios pisos parecía suspendida en el tiempo, los objetos más modernos podrían haber sido de comprados ayer y los más antiguos hace dos o tres siglos. La cocina tenia de todo, independiente de que todo estaba nuevo y que muy probablemente yo sería la primera persona que ocupaba la tostadora o la cuchillería.
Me serví un café, de pronto noté que en la mesa habían frutas, como en mi casa, que en el refrigerador había queso, mantequilla y mermelada, como en mi casa y de pronto caí en cuenta que este era otro más de los detalles de Julián, había querido recibirme en su casa dejando comida, de la misma que yo suelo tener en casa.
Preparé un jugo de naranja y me fui a caminar por la casa con el vaso en la mano, al llegar al living vi un espejo enorme, parecía un portal a otro mundo, y mire mi figura esbelta, mi cabello brillante y mis ojos ligeramente naranjos… terminé el juego dejé el baso en una mesa, volví a la habitación y besé a Julián.
“Gracias”
Sonrió a medias, aún muy dormido.
“Voy a salir a pasear por la ciudad, tienes algún reparo en eso?”
El gemido no era ni si, ni no. Le hice cariño en el pelo, y luego volvió a decir algo como ‘quiero acompañarte’ pero me pareció poco probable. Julián apunto a un reloj y balbuceo, ‘en una hora’.
En una hora, comenzaría el atardecer y el volvería a tener energía de sobra para hacer todo lo que yo deseara. Así que fui a buscar el cuarto de baño, que en este caso era un cuarto de cerca de tres metros por tres metros, con tina de patas de león, con cañerías de cobre a la vista y una serie de artilugios que no supe si eran adornos o cumplían alguna función importante en el tema de la distribución del agua.
Las toallas estaban en una repisa y después de dar el agua me bañe con calma, lave mi pelo, use un jabón con olor a miel y canela que me pareció de otra época y finalmente salí del agua sintiéndome no solo en tora latitud, sino que en otro tiempo.
De pronto estaba sola y de pronto él tenía mi peine en sus manos y cepillaba mi pelo, lo sentí tocar mi espalda húmeda con sus manos solo un poco más frías que las mías y me pregunté cuando me acostumbraría a él, cinco años y aún me provoca su contacto la misma sensación de deseo que la primera vez.
Julián me sonrió, había leído mis pensamientos y yo estaba haciendo exactamente lo que él quería, se agacho lentamente y me besó, me miró a los ojos mientras lo hacía como provocándome, desafiándome, así que tomando impulso me aleje hacia atrás, sentada en el aire, me reí de él. Trato de atraparme pero un segundo antes de que llegara a mí, yo me alejaba, subía o bajaba, el poder volar a voluntad y desplazarme en el espacio sin necesidad de cumplir con las leyes de la gravedad era algo que me gustaba, y poder esquivarlo, sólo por juego, era algo que me hacía sentir en igual ventaja.
“Vamos, deja que te atrape”
“Nop… jajaja”
Jugamos así por un buen rato, hasta que lo deje atraparme y cuando lo hiso valió la pena. Sus manos se desplazaban con intensidad por mi piel, sus besos eran cada vez más intensos, y sentía como su pasión comenzaba a intensificar todo, ya no era la única con deseo, ahora el me deseaba con la misma intensidad.
La unión fue diferente, sus ojos estaban de color verde y su expresión se suavizaba con cada movimiento, parecía más libre y más intenso que en casa, sus gemidos era más fuertes y por primera vez desde que nos unimos, escuche de sus labios un grito de placer, yo me dejé llevar por todo, no contuve el aliento, ni trate de aguantar mis emociones, seguí sus pasos hasta el último instante en que sin siquiera ponernos de acuerdo, ambos acabamos.
Más tarde me confesaría, que en realidad lo que más lo tranquilizaba, era que no había nadie alrededor, así que podríamos gritar, volar y sentir cualquier cosa, nadie nos vendría a pedir explicaciones o nos miraría raro al día siguiente…
Después de vestirnos y salir a pasear por la ciudad descubrí que me gustaba esta faceta relajada de Julián, se sentía en su salsa, estaba tranquilo, incluso sus pasos eran los de alguien con más confianza en sí mismo, así que me dejé llevar por su entusiasmo, recorrimos una gran cantidad de calles y vimos una gran cantidad de gente, la vida nocturna de la ciudad era fascinante. Este era efectivamente un buen lugar para descansar de los problemas de casa.

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