Estaba algo más repuesta del viaje, lamento no
tener la energía de los 15 años para viajar al otro lado del mundo y estar como
lechuga con 10 horas de sueño, pero me levanté y trate de verle el lado bueno al
cansancio.
Julián dormía profundamente a mi lado, la
habitación estaba en penumbras y cuando salí al pasillo todo estaba en penumbras,
toque el interruptor de la luz y quedé sin aliento… la decoración era
simplemente algo que no esperaba, los muebles y las paredes, los cuadros de dos
o tres metros de alto… estaba en otro mundo, ahora entendía porque cuando le
propuse viajar, Julián dijo inmediatamente “Vamos a España”.
Recorrí la casa mirando cada rincón con asombro, la
casa que era de varios pisos parecía suspendida en el tiempo, los objetos más
modernos podrían haber sido de comprados ayer y los más antiguos hace dos o
tres siglos. La cocina tenia de todo, independiente de que todo estaba nuevo y
que muy probablemente yo sería la primera persona que ocupaba la tostadora o la
cuchillería.
Me serví un café, de pronto noté que en la mesa
habían frutas, como en mi casa, que en el refrigerador había queso, mantequilla
y mermelada, como en mi casa y de pronto caí en cuenta que este era otro más de
los detalles de Julián, había querido recibirme en su casa dejando comida, de
la misma que yo suelo tener en casa.
Preparé un jugo de naranja y me fui a caminar por
la casa con el vaso en la mano, al llegar al living vi un espejo enorme,
parecía un portal a otro mundo, y mire mi figura esbelta, mi cabello brillante
y mis ojos ligeramente naranjos… terminé el juego dejé el baso en una mesa, volví
a la habitación y besé a Julián.
“Gracias”
Sonrió a medias, aún muy dormido.
“Voy a salir a pasear por la ciudad, tienes algún
reparo en eso?”
El gemido no era ni si, ni no. Le hice cariño en el
pelo, y luego volvió a decir algo como ‘quiero acompañarte’ pero me pareció
poco probable. Julián apunto a un reloj y balbuceo, ‘en una hora’.
En una hora, comenzaría el atardecer y el volvería
a tener energía de sobra para hacer todo lo que yo deseara. Así que fui a
buscar el cuarto de baño, que en este caso era un cuarto de cerca de tres
metros por tres metros, con tina de patas de león, con cañerías de cobre a la
vista y una serie de artilugios que no supe si eran adornos o cumplían alguna
función importante en el tema de la distribución del agua.
Las toallas estaban en una repisa y después de dar
el agua me bañe con calma, lave mi pelo, use un jabón con olor a miel y canela
que me pareció de otra época y finalmente salí del agua sintiéndome no solo en
tora latitud, sino que en otro tiempo.
De pronto estaba sola y de pronto él tenía mi peine
en sus manos y cepillaba mi pelo, lo sentí tocar mi espalda húmeda con sus
manos solo un poco más frías que las mías y me pregunté cuando me acostumbraría
a él, cinco años y aún me provoca su contacto la misma sensación de deseo que
la primera vez.
Julián me sonrió, había leído mis pensamientos y yo
estaba haciendo exactamente lo que él quería, se agacho lentamente y me besó,
me miró a los ojos mientras lo hacía como provocándome, desafiándome, así que
tomando impulso me aleje hacia atrás, sentada en el aire, me reí de él. Trato
de atraparme pero un segundo antes de que llegara a mí, yo me alejaba, subía o
bajaba, el poder volar a voluntad y desplazarme en el espacio sin necesidad de
cumplir con las leyes de la gravedad era algo que me gustaba, y poder
esquivarlo, sólo por juego, era algo que me hacía sentir en igual ventaja.
“Vamos, deja que te atrape”
“Nop… jajaja”
Jugamos así por un buen rato, hasta que lo deje
atraparme y cuando lo hiso valió la pena. Sus manos se desplazaban con
intensidad por mi piel, sus besos eran cada vez más intensos, y sentía como su
pasión comenzaba a intensificar todo, ya no era la única con deseo, ahora el me
deseaba con la misma intensidad.
La unión fue diferente, sus ojos estaban de color
verde y su expresión se suavizaba con cada movimiento, parecía más libre y más
intenso que en casa, sus gemidos era más fuertes y por primera vez desde que
nos unimos, escuche de sus labios un grito de placer, yo me dejé llevar por
todo, no contuve el aliento, ni trate de aguantar mis emociones, seguí sus
pasos hasta el último instante en que sin siquiera ponernos de acuerdo, ambos
acabamos.
Más tarde me confesaría, que en realidad lo que más
lo tranquilizaba, era que no había nadie alrededor, así que podríamos gritar,
volar y sentir cualquier cosa, nadie nos vendría a pedir explicaciones o nos miraría
raro al día siguiente…
Después de vestirnos y salir a pasear por la ciudad
descubrí que me gustaba esta faceta relajada de Julián, se sentía en su salsa,
estaba tranquilo, incluso sus pasos eran los de alguien con más confianza en sí
mismo, así que me dejé llevar por su entusiasmo, recorrimos una gran cantidad
de calles y vimos una gran cantidad de gente, la vida nocturna de la ciudad era
fascinante. Este era efectivamente un buen lugar para descansar de los
problemas de casa.
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