“Julián, sólo hablaba con la muchacha, no seas desagradable”
“Laila, ya es hora de que nos vallamos.”
La vampiro miraba a Julián sin expresividad en el
rostro, sus ojos verdes parecían igual de tranquilos que los ojos negros de él, pero de
pronto percibí algo de emoción, como si ambos se estuvieran midiendo en silencio.
“Bueno hagan lo que gusten, pero por favor que sea
rápido, Carlo está por llegar.”
“Entremos a tu casa”- dijo Julián en un tono que no
admitía reclamos y de pronto me pregunté porque ahora logro captar sus
emociones en la voz, era como si en breves segundos todo a mí alrededor se
hubiera puesto en alerta y viera detalles obvios que nunca había logrado
captar.
“No” -les respondí sin énfasis en el mismo tono que
él.
“Cariño, lo mejor es que me dejes terminar de
hablar con la muchacha, ya verás que no pasará nada grave.”- Laila parecía
desafiar a Julián.
“No está en ti, decirle lo que he callado, no está
en ti el que ella sepa nada de lo que no quiera saber o que no pregunte
directamente, si no te callas sólo provocaras daño, que no lo ves?”- Julián sonaba
algo angustiado.
Laila me miro a los ojos y luego de unos segundos,
se aproximó, susurrando al oído algo que apenas entendí y que tarde horas en reconstruir
completamente, la frase era algo así como ‘llámame cuanto antes, aún hay mucho
que decirte’, luego de esto dio media vuelta y casi tan rápida como un rayo
desapareció. Julián estaba junto a mí, no dijo nada, no hizo nada, quieto tan
rígido que parecía muerto y en algún momento supe que no estaba bien, que sus
brazos estaban más rígidos y que su mandíbula tenía una línea más tensa porque
estaba apretando sus sienes, que estaba preocupado y cuando iba a hablarme dio
media vuelta y revisando el panorama se elevó desapareciendo en el cielo.
Miraba hacia donde lo había visto desaparecer sin
percatarme que Carlo estaba junto a mí, su beso en mi mejilla me trajo de
regreso al presente, no pregunto que miraba y no le dije que estaba haciendo
parada en la puerta de mi casa mirando el cielo, supongo que ninguno quería
hablar de estos episodios extraños en los que yo miraba el cielo y el me miraba a mi tratar de encontrar algo en algún lugar de la oscura noche.
Cenamos y no hablamos muchos, nos sentamos a ver las noticias y no hablamos mucho mas, en mi cabeza estaba la conversación con Laila, ella había dicho algo que me había
dejado callada, ‘al invitarte tu vida se ata a la de la otra persona por el
tiempo en que vivas, o bien hasta que te vuelvas vampiro’, y una extraña idea
se comenzó a generar en mi cabeza, que tal si la sensación de que se me partía
el alma no era mía sino de él, que tal si la pena y la desazón de Julián eran esa especie de grieta que
percibía en mi pecho cada vez que avanzaba en mi vida con Carlo…
Carlo habló de su día, de sus cosas y cuando vio
que no respondía solo se acercó y me abrazo, parecía que supiera que yo estaba
pensando en Julián, pero no dijo nada. Y cuando a la noche me fui a dormir sin
más que un ‘que descanses’, no trato de besarme o de entrar a mi habitación,
cosa que francamente le agradecí. La noche se volvió fría y yo tenía que verlo,
tenía que hablarle, en mi cabeza daban vuelta las palabras de Laila, en mi
pecho la sensación de que la herida estuviera sangrando me hacía pensar que
necesitaba una explicación. Cuando estuve segura de que Carlo dormía en la
habitación de al lado, me elevé y con todas mis fuerzas llame mentalmente a
Julián, pasaron minutos en los que me repetía que no era como si tuviera un
teléfono y ahora que me acordaba el había eliminado el suyo poco después de la llegada de Carlo a Valpo, pero quería creer que cuando yo pensaba en él, tenía qué escucharme, así que seguí
llamándolo mentalmente hasta que no supe si alucinaba o lo estaba escuchando en
mi cabeza contestar ‘no puedo’, y de pronto miré por mi ventana y simplemente
salí volando, recorrí varias calles y llegue a un edificio abandonado, no había
entrada y las paredes apenas se mantenían en pie, la fachada de una casa de
principios del siglo pasado, delataba la riqueza de esa casa y la decadencia las tablas que cubrían todas las ventanas y puertas, así como los grafitis en la pared. Volé por encima del edificio, y de pronto lo tenía frente
a mí… Julián…
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