La luz del amanecer se volvió regular y
Laila seguía girando sobre sus talones en el techo de la habitación
argumentándome razones para vivir, mientras que yo comenzaba a sentir angustia por
ella, el día estaba comenzando... La cara de Laila se inundó con la luz de sol y
no pasó nada, no hubo brillos extraños, no hubo chispas, su piel no se
incendió, ni siquiera pareció darse cuenta de lo que pasaba, mientras que todos
mis miedos y angustias aceleraban mi corazón y hacían sonar las maquinas, Laila
bajó del techo tomo mi mano y sonrió.
“Este es otro secreto, yo descubrí un
modo de estar al sol y no morir por ello, pero aún está en fase experimental
así que no lo he compartido con nadie, pronto se lo diré a Julián...”- dijo riendo algo traviesa y relajando
por primera vez su tono de voz.
La miré tratando de entender lo que me
decía con la mayor rapidez que mi cerebro podía, pero la
enfermera entro y preguntó que había motivado el alza de frecuencia cardíaca y
antes de que pudiera hacer algo, me inyecto un sedante. Cuando desperté no supe si habían
pasado unas horas, unos días o semanas, estaba cansada, estaba francamente
cansada.
“Cariño, hoy nuestra hija me sonrió, es
tan hermosa, me gustaría que pudieras tomarla, tiene tus pestañas y se ve
fuerte.”
Lo miré y él supo que estaba consiente,
llamo al médico y me habló de cosas que no entendí, al parecer no todo estaba
perdido en mi caso… no todo me llevaría a la muerte otra vez y salvarme no
sería producto de la magia de los vampiros, sino que de la ciencia de los humanos, no pude
evitar derramar una lagrima mientras escuchaba.
“La droga es experimental, tiene que
firmar el consentimiento para su uso, pero dado su estado, bastará con su
consentimiento verbal.”
Miré a Carlo y mire a la bebé que
cargaba en sus brazos, una necesidad imperiosa de tenerla en mis brazos y
besarla, me ayudaron a decirle que si con un movimiento de cabeza que fue casi
mínimo, pero que para mí fue toda una odisea, tan agotadora que me quedé
dormida pocos minutos mas tarde. Creo que era el mismo día o la misma tarde…
Laila estaba en mi habitación tomando mi mano.
“Despierta no tengo mucho tiempo más
para hablar, pronto llegará Julián, vas a probar la droga experimental, tal vez
eso ayude a convencerles de que no es mágico tu recuperación y tal vez puedas
aceptar mi ayuda.”
“Laila… déjame ir…”- logre articular
mientras ella sostenía mi mano en el aire.
“No, no lo acepto, puedes vivir… estoy
segura que es lo que quieres en el fondo, lo que sentiste cuando viste a tu
hija, lo que anhelas, yo puedo dártelo puedo ayudarte… acepta mi ayuda.”
La miré a los ojos, era cierto quiero
vivir, quiero disfrutar a mi Maura, quiero correr otra vez y no estar acostada
en una cama, pero a qué precio es todo eso?, sabía que no se daría por vencida,
la miré largo rato sin decir nada, sin pensar nada, ella estaba cada vez más
angustiada y triste, mi supervivencia le estaba activando recuerdos de otra
vida o de otras vidas, de otras personas a las que no pudo salvar esta
alquimista, inspire hondamente, trate de articular sin agotarme pero me agoto
igual.
“Acepto”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario