martes, 14 de mayo de 2013

Estas en mi vida P33

Salir del caos, entrar al mundo real... veamos que pasara

Parte 33 - La llegada de Maura

Recuerdo algunas cosas vagamente y en desorden, así que trataré de escribir lo mejor que pueda, al final mi médico sólo pidió que hiciera eso.


Quise olvidar muchas veces este momento de mi vida, en parte porque me debatía revivir emociones y sensaciones que tuve en esos mese, trataba de simplemente no dejar plasmado en ninguna parte lo que había ocurrido en las semanas que trataron de hospitalizarme para intentar mantener a mi hija en el vientre y que así naciera con la fuerza suficiente para vivir y sobrevivir en el proceso, porque me negué simplemente a estar en un hospital y permanecí en casa con los mismos cuidados.


En todo este proceso, durante el ma la mañana y tarde mi hermana y su futuro marido se turnaban para estar conmigo en casa. Mi mamá venía a verme seguido, aunque parecía haber envejecido diez años y mi papá buscaba entre sus mil y una ocurrencias temas para hablarme en esas visitas que traían juegos, antojos de alguien más y música. 


Recuerdo que cuando llamó la mujer de la galería para informarme que habían vendido cinco cuadros más, fue el tema que hablaron todos cómo si repetirlo fuera algo nuevo, o quizá sólo pretendían decirme que tenía razones para creerme una artista o algo así.


Quedaba un mes para la fecha de parto cuando mi organismo dejó de funcionar correctamente, dormía casi todo el día, Carlo y Julián se turnaban noche por medio y mientras que trataba de mantenerme despierta una noche, los escuché argumentando que no era necesario que Carlo estuviera despierto toda la noche, porque Julián tenía la libertad financiera y laboral para estar la noche entera a mi lado, mientras que el otro necesitaba presentarse al trabajar todos los días hábiles de la semana para poder ganar el sustento para su hija. Me costó explicarle esa noche a Julián que no era quién para dirigir el orden o las visitas que tenía, porque si todo pasaba como decían las predicciones, no me quedaba tanto tiempo de vida y si Carlo quería perder su trabajo, ese era su problema, al final estaba haciendo una declaración silenciosa de que yo era más importante que su propio futuro.


La ambulancia llegó cerca de las cinco de la mañana, Carlo estaba medio dormido y Julián le pegó una cachetada para hacerlo reaccionar, no sé si por ira o angustia, pero eso hizo. Luego de asegurarse que estaría cuidada por Carlo y se fue a buscar refugio, el sol comenzaba a salir por el horizonte, el verano hace que amanezca más temprano, quizá por eso la violencia.


En la Clínica Reñaca el médico de turno llamó a Cristóbal y este corrió a viña para estar presente en el parto y ver cómo ayudar, con el bebé fuera de mi cuerpo, podía empezar con el tratamiento medicamentoso inmediatamente. Supe que mi caso estaba siendo tan diferente a otros, que era probable que lo documentaran extensamente, mientras que para mí era obvio que la única razón por la que tenía tan buen ánimo ad portas de mi muerte, era por la 'invitación' a la comunidad de vampiros que había conjurado Julián y nota dormía gran parte del día, me habían puesto oxigeno.


"Estás en labor de parto, tu hijo puede nacer perfectamente ahora, aunque viene adelantado tres semanas, sabemos que sobrevivirá, lo que no tenemos claro es si tu sobrevivirás al proceso... ¿Qué quieres que haga si tengo que decidir?"- dijo Cristóbal con el rostro contrariado.

"¿Decidir qué?" -pregunté mareada por la anestesia.

"En un parto hay más de una variable, si llegara a ponerse complicado el tema y hay que optar entre el bebé y tú... "

"El bebé."- respondí mientras me desvanecía.

"Nélida... Nena… Nena... "- escuche gritar a lo lejos a Cristóbal


Cuando desperté estaba en la sala de parto, una enfermera gritaba mis signos vitales, el ginecólogo ordenaba que me sentaran y Carlo sostenía mi mano, rogando a la virgen que todo saliera bien (literal rezaba), recibí una cachetada de parte de la enfermera y logré reaccionar completamente.


"Todo va a estar bien lo prometo"- susurraba Carlo en mi oído


Y por primera vez en todo el día no sentía miedo, dolor o pánico. Me sentí yo, mientras que el médico algo confundido me miraba a los ojos esperando que me pusiera manos a la obra en pujar, besé a Carlo y le dije:


"Es tuyo, mi hijo es tuyo, críalo con cariño, necesitará saberse amada, porque no va a tener mamá -y aunque el me trato de besar para callarme, seguí hablando- lamento no haberte amado como a Julián, pero créeme que te quise muchísimo y perdóname por dejarte sólo con ella... Ella se va a llamar Maura... llámala Maura"


Y cuando dije esto, puje con todas mis fuerzas, la bebé se coronó y dos pujos después estaba naciendo, luego de eso me desvanecí, muy a lo lejos escuchaba los gritos y lo último que recuerdo fue el llanto de mi hija.


Cuando apareció Laila la noche del viernes, Julián trató de sacarla antes de que la vieran las enfermeras, que asumieron que ellos eran hermanos o algo así y me luego las escuche contando rumores de que por varios días, la vampiro había intentado entrar a verme sin éxito porque Julián lo impedía, no estaba despierta, pero tampoco dormida.


Durante el mes anterior que había transcurrió muy lento, con las máquinas que sonaban día y noche, yo durmiendo tanto que era raro verme despierta, había experimentado lo mismo, veía como mi hermana se conmovía aunque ella estaba más flaca y ojerosa, por lo que no había logrado ajustar su vida a esa dinámica de cuidarme en casa y trataba de estar presente cada vez que abría los ojos, como prediciendo que esto era muchísimo más determinante de lo que nuestros padres se habían permitido pensar.


Me parece tan raro pensar que esto pasara antes y luego, después del parto cuando se suponía que estaba sin respuesta física aparente recuerdo a mi padre mirarme y besarme la frente sin decir nada, solo llorando… Viviana junto a mi cama, llorando y enojada conmigo, me decía que era una irresponsable por dejar a la bebé sin mamá y a su hija sin su tía favorita. También recuerdo a mi madre, quien me decía que ella no sabía porque, mas estaba segura de que abriría los ojos. También haber visto a Carlo quedarse junto a mí en la cama casi todo el día, que me hablaba con la bebé en brazos, contándome que tenía mis ojos y se veía fuerte, que la amaba y que se llamaría Maura Macarena, que el segundo nombre era por su mamá. Recuerdo a Julián mirándome y reclamándome que no le hubiera dado permiso para volverme un vampiro cuando aún estábamos a tiempo y que no podría olvidarme en dos vidas, que esperaba algún día poder conciliar el sentimiento, pero jamás olvidarme y finalmente recuerdo a Laila.


La mañana había sido tranquila, había sol en la ventana y mi hermana me hablaba.


“...Dime que quieres hacer en tu funeral”- dijo ella seramente.

“Vivi, déjame morir en paz”- respondí despertando.

“¿Cómo?... ¡Despertó!... Mamá… despertó.”- gritaba mi hermana.


Todos me rodearon. 


Pasarían unas horas extrañas en las que me explicaron que el problema no era la leucemia, era que mi cuerpo no debió soportar el embarazo, porque entre la anemia, la falta de oxígeno había un daño grande que no sabían cuánto duraría, que además era probable que no pudieran salir pronto del hospital. Me habían hecho una transfusión de glóbulos rojos enriquecidos y eso me había despertado, pero no tenían claro cuánto tiempo duraría el efecto y que debía esperar lo mejor, porque había sobrevivido. 


Tenía flashback del parto, de cuando me llevaron a la sala de parto y rogaba para poder ver por lo menos una vez a mi hija, pensaba que si había sobrevivido un mes y medio lo mínimo que le pedía a la vida era ver sus ojos y sostenerla en brazos. Mis pensamientos viajaban entre el presente y el pasado desordenados, pensaba que quizá ese abrazo de mi hija me permitiría saber qué era ser madre antes de partir de este mundo. 


Sí, había hecho las paces con la idea de que moriría y no era por la predicción que había dicho Julián, era porque estaba agotada, cada vez que abría los ojos y volvía a la vida mi cuerpo fallaba de algún modo, si no eran las arritmias, era la impotencia de no poder ni sostenerme en pie, había olvidado lo que era levantarme de una cama y no podía ni ducharme fuera de ella, tenía moretones y algunas heridas por estar tanto tiempo en cama, al punto que me obligaban a cambiar de posición, pese a que sólo podía respirar bien cuando me ponía de costado hacia la izquierda.


Recordaba la silla de parto, donde te obligan a tener las piernas abiertas el médico y la matrona, esperaban, recordaba las contracciones sin anestesia comenzando en casa y volviéndome loca en el hospital y pese a que quería gritar, pero no tenía aire… Recordaba que una fuerte contracción me obligaba a pujar, sostenía mi vientre con las manos y escuchaba las instrucciones, antes de que entrara el anestesista para liberarme de ese dolor y dejarme mareada.


“Doctor el ritmo cardiaco el bebé está estable.”

“Excelente, este es el mejor panorama. Tú puedes Nélida.”

“Ayúdenla a sentarse… Eso… Sigue pujando… Puja… Puja… Eso, así se hace… Vamos…”

“Doctor, está saliendo bien”

“Revisen que no se raje”

“Tú puedes… sigue así… Puja… bien, bien, tú puedes… ¡Puja!”


En ese momento, la enfermera que me había cacheteado se acercó por la derecha y poniendo sus manos en mi vientre, empujó hacia abajo lo que ayudó que la bebé saliera, no sabía si era un sueño o era realidad, quise gritar de dolor pero no tenía aire. Volví a tratar de respirar pero algo había pasado y no conseguía recuperar el aire… Cuando desperté tenía dolor en el vientre, sentía un extraño vacío en mi vientre y Laila estaba a mi lado. 


“Estas soñando otra vez con el parto, despierta”- dijo Laila

“¿Cómo conseguiste entrar?”- dije en un hilo de voz y con falta de aire.

“Soy su creadora, lo conozco, era cosa de tiempo.”- respondió acercándose a mí oído.

“¿Por qué estás aquí?”- logré articular después de un momento que parecía eterno.

“Porque te puedo salvar.”- respondió otra vez en un susurro casi imperceptible.


Empezaron los sonidos, pitidos de alerta y volver a desvanecerme,


"Despierta- susurró en mi oído otra vez Laila y yo abrí los ojos-, puedes vivir... Puedes vivir una larga vida junto a tu hija, existe un conjunto del que no he hablado con Julián y que no implica que te vuelvas vampiro... Pero tendrás que morir al menos una vez, para que este sea conjurado y tal vez quedes con secuelas irremediables."


Miré a los ojos a la vampira que consideraba mi amiga, después de que se hubiera vuelto incondicional a mí embarazo y estuviera todas las noches intentando acompañarme mientras Julián la bloqueaba y no creí lo que decía, me sonaba a falsedad absoluta. Por otro lado estaba asustada, ¿Qué significaba que tenía que morir? Y si al morir no regresaba. Trataba de a aferrarme a la vida, de pelear con todas mis fuerzas para resistir en este cuerpo cansado, quería ver a mi hija y me imaginaba tomándola en brazos, riendo con sus gracias, la sensación de cansancio me embargaba, quería dormir un poco, pero Laila estaba determinada a que la escuchara y apoyando su mano en mi mejilla habló en susurros.


"Puedes vivir, me escuchas, hay un conjuro... es alquimia de otros tiempos, pero puedes vivir... El único problema que tengo para hacer el conjunto es que tienes que consentirlo y créeme que te lo hubiera dicho antes si hubiera tenido claridad de que no le dirías o transmitirías nada a Julián, esto que pocos vampiros sabemos."


La miré directo a los ojos, y traté con todas mis fuerzas de que entendiera el mensaje leyendo mi mente: 'Explícamelo', ella me miró y respondió en el mismo susurro.


"El conjuro se llama resurrección, debes morir y luego debes resucitar, es importante que sepas que mientras hayas muerto tu cuerpo se va a deteriorar y luego se va auto regenerar, que lo complejo es que en tu caso hay mucho tejido dañado producto del cáncer y no tengo claridad si este conjuro puede regenerarte completamente... Pero te puede devolver la vida un día más tarde de que hayas muerto."


Trate con todas mis fuerzas de volver a hablarte, transmitir una única palabra me parecía una tarea titánica, porque mi cerebro estaba como anestesiado, 'opción dos' logre pensar y Laila rió por lo bajó.


"Volverte vampiro, podrías vivir por siempre y solo deberás dejar a tu familia mortal en unos años, fingiendo tu propia muerte... pero puedes tener una buena vida unos... quince años. Tu único problema sería el bebé..."


No era mi único problema, no era la única alternativa, pero estas eran las alternativas para vivir que tenían ellos y para bien o para mal había que considerarlas.


Cerré los ojos no supe cuánto tiempo o si me había desvanecido mientras solo trataba de lidiar con que esta sería la segunda vez en mi vida que me salvaba la vida la magia y no la realidad, y si esta magia no era la misma que me había hecho caer en el espiral descendente de catástrofes en el que vivía desde que conocí a Julián... 


¿Qué habría pasado si hubiera muerto esa tarde al cruzar la calle y si él no me hubiera rescatado?, ¿Qué pasaría si él no hubiera estado conmigo en mi primer ataque cardiovascular? ¿O después de la recuperación del cáncer? O en tantos otros momentos en los que la muerte aparecía y ellos la burlaban por mi. Era realmente justo que siguiera viviendo, había hecho algo de mi vida, algo valioso, ¿habrían consecuencias irremediables para mi descendencia? Un súbito miedo y frío me invadió el cuerpo cuando abrí los ojos y vi la mirada de Laila esperando mi respuesta.


'Laila déjame ir', pensé con todas mis fuerzas.


Pero ella no se quedó conforme, se elevó por la habitación dando vueltas indignada y contrariada, más que una vampira enojada como las de las películas en las que muestras una suerte de lado diabólico, Laila se veía como una chiquilla enojada y sin argumentos, caminaba de un lado a otro, retorcía sus manos y me miraba con angustia.


"No puedo dejarte ir, eres mi... eres la mujer de Julián... eres una persona que vale la pena tener al lado, vale la pena que estés viva y que seas madre, ¿Cómo vas a dejar a tu hija?, ¿Cómo....?"


Laila habló cosas que parecían venir de su propio pasado, de su propia historia, no era yo solamente a quien trataba de salvar y me preguntaba porque estaba en mi habitación si parecía que pronto saldría el sol, pero no se fue. Rallaba el alba, los rayos implacables inundaban la habitación con sus tonos de rojo y ella seguía parada sobre el techo hablando y haciendo cosas que no parecían solo dirigidas a mí, pero que lo eran.

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