miércoles, 15 de mayo de 2013

Estas en mi vida (P 34 y 35)

Salir del caos, entrar al mundo real... veamos que pasara

Parte 34 - Quiero vivir

La luz del amanecer se volvió regular y Laila seguía girando sobre sus talones en el techo de la habitación argumentando razones para vivir, mientras que yo comenzaba a sentir angustia por ella, el día estaba comenzando... La cara de Laila se inundó con la luz de sol y no pasó nada, no hubo brillos extraños, no hubo chispas, su piel no se incendió, ni siquiera pareció darse cuenta de lo que pasaba, mientras que todos mis miedos y angustias aceleraban mi corazón y hacían sonar las máquinas, Laila bajó del techo tomo mi mano y sonrió.


“Este es otro secreto, yo descubrí un modo de estar al sol y no morir por ello, pero aún está en fase experimental así que no lo he compartido con nadie, pronto se lo diré a Julián...”- dijo riendo algo traviesa y relajando por primera vez su tono de voz.


La miré tratando de entender lo que me decía con la mayor rapidez que mi cerebro podía, pero la enfermera entró y preguntó qué había motivado el alza de frecuencia cardíaca y antes de que pudiera hacer algo, me inyectó un sedante. Cuando desperté no supe si habían pasado unas horas, unos días o semanas, estaba cansada, estaba francamente cansada.


“Cariño, hoy nuestra hija me sonrió, es tan hermosa, me gustaría que pudieras tomarla, tiene tus pestañas y se ve fuerte.”


Lo miré y él supo que estaba consciente, llamó al médico y me habló de cosas que no entendí, al parecer no todo estaba perdido en mi caso… no todo me llevaría a la muerte otra vez y salvarme no sería producto de la magia de los vampiros, sino que de la ciencia de los humanos, no pude evitar derramar una lágrima mientras escuchaba.


“La droga es experimental, tienes que firmar el consentimiento para su uso, pero dado su estado, bastará con su consentimiento verbal.”


Miré a Carlo y mire a la bebé que cargaba en sus brazos, una necesidad imperiosa de tenerla en mis brazos y besarla, me ayudaron a decirle que si con un movimiento de cabeza que fue casi mínimo, pero que para mí fue toda una odisea, tan agotadora que me quedé dormida pocos minutos más tarde. Creo que era el mismo día o la misma tarde… Laila estaba en mi habitación tomando mi mano.


“Despierta no tengo mucho tiempo más para hablar, pronto llegará Julián, vas a probar la droga experimental, tal vez eso ayude a convencerles de que no es mágico tu recuperación y tal vez puedas aceptar mi ayuda.”

“Laila… déjame ir…”- logré articular mientras ella sostenía mi mano en el aire.

“No, no lo aceptó, puedes vivir… estoy segura que es lo que quieres en el fondo, lo que sentiste cuando viste a tu hija, lo que anhelas, yo puedo dártelo puedo ayudarte… acepta mi ayuda.”- dijo en un tono de voz que era de súplica, estaba segura.


La miré a los ojos, era cierto quiero vivir, quiero disfrutar a mi Maura, quiero correr otra vez y no estar acostada en una cama, ¿pero a qué precio es todo eso?, sabía que no se daría por vencida, la miré largo rato sin decir nada, sin pensar nada, ella estaba cada vez más angustiada y triste, mi supervivencia le estaba activando recuerdos de otra vida o de otras vidas, de otras personas a las que no pudo salvar esta alquimista, inspire hondamente, trate de articular sin agotarme pero me agoto igual.


“Acepto”.


Parte 35 - Despertar

La tarde se extendía y había estado consciente por cerca de una hora, o eso calculaba, la verdad es que me costaba demasiado tener una noción clara del tiempo, sólo sabía que fuere de día o de noche siempre estuve acompañado, por mis padres, mi hermana o su marido, Carlo, Julián y ahora también Laila. 


Todos se turnaban de día y de noche para acompañarme, el cariño y la unión que había generado mi estado era conmovedora, otra vez mi historia se propagaba por los pasillos del hospital, las enfermeras y médicos contaban cómo había sobrevivido a varias colapsos generales, como lograba volver de la muerte y como llevaba tres semanas completos luchando por vivir… Tres semanas de las que apenas y recuerdo fragmentos borrosos, pero no solo la unión de mi familia y de los hombres que me rodean era llamativo para las enfermeras, la maravilla de mi hija que estaba completamente sana ponía la nota milagrosa y la excepcionalidad a la historia.


Laila llego a mi habitación acompañada de Julián, se notaba que habían discutido, pero no tenía idea el tema y no me dijeron nada, luego cerraron la puerta, bajaron las corinas y armaron todo para dejarme en una especie de habitación ritual, Julián extendió una tela de color lila sobre mi pecho y dibujo sobre ella un circulo, tomo velas de colores rojo y naranjo que hizo flotar a mi alrededor haciendo un circulo más grande, las velas flotaron siempre en el mismo sentido, contrarios a las agujas del reloj y a la misma distancia formando un circulo perfecto. Laila tomaba un poco de hierbas que revolvía en un pote que parecía de madera, se veía añoso, gastado… Estaba cansada pero Laila trataba de ayudarme influyendo para que me despertara, el silencio parecía extenderse por el hospital hasta que no escuche ni un solo ruido, Laila agrego algo de agua y luego de unos minutos coló la sustancia y me la dio a beber, un sabor viscoso y amargo recorrió mi garganta y pude percibir claramente que recorría mi esófago, y llegaba hasta mi estómago, donde se anidaba en una suerte de detención temporal, luego comencé a sentir calor, un calor leve al principio hasta volverse tan intenso que me dolía todo el cuerpo, sentía mis venas hirviendo, sentía mi cuerpo levantarse de la cama, las velas hacían su trayectoria más rápida, el polvo del círculo se elevaba y cubría mi cuerpo como si fueran una cortina semitransparente, mis manos transpiraban, el dolor era tan grande, el calor era tan intenso, que no resistí mucho más antes de caer inconsciente, lo último que recuerdo fue el brillo que emanaba desde mí, un brillo intenso.


Cuando desperté otra vez era de día y estaba mi madre a mi lado, rezaba el rosario, sostenía en las manos su rosario, ese que las perlas tenían forma de rosas que tiene olor a rosas además, el que sólo saca cuando había algo realmente complejo pasando y deduje que había estado más de un día sin conciencia. La miré rezar y sonreí cuando ella levantó la cabeza, me miró incrédula y después de levantarse y tomar mi mano, comenzó a gritar:


‘Doctor… ¡Doctor!...’


Aún estaba confundida, cuando el médico comenzó a revisar mis signos vitales, a revisar los resultados de los exámenes y otras cosas, estaba cansada pero no me dormí y miraba a todos lados esperando que alguien me dijera: ¿cuánto tiempo había pasado y donde estaba mi hija?


“Hola, ¿cómo estás?”- dijo Carlo.

“Cansada, pero no quiero dormir… ¿Dónde está Maura?”

“Maura está en casa, la traerá tu papá en un momento más”- respondió Carlo que había llegado casi quince minutos más tarde de que desperté.

“¿Qué fecha es hoy?”

“El médico me pidió que te dijera las cosas lentamente, tienes mucho que asimilar, así que vamos a ir lentamente…”

“Bueno, ¿Qué día de la semana es hoy?”

“Es Miércoles.”

“¿Qué otra cosa puedes decirme?”

“Que según el laboratorio, no tienes rastros del cáncer, estás completamente sana.”


Lo miré incrédula… Sana… Yo estaba libre del cáncer, podría hacer mi vida otra vez sin tener que vivir con él sino del cáncer… Sana…


“¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?”

“Cerca de un mes.”

“Un mes… ¿Qué más ha pasado?”

“Estuviste muerta por ocho minutos el último día y después de eso te conectaron a una máquina para darte asistencia artificial, te desconectamos hace tres días y estábamos esperando que despertaras o que…”

“Que no despertara.”

“Si, eso.”


Miré a Carlo que parecía el novio del año, con su sonrisa de oreja a oreja y me pregunté porque yo no me sentía tan feliz como él. Mi papá entró a mi habitación con la bebe en los brazos, estaba tan grande… Tan grande… Que mis lágrimas brotaron como río cuando la tomé en brazos y créanme que la habría sostenido el resto de la tarde en brazos si no fuera porque cuando comencé a agotarme sentí mis brazos débiles y tuve que devolvérsela a Carlo por miedo a que se cayera.


Laila llegó al atardecer con Julián y ambos se sentaron en sillas frente a frente, al parecer aún había algo de conflicto entre los dos, pero no se molestaron en hablar de ello, solo se quedaron mirándome y esperando que les contara algo, pero que les iba a decir… Mi padre se quedó hasta tarde conmigo, lo cierto es que los niños no pueden estar en lugares como la UTI o la UCI, pero como mi caso era conocido por todos, las enfermeras se encargaron de traer leche, conseguirse pañales y trataron de ver que me pudiera quedar hospitalizada con ella, pero el médico lo desestimó por ahora. Así que mi papá se quedó hasta las once de la noche para que yo pudiera disfrutar de mi hija de un mes de edad… Un mes ya...


“Deberían saber que tengo claro que han estado discutiendo y creo saber el tema, pero creo que es hora de que se tranquilicen, las cosas están bien.”- le dije cuando estuvimos solos.

“No, no lo están.”- reclamó Julián.

“Entonces dime, ¿qué hace que no lo estén?, ¿Qué ha pasado?”- dije tratando de no mostrar malestar, aunque la verdad no era sencillo.

“Laila hizo una fórmula para poder estar al sol un par de horas durante el día y lleva diez años probándola y no me había dicho nada de eso a mí”

“¡Ha!, te ha contado.”

“¿Como, ya lo sabías?”

“Si, ¿qué otra cosa anda mal?”

“La fórmula que aplicó para salvarte la vida, no la había probado más que en gatos enfermos y tres de los siete se habían muerto, sólo uno se había recuperado realmente el resto habían quedado tullidos, o mal de algún modo.”

“Eso me parecía probable.”-respondí serena.

“¿Te dijo que lo que hizo es similar a volverse vampiro?”


Miré a Julián, eso no estaba claro, eso nunca me lo había imaginado, ¿A qué se refería exactamente cuando decía que similar a volverme vampiro?, ¿Ahora chuparía sangre como ellos?, ¿Tendría ocultarme de la luz?… No creo, estuve todo el día en mi habitación y no pasó nada… Comencé a entrar en pánico y Laila me tomó de la mano.


“No nada de eso, descubrí una fórmula de inmortalidad. Algo que no se había probado en humanos nunca, solo en gatos, aun puedes morir, o te pueden matar, pero en términos técnicos tendrás posibilidades de inmortalidad, por lo menos de cien años, no vas a envejecer mucho, lo que las hierbas hacen es detener tu proceso de envejecimientos y bueno te verás relativamente joven siempre…”


Si eso no sonaba tan mal, ¿Por qué no le parecía bien a Julian? Laila me miraba con sus ojos llenos de alegría, se sentía satisfecha de sí misma, había logrado inmortalizarme de algún modo y podríamos aprender la una de la otra muchas cosas, además no había dejado de ser humana… ¿o si?


“¿Por qué a Julián no le parece bien?”- dije finalmente omitiendo la pregunta que tenía en mi mente.

“Porque no podrás volver a tener familia, porque tal vez nunca más te enfermes o un resfrió te mate, porque podrás hacer muchas cosas en tu vida, pero tendrás que ir dejando a un lado a tu gente paulatinamente para que no sospechen de que eres inmortal y porque como mi maldición, la tuya significará que verás a tus nietos envejecer a la distancia, nunca podrás tener a tu familia contigo… y eso ella no te lo dijo.”


Parpadee dos veces, seré inmortal… podré ver a mis nietos de lejos… esto era más de lo que quería saber por hoy, la cabeza me empezó a dar vueltas y de pronto ya no supe más de mí.


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