Parte 28 - Decir la verdad
Pálida y algo alegre sentía su aroma dando vueltas a mi alrededor.
¿Era tan malo haberlo visto anoche?, ¿Era tan malo hablar con él?, ¿Era tan malo seguir con esta mezcla de realidades?...
Mi ex ahora era mi amante, mi actual pololo no tenía idea de que mi ex había regresado a mi vida y gracias a las ventajas del hechizo de la comunidad de vampiros, nadie se daba cuenta que había estado durmiendo cerca de una hora por día en las últimas semanas y la verdad es que además de más pálida no había otra cosa me delatara, aunque esto no implicaba que mi conciencia estuviera tranquila, o que mi cabeza no me hiciera estragos y confundiera los nombres, evento, etc.
Para la tercera semana de doble vida, me di cuenta que no era capaz de seguir con esto, y que francamente no lograría entender jamás a los hombres y mujeres que podían tener doble vida por años, ¿Cómo lo hacían para no volverse locos?... ¿Cómo controlaban el sentimiento de culpa?...
Carlo seguir tan tierno y detallista, Julián se escabullía cuando él dormía y pese a que tenía gran parte del día tranquilo sin necesidad de correr o de verme pillada en algo no lograba sentirme tranquila, así que esa tarde que Julián llegó media hora antes que Carlo y nunca supe como pero terminamos en el cuarto de baño amándonos, no caí en cuenta de que había que hacer algo, hasta que antes de irse él me dice ‘Ahora no vas a poder hacer nada con Carlo aquí, ahora este baño es sólo nuestro’, y mientras decía esto, me sentí manipulada y herida en mi orgullo… Julián tenía claro que podía recordar vívidamente cuando estábamos juntos, él lo sentía cuando yo lo recordaba, sabía que Carlo no entraba a mi pieza, porque en mi pieza todo me recordaba a él y que me constaba incluso dejarme llevar en la habitación de Carlo, pero escucharlo... fue la gota que rebalsó el vaso.
“Tenemos que hablar”- dije por saludo a Carlo, cuando abría la puerta un segundo después de que Julián saliera volando por la venta.
“Hola -respondió besándome-, ¿De qué quieres hablar cariño?”
“Ven conmigo a la cocina y te explico mientras tomamos un café, esto da para largo.”
Carlo me siguió a la cocina y se sentó mientras que yo ponía a calentar el agua, no hablaba buscando las tazas, porque trataba de ordenar mis ideas, hablar de nosotros no era fácil, en especial porque me costaba entender el 'nosotros' y ahora que el nosotros incluía a Julián, todo era aún más complicado.
“Hoy estuve con Julián.” -dije sin anestesia, tratando de no sentir culpa por no decirle toda la verdad, tratando de no sentir culpa porque lo iba a herir.
“¿Y qué pasó?”- respondió después de que yo me quedara más tiempo del común callada.
“Nos reconciliamos…- dije a media voz sin mucha convicción porque no era tan claro que nos habíamos reconciliado, él nunca ha dicho que me quiere con él otra vez, ni me ha preguntado si yo quiero estar con él, pero era lo que más se acercaba a la realidad- hablamos de nosotros, de lo difícil que ha sido para ambos y…- Realmente necesitas los detalles?”- pregunté cuando me di cuenta que no quería, ni podría manipular más la realidad.
El guardó silencio, mirando la taza de café recién hecho, mirando como subía el humo y luego mirándome a mí, sus ojos profundos, tratando de entender o intentando saber qué más había pasado y aunque no decía nada, la situación no era incómoda del todo, yo esperé a que hablara, él parecía que pensaba sus palabras buscando que decirme.
“Vale… Vale… ¿Y no se te ocurrió que coño hago yo si os reconcilias?”
“No, francamente no.”
“Vale… lo que ha pasado entre vosotros es… es… es una putada.”- dijo decepcionado.
“Puede que lo sea para ti… pero no para mi, si…”- trate de defenderme.
“Es que no comprendéis... El hombre desaparece, porque duda que lo améis, envía a por mí, llegó a Chile y os deja sola con todo… No habláis, ni por teléfono… habéis logrado levantarte, nos acercamos para tener una relación, nosotros… pasan sólo unas semanas de nuestra relación y él regresa... ¿Regresa a qué?, ¿Regresa por que no puede estar sin vos?… ¿Regresa y no da explicación?”
“Julián sólo regresó...”- no supe qué decirle.
“Regresa porque no es capaz de veros feliz, él no quiere que os alejéis, no acepta que otra persona te haga feliz, él quiere manipularte y voz…- se acerca apoyando los codos en la mesa y retrocede indignado- lo dejais… que no veis, que no te merece.”
“Carlo nosotros hemos estado juntos por cerca de seis años, tú no sabes que hay detrás de nuestra historia…”- trato de explicar, pero cómo explicarle que regresaba porque yo lo busque. Si, fui yo quién lo quería de regreso.
“Vale, no lo sé, pero sé que si os amara no os habría dejado ir la primera vez”
“¡Carlo!…”- respondí airada.
“Vale. No pasa nada. Ahora cojo camino y me hospedo en un hotel. Vos tratad de pensar más las cosas, no sea cosa que te deje otra vez sin aviso… Yo no os esperare cariño, seguiré mi vida y si decides que quieres estar conmigo, esta vez no voy a tolerar que estemos a medias, porque esto… esto que estáis haciendo ahora no lo merezco, no es justo para conmigo y lo sabéis… “
Se levantó, miró hacia la habitación y antes de dar un par de pasos me miró con mezcla de pena y desazón, podía ver que en sus ojos había auténtica tristeza y me dolía tanto como a él que se fuera, pero tenía razón, era lo que tenía que hacer.
Con maleta en mano junto a la puerta, me mira y se acerca un poco hasta mi oído.
“Me habría gustado escuchar que cuando os habéis visto y que le dijisteis ‘Vete, yo ya rehice mi vida, ahora estoy a por Carlo’…"
Y luego de eso se fue.
Cerré la puerta y me caí al suelo con la espalda apoyada en la puerta, tenía la sensación de que no había solucionado nada diciendo a Carlo lo de Julián, solo había complicado más las cosas. De repente sentí una lágrima mojar mis manos y me di cuenta que estaba llorando, lloré por largo rato, Julián entró por la ventana y me abrazó, solo me abrazo, pero tenía frío y una sensación de haber sido la peor persona del mundo, me parecía imperdonable lo que había hecho y quería retroceder el tiempo, hacer las cosas de otro modo, para no crear esta sensación. Julián fue por una frazada y me acompañó en silencio.
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