Mejorando
Desperté rodeada de mi gente, mi papá, mi mamá, Viviana con la bebé en brazos, todos sentados en torno a mi cama. ¿Cuánto tiempo había pasado?, ¿Qué había pasado ahora?, fueron las primeras preguntas que se me vinieron a la mente, pero me tranquilizó ver que no había expresión de pena o angustia como antes en sus rostros.
“¿Qué tal estás?”
“Bien…- dije con una voz que parecía sacada desde lo profundo de mi cuerpo y traté de sentarme en la cama- ¿Cuánto tiempo estuve dormida?”
“Cerca de un día entero, el médico dice que es normal, que retomarás tus hábitos de sueño apenas comiences a tener una vida más normal, que ahora seras como un bebé que está adaptándose al medio.”
“Vale…”- respondí mirando a mi hija.
“No puedes pasar sustos, estás libre de cáncer, pero tu corazón no se recuperará mágicamente de los ataques que recibió durante este último mes.”
“¿Cuántos fueron?”
“Tres paros cardíacos, creímos que no volvería después del último.”
“Creo que tengo un registro único de enfermedades extrañas… -dije de modo irónico, pero nadie se rió- ¿Puedes pasarme a Maura?”
Viviana se acercó a la cama y Carlo me ayudó a ponerme de lado mientras que ella dejaba a la bebe en la cama junto a mi. La miré y supe que la amaba, mi hija, tome sus manitos y supe que era un sueño vuelto realidad, mí hija… mía… y comencé a llorar.
Mamá me pasó pañuelos, papá salió con Vivi al pasillo, mi mamá los siguió unos minutos más tarde y cucando estuvimos solos, Carlo saco una cajita de terciopelo de color azul, la miré sin entender nada, puso una rodilla en el suelo, tomo la caja y la abrió.
“¿Quieres casarte conmigo?”
Si esta era la idea que tenía mi familia de no pasar sobresaltos, francamente no era la mejor, el monitor empezó a sonar un agudo dolor en el pecho me hizo hacer una mueca y cuando menos lo esperaba todo se calmó…
Desperté otra vez, esto de no tener idea del día, de la hora o de mis tiempos de lucidez no era bueno, el día acababa, pero no sabía si era el mismo u otro, pedía a Viviana que trajera mi computadora, tenía que escribir la última vez que había escrito algo había quedado en el capítulo que describe que acababa de descubrir que estaba embarazada, habían pasado muchas cosas… Así que retome con calma, me costaba recordar todo los detalles y como el médico que me recomendó esto hace años dijo ‘solo escribe, los detalles van a aparecer solos’, eso hice.
Escribir hasta tarde, Julián estaba conmigo, me miraba a ratos y a ratos miraba por la ventana, algo le molestaba, pero no era que yo escribiera tanto, de eso estaba segura. Terminé el capítulo anterior y miré a mi acompañante, teníamos que hablar.
“¿Qué te molesta?”- pregunté sin rodeos.
“Nada.”
“Bien, cambia la cara.”
“No puedo… Esta es la única que tengo.”
“Porque me respondes así, ¿estás molesto conmigo?”
“No.”
“Bien… ¿Estás molesto con Laila?”
No respondió, volteó hacia la ventana y puso sus manos en la espalda, igual como en otro tiempo lo hacían los caballeros al estar de pie. Miró y se balanceo en sus pies y me di cuenta de lo extrañamente viejo que se veía para mí, como si tuviera doscientos años… bueno realmente tenía más de doscientos años, pero nunca había notado la diferencia de edades y me sorprendió.
Miré la computadora y decidí retomar un poco lo que estaba haciendo, total si él no quería hablar, ese no era mi problema. Escribí algo y cerré el notebook, tenía sueño, desde hacía varias horas que estaba cansada, pero recién ahora tenía sueño.
Apoyé la cabeza en la almohada y empecé a relajarme cuando escuche claramente ‘Porque no ve que Laila la manipulo como a mí, para volverla algo que no es?’. Miré a Julián, estaba en silencio, no había dicho nada, pero yo estaba segura de lo que había escuchado…
“¿Por qué piensas eso?”- dije mientras bostezaba cansada.
Julián volteo y me miró a los ojos algo extrañado, pero como criatura sobrenatural, entendió más rápido que yo, lo que había pasado y simplemente se limitó a responder.
“Porque es cierto, Laila te ha manipulado, como lo hizo conmigo cuando murió la mujer que amaba y me prometió una vida de anónimo porvenir, donde cada noche podría amarla y descubrir el mundo… Lo que nunca me dijo, era que no tendría familia o descendencia y que sobre la descendencia de mis hermanos también estaba prohibido acercarme hasta la quinta generación. Aprendí a ver el mundo a través de sus ojos y sé que ella quería esto, quería probar contigo que no es necesario ser vampiro para ser inmortal y lo consiguió… Ahora tú serás materia de estudio para nosotros, veremos cómo hacer para revertir la necesidad de sangre a través de tu sangre, es probable que no lo hagan hoy, ni mañana, pero en algún punto de la historia los jueces determinarán que es tiempo de conocerte y sabrás todo lo más repugnante de nosotros, todo lo más halagador, todo de todo.”
Sus palabra eran una suerte de predicción amenazante, pero a mí no me parecía tan terrible, ahora podría criar a mi hija, podría estar con mi familia unos años más, además la inmortalidad que me había dado Laila no estaba exenta de la muerte, la muerte podría venir en cualquier forma y si entendía bien lo que había pasado hace unos días, mi corazón podría ser el órgano que la trajera, no veía todo con el tinte negro y terrible como lo hacía Julián y siempre creí que Laila estaba tratando de hacer más que sólo salvarme, así que no era algo que me molestara realmente. Él se acercó y vi sus años, vi su cansancio, vi nuestra diferencia y me pregunté porque nunca la habría visto antes, aunque no me importo, lo amaba de verdad, lo amaba y eso me bastaba, para besarle medio dormida.
Desperté al amanecer, el color del sol me llamó la atención parecía pálido, y la mirada de la enfermera al entrar me pareció dormida, una serie de detalles que jamás había visto me llamaban la atención y me abrasan a una nueva realidad, como cuando uno se queda mirando fijo algo y no puede dejar de verlo aunque quiera.
La mañana fue lenta y a las ocho cuando entró mi papá con la bebé en brazos, no pude dejar de mirarla, estaba hipnotizada por sus diminutos rasgos, el color de su piel, la expresión de su mirada. Por primera vez en mi vida, deseé poder ver desde sus ojos el mundo, poder saber qué pensaba o que quería hacer, pero no vi, no sentí ni supe nada fuera de lo común con ella, seguía siendo un misterio en desarrollo, la besé y dormí junto a ella un buen rato. Para cuando desperté, sentía los pechos pesados, miré mis mamas y tenía leche, tanta leche que se me estaba cayendo, manchando la ropa y mojando a Maura.
Mi bebé al sentir el olor de la leche comenzó a llorar e instintivamente me la acerque al pecho, pasarían quince largos minutos antes de que se acabara parte del contenido de mi pecho derecho y la trasladé al otro pecho, donde ella mamó con ganas, como si la vida se le fuera en sacar la leche de su madre, después de esta experiencia que no se puede describir con palabras porque francamente habría que inventarlas, me sentí madre de mi hija, me sentí unida a ella.
El día transcurrió lentamente, la familia me visitó y Carlo se quedó por primera vez junto a mí, además habían logrado admitir a la bebé en mi habitación cuando vieron que ella tomaba de mi leche y entre argumentos válidos, racionales y clínicos, el médico accedió a que amamantara a Maura, accediendo a que ella se quedara junto a mí en la habitación.
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