Salí del hospital una mañana de frío
con la cara tapada por una bufanda y la sensación de que me liberaba de una
etapa sombría de mi vida, Viviana me esperaba en el auto y mi papá acomodaba a
mi pequeña en el asiento del bebé. Miré atrás con la certeza de que no habría
problemas, y con una sonrisa me senté junto a mi bebé.
El camino fue lento, porque nos tocó el
taco de los colegios, pero después de entrar a Valpo, todo fue más expedito.
Entre a mi casa con la sensación de que no había estado aquí en siglos, Viviana
y papá me ayudaron a bajar a Maura y a ordenar un poco, lo cierto es que los
días previos a la hospitalizan hacía lo justo y necesario, el polvo se
acumulaba en los muebles, y nadie había venido a ordenar nadar, me acorde del
conjunto de hechizos de Julián y me pregunté si sería bueno aplicarlo en mi
casa, pero después recordé lo inevitable, mi Maura crecería creyendo que todo
se hace mágicamente y eso no es bueno, además las posibilidades de que sepa entender
que sólo en su casa las cosas son mágicas le podría generar más conflictos aún,
así que ordené todo, lentamente sin apuro, tenía un bello día por delante, frío como día de final de primavera, pero bello porque era el primer día con mi hija
el primero de muchos.
El horario de la bebé era simple, en la
tarde ya había logrado arreglármelas para estar pendiente de ella y concluir
todo. Salimos a caminar por mi cerro, es divertido vivir en cerros, no recuerdo
haberlo mencionado antes así que ahora me podré un poco gráfica, los cerros de
Valparaíso, tiene miles de caminos, pasajes, escaleras y están casi todos
conectados, hay centenar de miradores y asesores que te llevan desde el plan
hasta un punto en que subir es más fácil o menos empinado, pero igual puedes
subir más arriba y ver la bahía de Valparaíso, las calles son angostas en su
mayoría de dos pistas y la gente camina mucho de un punto a otro por
movilización o simplemente porque caminar aquí es agradable.
Había comprado el canguro de Maura
cunado aun no sabía su sexo, así que era verde manzana, el canguro es un trozo
largo de tela que adelante tiene un saquito donde uno pone al bebe y que te
permite llevarlo en brazos y tener lo brazos libres, esto de ser madre te mete
en un mundo nuevo de palabras… en fin, llevé a Maura a pasear en el canguro y me
sorprendía lo agradable que era tenerla con migo, en un bolso había puesto un
pañal y una muda, pensaba en tantas cosas que no había pensado como en que tal
vez ella no recuerde que durante más de un mes de su vida su madre no estuvo
con ella y tal vez estaremos juntas toda la vida, que no podía evitar la sonrisa
en mi rostro, caminamos por el cerro alegre y bajamos por el ascensor el Peral,
en la plaza Sotomayor te conté la historia de la estatua de Prat que además es
mausoleo y como habían modificado todo alrededor de la plaza, hasta hacerla una
gran explanada donde se hace el desfile anual a las glorias navales.
Caminé toda la tarde con la bebé en brazos, no estaba cansada le di pecho en un café mientras yo tomaba una taza de chocolate caliente, que debo decir se ha vuelto mi bebida favorita después de que supe que la cafeína si se traspasa en la leche, el canguro resultaba muy cómodo no debí sacarla para darle pecho, no necesité cubrirme, la bebé estaba calentita y yo completamente relajada.
Volví a casa tarde después de comer un sándwich en una fuente de soda, cuando llegué a casa, mi padre, Viviana y Carlo hacían guardia frente a la puerta. La cara de pocos amigos que tenían no necesito gran explicación y aunque trate de evitar responderles, en algún minuto me enfurecí y los eche a todos de la casa, porque después de quince minutos de escuchar pacientemente sus quejas uno a uno, me aburrí de no poder hacer nada para que entendieran que era mi primer día de madre que me sentía fabulosamente y que no tenia intención de pedirles disculpas por sus problemas personales.
Deje a mi Maura en su cuna profundamente dormida, mientras que iba al baño, y no fue hasta que salí del baño que escuche a Laila hablando con la pequeña.
"Laila, no quiero ser grosera, pero por favor comienza a avisar tus visitas."
"Vamos, no digas que no estas feliz de verme, se que soy la única persona con la que puedes hablar sin reparos de porque se te ocurrió hacer una paseo tan grande recién salida del hospital, y sin responderle el celular a nadie... solo yo entiendo tu entusiasmo por la vida."
No dije nada, francamente no se me había ocurrido lo que decía peor algo de verdad había en lo que decía, Maura seguía profundamente dormida, yo mire a Laila y no pude evitar contarle todo lo que había visto y sentido, desde que salimos hasta poco antes de regresar. Estaba feliz, mi alegría se podía ver en mis ojos, no tenía cáncer podría vivir años de años, podría criar a mi hija, podría verla caminar, podría verla hacer cosas, podría.... tantas cosas que no me importaba lo que mi gente alegara, este era el mejor momento de mi vida.
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