Tengo que admitirlo, estoy estresada.
Es una lata, pero así es, tengo mis sentidos alertas, tengo
poca paciencia, me parece difícil hacer dos cosas a la vez y más todavía tratar
de pensar en más de un tema. Para cambiar de tema tengo que esperar un poco,
etc.
Todo partió hace unos días cuando me di cuenta de que hay más
gente en mi vida dando opiniones sobre lo que puedo, debo o no debo hacer y que
para todo efecto práctico la decisión que tome sobre determinados temas, tiene
que pasar por aprobación popular… o al menos familiar. La verdad es que no se
en que minuto perdí la capacidad de hacer y deshacer que he tenido siempre o que
gatilla el pánico colectivo frente a mis decisiones, menos la parte en que
juzgan y emiten opinión sin siquiera ser consultados, pero el caso es que así
es… y no sé cómo evitarlo, como detenerlos o que hacer para que me deje de
afectar… del modo en que me ha estado afectando.
Y el resumen electoral de la semana fue:
Domingo, aprenda datos útiles sobre su economía, aprenda
sobre bancos, aprenda sobre consumo.
El lunes fue charla ocupacional con mi prima, 55 minutos de
amable justificación emocional y ocupacional.
El martes fue repetición de plato con mamá, el mismo tema,
las mismas explicaciones, solo diferente resultado.
Hoy… francamente llegare a apagar el teléfono y a hacer mi
vida, no se trata de que me parezca mal que otros se preocupen por mí, me
parece desagradable que cuando se trata de una decisión consiente, hecha a
largo plazo, con altura de mira y considerando todos los factores importantes,
me toque darle la cátedra a otros sobre los puntos que veo y que creo
necesarios para tomarla y que no confíen en mi con el solo hecho de yo decir ‘si
eso ya lo pensé’…
Pero en definitiva mi gente va a criticar y a opinar y a preocuparse,
siempre, no importa que haga, diga o piense, porque me quieren, porque quieren confiar
pero les cuesta, porque simplemente no va a callar lo que piensan. Yo tengo
que aprender a lidiar con ellos…
Mky
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