Maura está creciendo, todo gira en
torno a ella, Carlo viene casi todos los días a vernos, está pendiente de los
controles médicos, de la talla y el peso de su hija, aunque muchas veces ha
tratado de convencerme que me ama, yo tengo claro que no lo amo y que no basta
con que uno solo sienta algo para tener una relación.
Julián viene menos seguido, en parte
porque todavía está molesto con Laila por volverme inmortal, aunque una no se
ha demostrado que sea realmente inmortal, mi vida continua hasta ahora, lo
cierto es que para él este tema es un debate interminable sobre porque no
escogí ser vampiro pero si inmortal, y aunque para mí la respuesta es obvia,
para el sigue siendo un misterio que yo si desee volverme más vieja y no tener
que chupar sangre. Aunque debo admitir
que desde que lo conozco que he aprendido que gran parte de la mitología en
torno a ellos no es más que eso, mitología, sé que existe un lapso de la vida
de los vampiros en el que deben aprender a liderar con su sed, que no es tan
mitológico y que puede volverse completamente peligroso para los humanos la
presencia de un vampiro, pero este tema así como otros no se habla, porque está
completamente prohibido.
Desde que fui madre, he descubierto que
el tema del amor sigue siendo complejo, si bien sé que amo a mi hija y que
daría la vida por ella, cuando se trata de mi lado mujer y no madre, todo es
distinto, no soy capaz de engañar a Carlo, no soy capaz de negarle a Julián un
beso y no mis cosas siguen siendo un ir y venir de emociones, que me hacen
preguntarme ¿está realmente bien que uno madre como madre pero no como mujer?
También he aprendido a callar, sobre
todo cuando los otros están molestos, no es algo que me agrade, pero muchas
veces he dicho lo que pienso, y después me duele más ver que los otros sufren
por mis palabras, así que callo, aunque los otros ya han aprendido a entender que
no es quien calla otorga, es que callo para no herirlos y lo que no opino ni
por asomo como ellos, así que van a tener que esperar un par de días a escuchar
mi opinión, porque tengo que pensar bien que decirles para no ser hiriente y si
certera.
Maura es la única que me escucha
espontáneamente, todos los días de la vida, rio mucho con mi hija, es tan
bella, es tan agradable, es tan mía, que no puedo imaginarme el mundo sin ella.
Y a la vez tengo claro que, es un préstamo de la vida, que ella estará junto a
mí por un período de tiempo que parece eterno aun porque solo tiene cuatro
meses, pero que solo serán unos dieciocho años más.
En fin, después del recuento el tema
que quería hablar ahora era lo que pasó esa tarde, volvía a casa después de
haber ido a Santiago a ver s Cristóbal mí médico, para que revisara los últimos
análisis, que decía que ‘No’ tengo cáncer y cuando entre a casa sentí frio,
Maura comenzó a llorar y por alguna razón yo empecé a llamar a Julián
mentalmente.
“Mis disculpas, habría esperado junto a
la puerta, pero una criatura como yo no pasa inadvertida ni de noche- dijo una
voz, desde las sombra- me presento, soy Mercurio.”- el hombre de un metro
setenta, delgado y de aspecto frio se levantó del sillón dejando ver su rostro
a la luz del atardecer, un segundo más tarde de ver su rostro, Julián estaba
junto a mí.
“Mercurio, no te esperábamos hasta el
año que viene. ¿Qué te trae por Latinoamérica?”
“Julián viejo embustero, me conoces,
sabes que no me gusta esperar tanto para aparecer por estas latitudes… además
debí haber conocido a la mujer cuando aún no había sido trasformada, habría
sido ideal cuando estuviste en España, pero jamás aceptaste una invitación para
reunirnos… creo que ahora no te queda más remedio que… bueno aceptarla, ya sabes
lo que está en juego.”
“Amigo, no seas rudo con la dama, ella
debe descansar ha viajado desde la capital y debe ver a su bebé antes de
atender a nuestra reunión, te invito a tomar algo, regresaremos en… dos
horas?”- dijo Julián mirándome.
¿De qué me están hablando?... una
reunión con un hombre que parece sacado de una película de Drácula, para que me
mira a mi Julián?... de pronto recordé una conversación que había sostenido
cuando recién conocí a Julián, los vampiros podían ser des-invitados de una casa,
si su dueño así lo decidía, Julián había dicho ya dos veces el nombre de este
desconocido, me estaba tratando de advertir que debía prohibirle la invitación
a mi casa?, o que debía atender a la pequeña y luego atenderlos como había
verbalizado. De pronto lo único que desee era leer la mente de Julián y
mientras me sentaba en el sillón relaje un poco mi mente y miré a Julián quien
prestamente gritaba desde su mente ‘Prohíbele la entrada’.
“Si- dije en un tono neutro, aunque me
moría de miedo- regresen más tarde.”
Julián salió con Mercurio y
desapareciendo en la noche, mientras que yo trataba de recordar como prohibirle
la entrada a un vampiro, donde estaba Laila cuando uno la necesitaba. Caminé a
mi habitación, y dejé a la bebé en la cuna, fue entonces cuando me percaté de
las cenizas… porque había un rastro de cenizas en el suelo de mi habitación…
llegué al baño, la puerta estaba trabada, la forcé yacía lograr entrar.
Laila yacía en el sueño, un charco de
sangre que se volvía ceniza la rodeaba, tenía los ojos desencajados, y la
mirada diabólica de los vampiros, tenía hambre, se notaba porque tenía los
colmillos expuestos, y cuando me vio, retrocedió asustada, controlando el
impulso de atacarme…
“Estas bien”- le dije tratando de no
provocarla.
“Tengo hambre- dijo con los dientes
apretados y la mirada fija en mi pierna, si no la conociera creería que quería
tirarse sobre mí y beber hasta quedar satisfecha.
“Laila necesito que respondas,
¿Mercurio te atacó?”
“Tengo hambre- repitió y luego de un
segundo asintió con la cabeza- tengo mucha hambre…”
“Laila, te traeré sangre, dame un
minuto”
Corrí a la cocina, saque un trozo de
carne de había dejado descongelando en el refrigerador, antes de irme a
Santiago, pensando que cuando regresara debería cocinar para la pequeña, no era
mucho, pero era algo. Y corrí de vuelta al baño, Laila se agarraba con tanta
fuerza de la tina que parecía que la iría a romper. Le deje la carne cerca y
retrocedí.
Lo que vi, no solo no quisiera haberlo
visto, me vasto para no querer comer carne nunca más en la vida, luego de eso
ella se tranquilizó lo suficiente como para quitar sus colmillos. Pasarían unos
minutos largos antes de que lograra que me hablara pero tenía un tono gutural,
como si le saliera de las entrañas.
“Mercurio te estaba esperando desde
ayer, hoy cuando vine a revisar que no hubieran problemas en tu casa, él
estaba… y yo- dijo mostrando su brazo- estaba desprevenida, así que no lo vi
abalanzarse –mire su herida, la sangre que había caído al piso se había vuelto
ceniza, la sangre que había brotado y que marcaba su brazo se tornaba negra-
debes -la miré con miedo, tenía una extraña expresión en el rostro- debes ir
por Maura.”
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