La miré y preste atención a los
sonidos, no escuchaba a Maura, camine de espaldas y cuando cruce la puerta,
tome impulso y me levanté del suelo, volé de un salto hasta la cuna de mi hija,
mire en ella y no estaba, miré al baño, Laila seguía conteniendo sus emociones
en un flujo de ira y angustia que le cruzaba el rostro, miré otra vez la cuna,
sobre la cuna, bajo esta y de repente miré frente a mí y allí estaba mi hija,
flotando a un metro de distancia, corrí hasta ella y la tome en mis brazos…
Como era posible que Maura pudiera flotar?
Laila se levantó sosteniéndose de las
paredes, camino hasta mí y susurro a mi oído ‘Calma, ahora debes hacer el
conjuro para que Mercurio no pueda entrar a tu casa’, la miré seguía
debatiéndose entre el hambre y la ira, el hambre y la angustia. Pero yo no
recordaba que era lo que tenía que decir, trataba de encontrar en mi memoria
las palabras de Julián…. nada.
“Debes prohibirle la entrada a tu
casa”- dijo de un tirón como si le doliera hablar.
“Prohíbo la entrada a mi casa de
Mercurio”- dije en tono serio y miré a Laila que no parecía relajarse.
“Debes prohibirle la entrada”- repitió
del mismo modo, como si las palabras le lastimaran la garganta.
Suspire hondo, esta vez pensé en
Mercurio, y cerrando los ojos, algo de lo que había hablado con Julián hace
mucho tiempo vino a mi mente… “si se
puede revocar la entrada de un vampiro, aunque no se tenga el sentido de
propiedad inicial, y una vez revocada sólo la persona que revocaba la
invitación podía otorgarla” y volví
a decir:
“Revoco la invitación a mi casa del
vampiro Mercurio, ya no eres bienvenido en mi casa.”- y una suerte de fuerza
recorrió mi cuerpo, traspaso a Maura y se extendió por la casa, como si un
campo de energía hubiera rodeado la casa, incluso pude ver el color azul de la
energía.
Laila se desplomo en el suelo y Maura
volvió a hacer un ruido similar a un ronquido de bebe, estaba profundamente
dormida. Tenía miedo de dejar a mi bebé en la cuna, así que me puse el canguro
y la cargue mientras que tomaba a Laila y la arrastraba a la cocina, debía
darle de comer.
Pasarían unos veinte minutos hasta que
la vampiro se repusiera, su mirada era realmente aterradora y debo admitir que
pensé en revocarle la invitación, pero mientras que se recuperaba, ella
mantenía distancia de nosotras.
“Lamento tanto lo sucedido, yo… “
“Trataste de ayudar Laila, eso es más
que suficiente. Ahora dime: ¿quién es Mercurio y que quiere con migo?”
“Es uno de los vampiros más antiguos de
la zona norte del mundo, suele vivir en Europa, consume casi pura sangre
humana, y no le gustan los humanos invitados a nuestra comunidad, trata de
destruirlos o torturarlos… o cosas peores, te ha estado siguiendo desde hace
dos años y cree que tienes algún grado influencia en mí y Julián, porque no
entiende que nos relacionemos contigo del modo en que lo hacemos… vino para ver
si te podía matar.”
No quise aceptar que Laila me hubiera
ocultado algo así por tanto tiempo, pero la verdad no le habría creído ni
aunque me lo hubiera dicho, lo cierto es que Julián muchas veces me había
advertido del lado malo de los vampiros, y nunca le había dado importancia, excepto
ahora… que habría pasado si Laila no hubiera estado en casa?, o si Julián no hubiera
hallado una excusa para llevárselo de aquí? Julián… donde estaría ahora?-pensé.
“Lo llevo de cacería a la periferia de
la ciudad”- respondió Laila como si esto fuera lo más natural del mundo.
“Van a…”-dije con asco.
“Si”-respondió sin expresión en la voz
La miré y trate de reprimir el impulso,
pero me daba asco imaginar a Julián bebiendo sangre de otra persona, me daba
nausea…
“Julián volverá pronto, Mercurio se va a
entretener un poco antes de tratar de regresar, a él le gusta… comer por gula”-
dijo Laila tratando de explicar que Mercurio bebería de tanta gente como le
fuera posible en una cacería.
El timbre anunciaba a Carlo y por la
hora, era probable que hubiera llamado a mi celular un par de veces antes de
venir, lo había llamado antes de salir de Santiago, sabía que quería ver a su
hija, y bueno aquí estaba, como le explicaba que tenía a una vampiro con hambre
a metro y medio de distancia de nuestra hija?, como le decía que la cara de
malestar de Laila se debía a un hambre sobre natural, porque Laila había comido
con ánimo el plato de arroz con pollo que le puse frente, pero tenía claro que
seguía con ‘hambre’. Mire la puerta y miré a Laila.
“Estas bien?, podre abrir la puerta y
recibir a Carlo?”
“Si… me iré en cuanto encuentre una
excusa creíble.”
“Vale, gracias.”
Camine a la puerta y me miré en el
espejo que tengo junto a ella, mi rostro era de franca preocupación, sonreí a
medias y pensé en la tarde con Maura antes de venirme a Valparaíso, luego me
miré y mi reflejo era de una persona mas calma.
“Hola Carlo”- dije abriendo la puerta. El
rostro pálido de Julián y la sonrisa a medias de Carlo, no parecían nada
normales, Carlo lo ayudaba a caminar. Como se habían juntado estos dos?
“Hola, encontré a Julián a media
cuadra, parece que algo le pasa”- respondió Carlo a mi saludo.
Me hice a un lado y ambos entraron a mi
casa, cerré la puerta y entre a la cocina, miré a Laila, sería posible que Julián
se hubiera peleado con Mercurio? Laila asintió un segundo después de que
pensara esto, y supe que podría haber más información que necesitaba tener de
este Mercurio, un miedo me invadió de pronto.
“Dale un poco de agua, yo le preparare
algo de comer, lo más probable es que no haya comido nada y por eso se puso
así, Julián suele olvidar comer. -dije y riéndome a medias, pero francamente no
era para reírse nada de lo que estaba sucediendo.
“Porque llevas a Maura en el canguro,
creí que era solo para salir de paseo”
“Y lo es, pensaba salir a buscarte
cuando llegó Laila hace un rato, como Maura está profundamente dormida, no
quise dejarla en la cuna.”
“Vale, me dejas cargarla?”
Después de soltar el canguro, Carlo
tomo a Maura en brazos y se fue al living donde le conto de su día y la acuno
largo rato, mientras que yo trataba de hilar mis preguntas mentales para que Julián
respondiera sí o no a lo que había ocurrido, aunque era un tanto complicado
pensar una sola pregunta de si o no, pero era mejor esto a no saber nada, y
mientras que pensaba mis preguntas, daba gracias a Dios, porque ellos si escuchara
y Carlo no tenía idea que sostenía esta conversación muda en la cocina.
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