miércoles, 29 de mayo de 2013

Estas en mi vida P39

Salir del caos, entrar al mundo real... veamos que pasara

La miré y preste atención a los sonidos, no escuchaba a Maura, camine de espaldas y cuando cruce la puerta, tome impulso y me levanté del suelo, volé de un salto hasta la cuna de mi hija, mire en ella y no estaba, miré al baño, Laila seguía conteniendo sus emociones en un flujo de ira y angustia que le cruzaba el rostro, miré otra vez la cuna, sobre la cuna, bajo esta y de repente miré frente a mí y allí estaba mi hija, flotando a un metro de distancia, corrí hasta ella y la tome en mis brazos… Como era posible que Maura pudiera flotar?
Laila se levantó sosteniéndose de las paredes, camino hasta mí y susurro a mi oído ‘Calma, ahora debes hacer el conjuro para que Mercurio no pueda entrar a tu casa’, la miré seguía debatiéndose entre el hambre y la ira, el hambre y la angustia. Pero yo no recordaba que era lo que tenía que decir, trataba de encontrar en mi memoria las palabras de Julián…. nada.
“Debes prohibirle la entrada a tu casa”- dijo de un tirón como si le doliera hablar.
“Prohíbo la entrada a mi casa de Mercurio”- dije en tono serio y miré a Laila que no parecía relajarse.
“Debes prohibirle la entrada”- repitió del mismo modo, como si las palabras le lastimaran la garganta.
Suspire hondo, esta vez pensé en Mercurio, y cerrando los ojos, algo de lo que había hablado con Julián hace mucho tiempo vino a mi mente… “si se puede revocar la entrada de un vampiro, aunque no se tenga el sentido de propiedad inicial, y una vez revocada sólo la persona que revocaba la invitación podía otorgarla” y volví a decir:
“Revoco la invitación a mi casa del vampiro Mercurio, ya no eres bienvenido en mi casa.”- y una suerte de fuerza recorrió mi cuerpo, traspaso a Maura y se extendió por la casa, como si un campo de energía hubiera rodeado la casa, incluso pude ver el color azul de la energía.
Laila se desplomo en el suelo y Maura volvió a hacer un ruido similar a un ronquido de bebe, estaba profundamente dormida. Tenía miedo de dejar a mi bebé en la cuna, así que me puse el canguro y la cargue mientras que tomaba a Laila y la arrastraba a la cocina, debía darle de comer.
Pasarían unos veinte minutos hasta que la vampiro se repusiera, su mirada era realmente aterradora y debo admitir que pensé en revocarle la invitación, pero mientras que se recuperaba, ella mantenía distancia de nosotras.

“Lamento tanto lo sucedido, yo… “
“Trataste de ayudar Laila, eso es más que suficiente. Ahora dime: ¿quién es Mercurio y que quiere con migo?”
“Es uno de los vampiros más antiguos de la zona norte del mundo, suele vivir en Europa, consume casi pura sangre humana, y no le gustan los humanos invitados a nuestra comunidad, trata de destruirlos o torturarlos… o cosas peores, te ha estado siguiendo desde hace dos años y cree que tienes algún grado influencia en mí y Julián, porque no entiende que nos relacionemos contigo del modo en que lo hacemos… vino para ver si te podía matar.”

No quise aceptar que Laila me hubiera ocultado algo así por tanto tiempo, pero la verdad no le habría creído ni aunque me lo hubiera dicho, lo cierto es que Julián muchas veces me había advertido del lado malo de los vampiros, y nunca le había dado importancia, excepto ahora… que habría pasado si Laila no hubiera estado en casa?, o si Julián no hubiera hallado una excusa para llevárselo de aquí? Julián… donde estaría ahora?-pensé.

“Lo llevo de cacería a la periferia de la ciudad”- respondió Laila como si esto fuera lo más natural del mundo.
“Van a…”-dije con asco.
“Si”-respondió sin expresión en la voz

La miré y trate de reprimir el impulso, pero me daba asco imaginar a Julián bebiendo sangre de otra persona, me daba nausea…
“Julián volverá pronto, Mercurio se va a entretener un poco antes de tratar de regresar, a él le gusta… comer por gula”- dijo Laila tratando de explicar que Mercurio bebería de tanta gente como le fuera posible en una cacería.

El timbre anunciaba a Carlo y por la hora, era probable que hubiera llamado a mi celular un par de veces antes de venir, lo había llamado antes de salir de Santiago, sabía que quería ver a su hija, y bueno aquí estaba, como le explicaba que tenía a una vampiro con hambre a metro y medio de distancia de nuestra hija?, como le decía que la cara de malestar de Laila se debía a un hambre sobre natural, porque Laila había comido con ánimo el plato de arroz con pollo que le puse frente, pero tenía claro que seguía con ‘hambre’. Mire la puerta y miré a Laila.
“Estas bien?, podre abrir la puerta y recibir a Carlo?”
“Si… me iré en cuanto encuentre una excusa creíble.”
“Vale, gracias.”

Camine a la puerta y me miré en el espejo que tengo junto a ella, mi rostro era de franca preocupación, sonreí a medias y pensé en la tarde con Maura antes de venirme a Valparaíso, luego me miré y mi reflejo era de una persona mas calma.

“Hola Carlo”- dije abriendo la puerta. El rostro pálido de Julián y la sonrisa a medias de Carlo, no parecían nada normales, Carlo lo ayudaba a caminar. Como se habían juntado estos dos?
“Hola, encontré a Julián a media cuadra, parece que algo le pasa”- respondió Carlo a mi saludo.
Me hice a un lado y ambos entraron a mi casa, cerré la puerta y entre a la cocina, miré a Laila, sería posible que Julián se hubiera peleado con Mercurio? Laila asintió un segundo después de que pensara esto, y supe que podría haber más información que necesitaba tener de este Mercurio, un miedo me invadió de pronto.
“Dale un poco de agua, yo le preparare algo de comer, lo más probable es que no haya comido nada y por eso se puso así, Julián suele olvidar comer. -dije y riéndome a medias, pero francamente no era para reírse nada de lo que estaba sucediendo.

“Porque llevas a Maura en el canguro, creí que era solo para salir de paseo”
“Y lo es, pensaba salir a buscarte cuando llegó Laila hace un rato, como Maura está profundamente dormida, no quise dejarla en la cuna.”
“Vale, me dejas cargarla?”

Después de soltar el canguro, Carlo tomo a Maura en brazos y se fue al living donde le conto de su día y la acuno largo rato, mientras que yo trataba de hilar mis preguntas mentales para que Julián respondiera sí o no a lo que había ocurrido, aunque era un tanto complicado pensar una sola pregunta de si o no, pero era mejor esto a no saber nada, y mientras que pensaba mis preguntas, daba gracias a Dios, porque ellos si escuchara y Carlo no tenía idea que sostenía esta conversación muda en la cocina.

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