La verdad es la misma historia, la misma situación, pero
tiene algo que me hace repetirla en mi cabeza, así que la escribo, total que
más da todas las historias ya han sido contadas, sólo cambia el modo de
hacerlo, y a veces, ni siquiera tanto.
Vista desde casa |
“Acaballa la tarde”, dije sin querer en voz alta, no había
nadie a mí alrededor así que nadie me miro raro, ni dijo nada, esta era la frase
que usaba mi padre cuando concluía el día, los arreboles teñían de rojo los últimos
rayos y yo que estaba cansada no me fije en nada cuando cruce la calle.
Abrí los ojos del otro lado de la calle, hace un segundo estaba
allá, luego acá? Qué pasó? A mi derecha un poste que había detenido mi
trayecto, mi pierna derecha azotada contra el poste dolía como si un martillo
me hubiera atravesado el hueso y mi mano sobre mi cabeza percibía algo de
sangre.
Trate de pararme y no pude, miré a todos lados, la calle tan
desierta como antes, el motor del auto que me había atropellado ni siquiera se
escuchaba a lo lejos, mis audífonos en el suelo, mi celular más allá con la
pantalla trisada, esto no se veía bien. Cerré los ojos, tenía que pensar en
algo, pero no se me ocurría nada, grite pero no nadie dio respuesta, trate de coger
el celular, pero estaba demasiado lejos, de pronto una mano se apoyó en mi
hombro.
Cuando apoye mis brazos con sus hombros, no supe que decir,
gracias me parecía inútil, pero lo murmure mientras que contenía el grito de
dolor. Mi ayudante, no tenía teléfono y aunque se veía delgado, tenía fuerza,
me ayudo a caminar hasta la parada de buces, porque como no pasaba nada en ese
minuto fue la idea más simple, en la parada si no pasa un bus, pasará un taxi.
Tenía que ir al hospital y verme la pierna, el golpe había dejado un moretón y
me corría sangre, me sentía extrañamente liviana apoyada en él, pero no dije
nada, lo más probable es que la sensación sólo fuera efecto de la adrenalina, o
algo así. El desconocido no decía mucho, a ratos me parecía que contenía la
respiración o algo así, también me daba la impresión de que me sostenía de mí
sin mayor esfuerzo. Para cuando llegamos a la parada, no había nada que
indicara fatiga o agotamiento y cargaba con más de la mitad de mí, porque aunque
la otra pierna no me la había golpeado con el auto, se me había doblado el pie
y me dolía muchísimo apoyarme en él. Cuando me senté en la banca del paradero
perdí un poco el sentido, la cabeza me daba vueltas y sentía viento en mi cara,
cuando reaccioné estaba sentada en un taxi, el mismo desconocido que me había
ayudado a caminar, estaba junto a mi pidiéndole a un taxista nervioso, que se
apurara. Alcance a ver que se pasaba una luz roja y le dije que ya habían sido
suficientes atropellos que por favor fuera con más cuidado. La entrada luminosa
del hospital me despertó un poco, una enfermera me preguntaba mi nombre y que
había pasado, pero aunque trataba de hablar me sentía desvanecer cada vez más y
le toco al desconocido explicar el accidente.
Desperté cuando un enfermero me repetía que debía ir a raros
y que necesitaba mi autorización para quitarme los pantalones, por supuesto que
intenten llevar a cabo la tarea, pero entre el grito de dolor y los tiritones,
el hombre termino cortándolos y pasándome una de esas batas de hospital que son
abiertas por atrás. El enfermero miro mi pierna extrañado, luego pregunto algo
a la mujer que estaba mi derecha y cuando no supieron la respuesta me miraron a
mí. “Tiene algún implante metálico en su pierna?”
Yo negué con la cabeza, al mujer que resulto ser la doctora,
hizo una serie preguntas sobre el accidente y finalmente decidió que se haría
una ecografía la imagen… bueno era horrible, tenía un fragmento de metal de
cerca de veinte centímetros en mi pierna, nadie se explicaba cómo podría haber
ocurrido semejante asunto y la verdad es que tal vez incluso había sido para mejor,
porque aunque estaba comprometida una arteria de la pierna, el bloqueo que provocaba
el fierro, ayudaba a mantener la situación a raya.
Volví a quedar inconsciente, esta vez no desperté hasta casi
tres horas, según me dijo el médico, es normal que cuando uno se siente
protegido, después de un accidente y pierde la conciencia, no despierta como
cuando está en un lugar donde no se siente seguro. Tenía la pierna vendada,
miré a mí alrededor, tenía la extraña sensación de que me estaban mirando, pero
no vi a nadie, pedí a la enfermera que apagara la luz de la habitación y cerré
los ojos.
Desperté y tenía una extraña sensación, como si todo hubiera
sido un sueño, pero no, estaba en el hospital, estaba con mi pierna vendada y tenía
un enorme ramo de flores al frente, la enfermera que estaba dejándolo cerca me leyó
la tarjeta. “Para que te haga compañía, iré a verte esta noche” Julián.
Quien era Julián… no recordaba nadie con ese nombre, la
enfermera me miro y sonrió, “Son del joven que la trajo anoche”, el joven… ha
verdad, pensé cansada y me volví a dormir. Cuando volví a despertar, pedí mi
bolso, saque mi computadora y comprobé que estaba casi intacta, tenía un par de
frisaduras pero el sistema funcionaba bien. Pedí la contraseña y me conecté
para enviarle a mi jefe una notificación de mi ausencia, claro que no la leería
hasta dentro de dos semanas, pero era lo correcto, copié en el correo a la
chica de recursos humanos, y luego deje todo de lado, estaba tan cansada que
volvía a dormir...
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