Parte 17
La noche se había vuelto caída y estaba más tranquila, la cuenta
regresiva había comenzado a solo cuatro días, tres días, dos días, un día para
ingresarme en la clínica en Santiago,
toda mi vida había sido analizada, desmenuzada y vuelto a contar por mí
en un cuaderno, no tenía idea de que habría provocado el tumor o que habría
pasado si nunca me hubieran atropellado… Julián estaba con migo, estaba más que
con migo, creo que ahora era su polola, si es que los vampiros tienen una.
“Si me volviera vampiro… tendría un tumor en la cabeza y pérdida de
memoria?”
“Hasta donde sé, no hay enfermedades que se mantengan después de la
transformación, pero si te cortan una mana y te transformas, bueno no te vuelve
a crecer y si te implantan una antes de la transformación, no siempre se logran
conservar al momento de volverse vampiro… conoces la historia de Frankenstein?”
“Si, todo mundo la conoce.”
Lo miré entre risas y luego extendí los brazos.
“Yo soy Frankenstein… yo ser… jajaja“
“No te rías, fue realmente un problema todo lo que ocurrió en esa
época, por suerte no existían los celulares o las máquinas fotográficas…
créeme, logramos cambiar la historia y dejarla como el cuento que es hoy, pero
hubieron muchas personas que la vivieron y no olvidaron jamás, por mucha
hipnosis que se procuró o intento de engaño, por qué crees que se acuerdan de
los brazos cocidos? o de los ojos saltones?…”
“Que pasó con el creador de Frankenstein”
“Hay varias teorías, que abrazó el sol, que siguió experimentando en
secreto… la verdad no lo recuerdo, pero lo más probable es que un magistrado lo
haya llevado al sur, donde o lo mataron o lo encerraron de por vida.”
Miré a Julián, el poco apego por sus pares a veces me parecía extraño, es
como si no le importaran del todo, no solo era frío al hablar de ellos, tampoco
tenía empatía por ellos en lo absoluto.
“Por qué nunca me has propuesto volverme vampiro?”
La pregunta lo pillo desprevenido y su rostro se contrajo con espanto
por unos segundos, la mirada fría volvió unos segundo después. Luego levito
sobre mi cama mirando la vista de la ciudad, que debo decirlo es bellísima,
para cuando regreso a mirarme, era e otra vez.
“Esperaba evitar esta conversación unos años más…”
“No sé si voy a vivir unos años más Julián, todo depende de cómo
reaccione mi cuerpo al tratamiento y cuanto retroceda el tumor, según me
explicó el oncólogo mi diagnóstico es medianamente grave, pero eso no quiere
decir que no sea grave, sólo que no tengo riesgo vital inmediato.”
“No lo sabía…”
“No he pensado en nada de lo que habló con el oncólogo cuando esta con
migo, porque es doloroso. Pero creía que por tus años de experiencia en el
mundo ya sabrías que podría pasar”
“No tengo experiencia en esas enfermedades, he estado lejos de la
humanidad los últimos cien años, no me parece que me he perdido de mucho… que
más has ocultado?”
“Julián no seas injusto, yo no te he ocultado nada, solo he omitido
detalles que no son saludables, no quiero que te quedes con migo por pena.”
“Pena… ese es un sentimiento humano, yo no tengo esos sentimientos.”
“Bueno, no quiero que te quedes si realmente no quieres hacerlo, ni
quiero que te sientas forzado a nada.”
“Vas a decirme algún otro detalle que deba saber?”
“No.”
“Bien.”
Julián salió por la ventana, levitaba en el exterior y sus manos
estaban apretadas, no sé si estaba realmente enojado, esta sería la primera vez
que lo veía así, pero tenía la sensación de que tenía pena, no enojo…
finalmente se fue y no dijo adiós. Lo busque con la mirada, pero solo habían
casas, y las luces de la noche. Porque de pronto estaba tan triste… me senté de
regreso en la cama, y trate de descansar, Viviana entro un par de horas más
tarde, tenía los ojos setecientos debido a las ojeras y la falta de sueño, pero
mi hermana no dijo nada, hacía días que estaba más callada tratando de decir
algo que no quería contar.
“¿Qué pasa Vivi?”
MI hermana agacho la cabeza, la mire otra vez y esperé unos minutos,
pero no dijo nada. Tenía sueño y estaba fatigada, cerré los ojos y ella se
levantó de la cama, en el marco de la puerta voltio y dijo:
“No quiero que te mueras eso es todo”
Abrí los ojos de par en par, y la vi apoyada en el marco, tomando
fuerza para decirme lo que estaba pensando, pero en su mirada había una nota
más preocupante... ¿Qué había detrás de esta declaración? La miré y suspire,
ella volvió a la cama, sentada a mí lado me miro otra vez con vergüenza.
“Hermana, es hora de que aprendas que para morir, hay que estar vivo,
así de simple. Nadie tiene su tiempo comprado, o arreglado, vas a vivir hasta
que dejes de hacerlo y no quiero morir tampoco, pero no saco nada con
preocuparme y llorar por algo que no puedo controlar, es como si alegara en
contra del accidente, si no me hubiera accidentado, no habría sufrido un paro
cardíaco, no había vuelto al hospital, no sabría que tengo un tumor en el
cerebro… cada cosa que pasa, tiene una razón, sea cual sea, aprende, asegúrate
de que lo que aprendas te sirva y sigue viviendo. Ya se no es lo que quieres escuchar,
pero créeme, no saco nada con creer que voy a morir y si no muero?”
Viviana respiro hondo y luego me abrazó, parecía una niña de cinco años
contándome que creía que había alguien debajo de la cama, en estos casos me
preguntaba porque me comportaba como su madre y no su hermana, pero así soy yo,
mas madre que hermana. Los papas llegaron y cuando subieron a mi pieza, traían
un regalo, no supe que decir, solo los miré y lloré.
Negris termina esta historia y publicala.... besos!
ResponderBorrar