La primera semana de tratamiento y como resultado tengo más insomnio del acostumbrado, deambulo por la habitación del hospital y a veces creo que debería llamarlo, decirle que quiero verlo, pero no sé para qué querría verlo. Volvía a mirar por la ventana de noche, esperando que volviera a aparecer frente a mí, aún que a la larga ya me había acostumbrado a estar sola y a pensar, pensar y pensar.
Habían cosas que nunca habría podido creer que sucederían en mi vida y una de esas era padecer un cáncer, creía que solo le daban a la gente que le cuesta quererse a sí misma, pero bueno aquí estaba en una clínica con una dosis alta de medicamentos y con la mirada perdida en el horizonte de la capital en uno de los barrios más caros de la capital, rodeada por la cordillera un parte del barrio que aún es residencial y se parece más a Viña del Mar que a la misma ciudad capital, porque tiene calles con árboles grandes y casas y edificios pequeños.
Lo había decidido, compraría una casita o departamento para lo que me restara de tratamiento en la capital, así no tendría que pensar en a donde llegar luego de terminar esta primera ronda de tratamiento y si el hotel tendrá o no cupo, podré cocinar mis propias comidas y arreglar todo como más me acomode, después de todo tengo el dinero para hacerlo, Julián se había encargado de eso.
Mi mamá no había podido volver a viajar después de traerme, mi papá trató de explicarme lo que pasaba, pero francamente no tenía ganas de oír nada y mientras hablaba no presté atención. Así que colgué el teléfono.
Viviana llegó esa tarde a verme, era viernes y no tenía pruebas, así que se quedaría conmigo el fin de semana completo, aunque no traía buenas noticias. Lo poco que entendí de todo el lío de mis papás era que parte de los trabajos comunitarios en los que ellos participaban tenían un tema legal que había que solucionar en la municipalidad, el resto de los detalles mejor los omito, porque en parte no los entendí y en parte no sé qué tan verás puedo ser con esta información, mi mamá había pasado la semana entera en la municipalidad mientras que mi papá tenía loca a su secretaria buscando cómo solucionar el tema y llamando a medio Viña del Mar para hablar con cuanta autoridad podía colaborar en el caso.
“Como van los estudios?”
“Bien, te conté que hice las pruebas del Eneagrama para obtener tu tipo de personalidad y la estoy estudiando”- dijo mientras sacaba el libro de su mochila.
“Hermana eso no se hace… o tal vez eso no es bueno que lo hagas sin mi consentimiento”
“¿Por qué?”
“No lo sé, es como si te metieras en mi intimidad.”
“Bueno no lo hice con esa intención, lo cierto es que hay que conocerse y como no soy buen juez para sacar mi personalidad, saqué la tuya. Más adelante, si logro crear tu perfil lo más correcto posible, voy a intentar hacer el mío.”
“Bueno, ¿y qué has descubierto de mí que no sepas ya?”
La conversación se extendió por horas, Viviana sacó los apuntes y un cuaderno, estuche y lápices de colores, había creado una especie de grafica en la que anotaba mis respuestas cotidianas y creado con ellas una suerte de mapa de comportamiento, si es que existe algo así. El análisis de mi vida y de mi conducta era tan claro, que quedé sorprendida, no estaba loca, pero tenía mis rasgos de locura, no estaba obsesionada con el orden, pero era capaz de ordenar y mantener, la lista seguía y como les decía hablamos por horas.
“Hay algo que no les he dicho a los papas.”
“Si lo sé, se te nota.”
“Bueno, Viviana si algo sale mal en el tratamiento químico que me están aplicando, no hay modo de operar hasta que la otra operación esté completamente sana. El médico me explicó que de algún modo la pérdida de sangre y la recuperación por del impacto vivido en el cuerpo, no hacen recomendable operar. Mi organismo está muy debilitado.”
“Que se supone que pasará si las cosas salen mal?”-Viviana preguntó esto con total claridad, con sus ojos fijos en mí y sin demostrar miedo.
“Puedo caer en coma, puedo perder parte de la memoria, puedo quedar paralizada un tiempo… Uf!, todo depende de lo que pase con el tratamiento químico.”
“¿Qué quieres que hagan los papás si pasa algo de eso?”
“La verdad quisiera que supieran que los amo y que no me dejen morir.”
“¿No estás hablando en serio?”
“Que quieres que te diga, no sé qué podrán hacer. No hay modo de aceptar una cirugía, si lo hacen me pueden matar más rápido, si me intentan otro tratamiento puede que ni siquiera despierte… Vivi, hay tantas cosas que barajar que espero que los papás puedan hacer lo mejor posible y que sepan que no los voy a culpar por nada. Créeme lo he pensado mucho y pedirles que hagan una cosa, o decirles que me dejen morir es lo mismo, a estas alturas es lo mismo y legalmente soy un adulto en plena facultad de mis derechos ellos tampoco podrán hacer nada, salvo esperar…”
“Te falta una razón para vivir hermana, eso es lo que no te has dado cuenta.”
“Si me he dado cuenta, ¿crees que no la busco?”
“Pero porque… ¿acaso no basta con Julián?...”
“¿Julián?… Ay Vivi, si supieras… “
“No sé, porque nunca me ha terminado de convencer él, pero es mejor él que nadie, por favor date cuenta, nos tienes a nosotros, ¿no somos una buena razón para vivir?... Hermana, habla…”
Viviana se largó a llorar, se apoyó en mis piernas y lloro largo rato, que le podía decir, no tengo idea de que va a pasar si este tratamiento falla, mi amigo con ventaja vampiro, había desaparecido hacía dos semanas. La noche anterior a irme a la clínica entendí que esto no lo dimensionaba nadie en mi familia, ellos tenía tantos compromisos que había pasado una semana sola en la clínica y ahora que al fin recibía una visita, no tenía cómo explicarle que nada de lo que me pasaba se solucionaría tan simplemente como yo quisiera.
“Me voy a casa de la abuela, mañana volveré con un par de películas, ¿qué quieres ver?”
“Algo de acción y misterio ponte tú, pero trata que no sea muy romántica.”
“Bueno”
Los rastros de las lágrimas de mi hermana se habían borrado, pero su expresión de dolor no, me sentía mal por eso y no podía hacer nada por ella. Salió de mi habitación con paso lento, como si no quisiera irse del todo y me quedé otra vez sola mirando por la ventana y de pronto Julián, pegue un salto que me hizo retroceder, y cuando volví a mirar por la ventana hizo señas, unos segundo más tarde estaba entrando por la ventana.
“Lo siento”
“Lo imagino.”
“Te traje esto, extendió una caja”
“No quiero tus regalos, no quiero nada Julián, no quiero nada.”
“Pero… tienes que entender, yo… vamos, tienes que entenderme… yo…”
“¿Yo qué?... yo no significo nada, eres demasiado viejo como para no saber que una mujer herida no se compra con regalos.”
“Bueno, pero trata de entenderme.”
“No Julián, no lo voy a hacer. Debes dejar de creer que eres el centro del mundo, o de mi mundo. ¿Quieres acompañarme?…”
“Si”
“Bien quédate, pero deja de hablar de ti...”
Me miró a la cara con furia, con rabia y estaba tan cerca que me parecía que trataba de ser amenazador, pero ya no lo era, no para mí. Trato luego de casualmente pasarme la caja y se la rechacé. Trato de ser más amable, pero parecía una bestia con piel de oveja, así de mal le salía hacerse el inocente, finalmente desistió y se mostró franco conmigo.
“Todavía me cuesta creer que me engañaras. ¿Por qué no me dijiste nada de lo que te había dicho el médico?”
“Julián deja de pensar en ti, y piensa en mí… para qué querría yo recordar lo impactante y drástico de un diagnóstico que predice que mi calidad de vida será menoscabada y que las posibilidades de supervivencia son mínimas… Qué culpa tengo yo de tener un cáncer que es operable con riesgo vital y que no puedo operar porque estoy demasiado débil producto de la operación al corazón, o de tener un corazón que funciona a medias, o de haber estado expuesta a un accidente que casi me mata… Julián la muerte me ha rondado desde la misma tarde que te conocí, créeme que para mí es suficiente con simplemente no recordarlo. Ahora si no los superas y tratas de acompañarme, puedes irte.”
La mirada de Julián no declaraba ira, pena o rabia, solo una expresión de desconcierto. Luego de unos minutos se sentó a mi lado y unos minutos más tarde tomó mi rostro y me besó, la sensación cálida me pareció casi un milagro, pero su beso despertó en mí las ganas de abrazarlo, desnudarlo y tenerlo… De pronto no me di cuenta y él tenía medio pantalón fuera y sus brazos apretados en torno a mí espalda desnuda. Era la primera vez que lo veía desnudo, era la primera vez que lo sentía humano y no un ser que venía de un pasado y presente distante de mí y de la historia.
Cuando sentí sus manos en mi pierna o sus besos en mi pecho, todo en mi respondió a él, con un poco más de entusiasmo del que habría imaginado. La experiencia fue única. No es el primer hombre con que he estado, pero nada de lo que sentí en esos momentos tenía relación con lo que he vivido en mi vida, nada de nada. De espaldas sobre la cama, y apoyada de lado sobre su pecho descansé como no lo había logrado hacer hacía muchas noches, sin sueños, sin miedo.
Desperté y estaba sola durmiendo de lado en la cama, con el cabello revuelto y el pijama puesto, miré por la ventana, estaba amaneciendo.
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