jueves, 14 de febrero de 2013

Tengo vida (parte 19)

Salir del caos, entrar al mundo real... veamos que pasara


Viviana regresado con mi computadora llena de películas, no sé cómo había logrado bajar en tiempo record más de doscientas películas, además de armar una carpeta de ‘románticas’, ‘Acción’, ‘Acción y suspenso’, ‘suspenso’, ‘misterio’ y la última carpeta que decía ‘para inspirar la vida’, pero más adelante me diría, eso esperaba.
Me había traído una serie de vestidos de con mangas sueltas que se podían poner fácilmente y había hablado con la enfermera para que me pudiera probar algunos, tenían que quitarme la vía con el suero mientras me ponía y sacaba vestidos, el ultimo de color celeste me había gustado tanto que me lo quedé puesto, era hasta las rodillas y tenía un bordado simple en el costado, además era cómodo y aunque marcaba mi figura, era suficientemente suelto para estar parada o sentada sin que me incomodara.
Por la tarde llamamos a los papas, mi madre estaba llorando, no sé si por los trabajos comunitarios o porque, pero su llanto me afecto y entre sollozos me dijo que estarían llegando esa misma tarde. Mi médico, hablo con migo, reviso mis signos y me pregunto algunas cosa personales, que no detallaré, Viviana estuvo todo el tiempo con migo, su rostro parecía haber envejecido esa tarde, y yo no tenía ganas de preguntarle qué pasaba por su cabeza.
Por la tarde pedí permiso para salir al patio interno de la clínica, es un pequeño jardín con árboles y flores, caminé con mi hermana como si no pasara nada, el aire fresco me hizo sentir mejor, las náuseas me hacían vomitar casi todo lo que comía y aunque no me agrada recordarlo otras cosas más.
Cuando llegaron mis papas esa tarde, comprendí que había pasado algo más importante, Viviana les había dicho el real estado de mi diagnóstico y les había exigido que estuvieran con migo en lo que quedara de tratamiento. Para poder cumplir, ellos habían tenido que pedir favores por todos lados, mi madre estaba apenadísima, no podía creer que me hubiera dejado sola dos semanas sin siquiera saber que podrían ser las últimas, pero lo cierto era que cuando el medico había hablado con migo en el hospital, yo estaba sola y luego no repetí todo a mis padres, tal vez porque era más fácil así. Mi padre me miro a los ojos y supe que estaba furioso, triste y enrabiado consigo mismo, esa mezcla de emociones me traspasó cunado me abrazo.
“Porque no nos dijiste nada?”
“Para que les iba a dar más explicaciones, no te bastaba con saber que tenía un tumor en el cerebro?”
“Que no se puede operar, que arriesga tu vida, que el tratamiento es incierto… hija debiste decirnos eso, no habrías estado nunca sola…”
“Papá, no pude… no pude hacerlo.”
Los tres se miraron con la misma idea en la cabeza, y aunque yo quería alegar mi espacio personal y mi vida, y mis decisiones, ellos estarían ahora quisiera o no, sobré mí y mis decisiones. Mamá desapareció un par de minutos buscando a mi médico, papá se le unió mientras que Viviana me llevaba de regreso a mi cama, estaba cansada, pálida y quería dormir.
Cuando desperté tenía una pequeña reunión en torno a mí, el médico me sonrió.
“No me había dicho que tu madre era tan insistente.”
“No lo creí necesario”
“Quieren saber todo…”
“Será mejor que les responda, o no lo van a dejar tranquilo tampoco a usted.”
El medico explico el caso otra vez, cada detalle de lo que habíamos hablado el día que me interne, como eran administradas las dosis de medicamento, los efectos, las posibilidades de éxito, las variantes entre una y otra persona, las cosas que se habían descubierto en el último tiempo, mi caso era tan complicado como extenso, y tardo cerca de una hora en contar todo, mis padres y mi hermana preguntaron todo lo que se les ocurrió y todo lo que ni yo había preguntado.
“Las pesadillas que ha tenido pueden ser por el tumor?”
“Si”
“EL tic en el ojo?”
“Si”
“que tic en la mano?”
“que tic?” pregunté yo mirando mis manos y viendo que una se doblaba hacia fuera.
“También”
“Bueno alguna otra consulta pueden llamarme –dijo el médico- aquí están mis datos, mi teléfono celular y mi correo electrónico. Espero que la ayuden a descansar, es importante que descanse, y que no tenga sobre saltos.”
“Gracias doctor”
Mi mamá me miro con cara de no entender nada y mi hermana le llevo fuera de la habitación, mi papá me preguntó si quería ver alguna de las películas que había traído en mi computadora, y nos pusimos a ver “El Destructor”.
Cuando ambas volvieron, mi hermana se sentó junto a papá y mamá junto a mí, tomando mi mano, sentí un lagrima caer sobre ella y miré a mamá, que sonreía triste. La tarde fue graciosa, viendo las películas y riéndonos del malo, por dios que malo más absurdo, después de la película debatimos sobre el tema, a veces me costaba hablar, pero ellos me esperaban, ármanos argumentos más convincentes para el malo y argumentos más convincentes para el bueno. AL anochecer llego Julián, esta vez entró por la puerta. Mis padres se fueron con Viviana a la casa de mi abuela y él se quedó toda la noche con migo.

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