jueves, 7 de febrero de 2013

Tengo vida

Salir del caos, entrar al mundo real... veamos que pasara


Parte 9
“Estas oficialmente fuera de peligro -dijo con alegría- Esta tarde te pasaran a la Unidad de Cuidados Intermedios la ‘UCI’, la enfermera estaba hablando por teléfono con tu hermana al respecto, ella vendrá cerca de las dos de la tarde tiene que ver que alguien tome apunte de sus clases antes de venir a verte… creo que se siente responsable en alguna medida de lo que te pasó.”
Julián hablo tan rápido que me quede sin palabras… “Gracias…” le respondí después de pensar un rato y mirándolo a los ojos, luego le pedí que se acercara.
“¿Tienes los ojos azules…?”
Me explico que se había alimentado de un poco de sangre embazada, generalmente el color de sus ojos cambiaba al color de la persona de quien bebía, así que era fácil deducir que el donante era de ojos azules, pero el color no era intenso, era más parecido a una película como si se hubiera puesto unos lentes de contacto o algo así. Después de levitar sobre mi cama y de decidir ponerse de lado para verme mejor, me pregunto cómo me sentía.
“Me siento extraña, tengo parte de la mano adormecida de frío, tengo la sensación de que mis parpados están hinchados y me duele el pecho… no lo suficiente como para gritar de dolor, pero me duele como si tuviera un corte con el que tengo que tener cuidado… y me duelen los huesos… no sé cómo explicar eso.”
Julián puso su mano sobre mi pecho, pero a cierta distancia unos cinco centímetros y luego me dijo “te entiendo”, mientras decía esto el dolor se alivió, que habrá hecho?, entro una enfermera y me pregunto qué quería comer, mientras abría la puerta Julián aprovecho para elevarse un poco más y llegar al techo, así que la enfermera no lo vio, después comprendí que él había escuchado a la chica un par de pasos antes de llegar a mi puerta y probablemente esto era lo que había hecho en los días previos para no ser visto por nadie y poder estar junto a mí. Cerca de dos horas más tarde llego una muchacha con el almuerzo, que por orden médica consistía en comida blanda y gelatina de color naranja.
“¿Qué pasaría si comes al gelatina?”
Julián rio, tomo la cuchara y se hecho un poco a la boca, pero el color de sus ojos siguió siendo azul. Después de comer y cerrar los ojos sólo un segundo, me sentí… como decirlo, me sentí más tranquila, estaba mirando a Julián que jugaba con un mechón de mi pelo y llego Viviana, cuando termino de abrir la puerta Julián ha estaba pegado al techo de la pieza.

“Hermana…”dijo Vivi y corrió a abrazarme, el apretón me dolió y no pude contener un grito, Viviana retrocedió mirándome aturdida “Lo siento, lo siento… soy tan torpe… claro que debe dolerte, ese es el lado del corte… lo siento”, y una lagrima corrió por su mejilla.
La mire y trate de sonreír, la escuche decirme que no la habían dejado entrar, que había visto a Julián todos los días venir al hospital y preguntar por mí, que mis padres estaban fuera esperando para entrar, que había iniciado clases el día anterior y luego guardó silencio, tenía los ojos al borde de las lágrimas…
“Vivi, que pasa… hay hermana, no fue tu culpa -le dije sin que me dijera nada- Nadie tenía como saber que había un coagulo jugando a la escondida y menos que me provocaría un trombo y que el trombo me generaría un paro cardiaco… hiciste lo que debías hacer, traerme al hospital, en el menor tiempo posible, la doctora dijo que habría sido otra la historia si hubieras llegado cinco o diez minutos más tarde.”
“Lo sé, pero no dejo de pensar que tal vez podría haber hecho algo más…”
“Vivi, déjalo y ve el lado bueno, estoy viva y es gracias a ti… de verdad, a mí me basta con eso.”
Ella sonrió a medias, le corría otra lágrima por la mejilla y miro al suelo, quise acercarme pero no pude, sólo alcance su mano y ella se acercó, puso su cabeza sobre mi pecho y lloró. Unos diez minutos más tarde estaba tranquila, sonrió y me dijo que estaba bien. Luego se fue a buscar a mi madre para dejarla entrar ya que por política del hospital, sólo podía haber una visita con el paciente.
Mi mamá entro y trato de no demostrar que estaba muerta de miedo, luego de sentarse a los pies de la cama, me habló de los últimos días, de cómo no sabía cómo consolar a Viviana y de la extraña sensación de que todo estaría bien pese a no estar tan bien.
“Eres optimista madres y además te acompaña tu intuición… todo está mejor, ya verás que voy a salir de esta mamá.”
“Hija, con todo esto he estado preguntando algo, ¿Eres realmente feliz?”
La pregunta me tomo por sorpresa, no quise decirle que no lo era porque con mi trabajo podía vivir bien, pagar mis cuentas y darme mis gustos. Pero realmente feliz, una persona dichosa de lo que había logrado en la vida… no, no era mi caso.
“No lo sé mamá…” respondí sin mucho énfasis.
Ella se quedó mirándome y yo trate de desviarle la mirada, no quería darle detalles de nada, de verdad no sabía que responderle… pasarían unos minutos y fue a buscar a mi papá. La sonrisa de papá era de orgullo, para él era una luchadora, me había aferrado a la vida con dientes y unas, y no dejaría que se me escapara, y eso lo hacía sentir orgulloso de mi, el contra punto entre la alegría de papá y la preocupación de mamá me hicieron llorar, abracé a papá con tanta fuerza que me dolió el pecho, pero necesitaba sentir a mi papá, su calor, su orgullo.
“Calma pequeña, estas bien, estas bien… todo va a pasar lo prometo.”
Y dejé de llorar, mientras que miraba de reojo a Julián y por primera vez desee que no estuviera en mi habitación que se fuera, estaba presenciando parte de mi intimidad familiar y no me agradaba. Papá, no dijo mucho, se quedó sosteniéndome en sus brazos y en un minuto dijo:
“La primer vez que te vi, tenías un día de nacido, en esa época uno no podía acompañar a la mamá al parto, y demoraste en nacer, tu madre decía que no querías salir de la panza y yo pensaba ‘Para que iba a salir al mundo, si aquí necesita que la cuiden mientras que en la panza es independiente’, tenías los ojitos cerrados, parecía que no querías despertar al mundo y cuando te hable moviste la cabeza hacia mí y sonreíste, en ese minuto supe que serías una persona diferente al resto… nunca entendí porque tu afán por parecerte a los otros, si tu espíritu siempre iba a marcar la diferencia.”
Miré a mi padre y le di las gracias, luego me dio un beso en la frente y salió de la habitación, una enfermera se acercó unos minutos más tarde y dijo que el horario de visitas había terminado. Julián bajo del techo y no dijo nada, se quedó sosteniendo mi mamo, como si en ella encontrara cosas que no quería decirme. Me quedé dormida y desperté cuando la chica trajo la cena. En la noche me avisó la doctora que había una habitación preparada para mí y que me llevarían a la UTI, Julián no podía acompañarme, debió esperar a que llegara y me dejaran sola, en ese trayecto pensé en lo que había dicho mi papá, “Tu espíritu siempre iba a marcar la diferencia”… y me pregunté si eso era lo que le llamaba la atención de mi a Julián.

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