Viviana salió esa tarde al supermercado, llevaba una lista que le había elaborado, porque con todo mi hermana aún no tiene idea de cómo llevar una casa, le había pasado mi tarjeta para pagar y el carro de compras, ya saben ese que es un bolso sobre una estructura metálica con rueditas que ayuda a traer las cosa más fácilmente. Demoró en volver, así que pude dormir sin sobresaltos durante la tarde casi tres horas y cuando volvió aunque estaba despierta y le pedí que me llevara al baño, había comprado un jarro de un litro, puso una silla cerca del lavamanos y me ayudo a lavarme el pelo… Creo que fue la sensación más agradable del mundo tener mi pelo limpio, tanto como cuando me ayudó a lavarme por partes sin mojar la pierna que trataba de tener por fuera de la tina de baño envuelta en una bolsa de plástico, mojamos parte del baño, pero de verdad necesitaba sentirme bañada.
Cuando volví a la pieza, Vivi había cambiado sabanas, abierto las ventanas y echado desodorante ambiental, según sus palabras “Para mejorar el ambiente”.
Me senté en el sillón mientras veía como mi hermana barría un poco y ordenaba las cosas, dejando el control remoto junto al velador y cambiando las almohadas por unas que había comprado esa tarde, me dijo algo sobre llevarlas en la lavadora pero francamente, yo no tenía cómo llegar hasta la lavadora y ponerme a explicarle cómo usarla.
Al terminar el día mis padres fueron a cenar con nosotras, mamá estaba contenta y papá tenía anécdotas divertidas de la oficina porque lo habían reconocido en la televisión. Vivi le pidió a mi mamá ayuda con la lavadora y ella le enseñó todo de cómo usarla, cuando estuve a solas con papá en mi habitación, me preguntó por Julián… No supe qué decirle, la verdad no era algo fácil, mentirle no era lo que quería y finalmente le dije algo que no era ni verdad ni mentira.
“Hemos hablado todas las noches, él está pendiente de que yo esté bien”
Papá pareció creerme así que no añadí nada, para no olvidarme de la mentira a medias que le había dicho. Se fueron cerca de dos horas más tarde y estaban felices, creo que no me equivoco cuando digo que más tranquilos también. Estaba dormida profundamente y no sentí a Julián, él no quiso despertarme en la noche, pero al rayar el alba me susurro al oído, “despierta dormilona…” y casi llego al techo del susto.
Julián rió de buena gana y luego me preguntó si estaba soñando algo agradable, del susto lo había olvidado… “Él ríe mucho”, pensé mientras me sentaba en la cama.
“Ayer me lanzaste un beso y lo sentí… como lo hiciste?”
Él me miró con cara de desconcierto, y me repitió que las leyes de la física no se aplican para los vampiros… No sabía cómo formular la pregunta y preferí hacerle una pregunta que tenía hacía mucho tiempo en la cabeza.
“Eres un vampiro casado?”
Mirando al cielo, era el principio del amanecer respondió.
“No, no soy casado, aunque ella siempre me quiso casar.”
Se acercó a la ventana y supe que se iría pronto, así que le sonreí y le dije adiós, dos segundo después ya no estaba.
Ella… ¿Quién sería esa ‘ella’?
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