lunes, 11 de febrero de 2013

Tengo vida (Parte 13)

“No me gusta… No me gusta nada”

La voz de mi mamá era tajante, hablaba de un regalo que me había llegado al hospital la noche anterior, era una caja de unos diez céntimos por unos cinco, y la tarjeta sólo decía ‘Es un recuerdo’, no decía remitente, no había más información.


“Quien envía un regalo así”… 

“Déjame verlo por favor, ya lo abriste para verlo primero, ahora déjame verlo, después de todo el regalo es mí”


Mamá extendió la caja semi abierta e intentó sonreír. Había un par de aros y una cadena con un colgante, los aros tenían forma de hoja y en cada punta una piedra, pero esta hoja era profunda, si uno los movía parecía una flor de seis puntas, al medio una especie de nido de plata y la verdad es que podría haber sido cualquier cosa, a esas alturas mi imaginación volaba lejos, el único detalle que me trajo de regreso fue cuando en un momento al sol me di cuenta que todas las piedras eran color verde agua, como el color de los ojos de Julián.


“Son bellos mamá.”


Ella no argumentó, sonrió tratando de entender quien habría hecho semejante regalo. Viviana venía llegando de clases, traía los audífonos puesto y prácticamente chillo cuando dijo:


“¡Pero quién te regaló esos aros!”


Después de sacarse los audífonos, hablamos un buen rato, ella fue la única que hizo el link entre Julián y el color de las piedras en voz alta, bastó eso para que mi mamá preguntara qué había pasado con él y con solo esta pregunta para que la pena me embargara… habían pasado tres semanas… y no sabía nada de él, ¿dónde estaría?, ¿qué estaría haciendo?, ¿estaría viendo atardeceres solo, estaría viajando por otra ciudad para olvidarme, me habrá olvidado ya?


Mi cara lo dijo todo, nadie más preguntó nada y mi hermana rompió el silencio contándonos del nuevo libro que debía comprar para la clase de psicología integra, ‘Eneagrama’, lo pronuncio lentamente, para que entendiéramos que era una cosa importante, pero la verdad es que yo no estaba prestado atención, hasta que dijo que mi personalidad era parecida al dos… 

“¿Al dos?”

“Si las personalidades están enumeradas… ¿Qué no has escuchado nada de lo que te estoy hablando?”


Negué con la cabeza, no había escuchado nada y lo cierto es que no quería escuchar nada más, quería silencio.


“¿Me pueden dejar sola?”

“Cariño, de verdad quieres estar sola?”

“Si”


Ambas recogieron sus cosas mirándome sin decir nada, mamá me dio un beso en la frente, Vivi lanzó uno con la mano y salieron, en el pasillo las escuche hablar con papá que venía llegando, él les dijo que sólo pasaría a decir ‘Hola’, cuando asomo la cabeza por la puerta yo estaba llorando y mirando el regalo.


“Creo que ese Julián te importaba más de lo que admites.”

“Creo que tienes razón… Hay papá… quiero salir de este hospital, volver a mi vida. ¿En qué minuto me volví tan frágil?”

“Siempre lo has sido.”

“No, yo era más dura, no me importaban las cosas, no me importaba estar sola y era feliz, ahora… ahora solo pienso en él, no logro dormir sin soñar con el… papá parezco otra persona en serio.”

“Si te gusta no está mal, es lo más natural del mundo lo que te pasa… pero la pregunta es: ¿Qué pasó para que él no volviera?”


‘Veamos, es un vampiro que lleva miles de años vivo, que lo conoce todo, lo ha visto todo y que además de salvarme la vida por error, no sabe amar, no tiene idea de lo que es una relación, las reglas de sus comunidad le prohíben las relaciones entre “especies” y aunque yo quisiera él no podría jamás ser el hombre de mi vida, darme hijos, ni nada…’- Pero antes de decir nada de lo que pensaba miré a mi padre y respondí una mentira a medias que de tanto repetirla parecía verdad.


“Debe estar ocupado, que se yo, él también tiene vida y trabajo, y amigos, yo no le he hecho nada, lo puedo jurar”


Mi papá comprendió y no dijo nada más del tema, claro que él comprendió que probablemente el tipo se había aburrido de mí y no que yo le había dicho que necesitaba un ser humano de compañía en vez de un vampiro… Pero en fin seguía llorando ahora más tranquila y mi papá solo me hacía cariño en el pelo.


“Papá, si quieres ve con ellas”

“Te vine a ver a ti, a tu madre la veo todos los días y a Viviana en cuanto la vea me pondrá al día de su vida… te haré compañía hasta que te duermas.”

“Mmm..”


Me quedé dormida a los pocos minutos, sentía el brazo cálido de papá rodeándome por los hombros y la caricia en el cabello que me relajaba tanto. El mismo sueño… el mismo grito al despertar… que me está pasando ahora, será miedo realmente tendrá razón la doctora, ‘¿me siento vulnerable a nivel subconsciente?’ 


No creo. 


En fin, esta era mi última noche de hospitalización, la terapia física daba buena cuenta de mi excelente estado físico previo al accidente, la cicatriz, como había prometido el doctor era pequeña y mi cabeza aunque a veces me daba vueltas con dudas estaba más serena. Si todo salía bien, en tres semanas estaría trabajando… ¿dos meses serán ya? Miré el calendario, no casi tres meses desde el día del accidente, y dos desde lo del ataque al corazón y el trombo, claro que habían cosas que ahora no podría hacer hasta que el médico me diera permiso, correr o hacer ejercicios fuertes y en especial pasar malos ratos.


No quería dormirme, estaba mirando una película y aunque se me cerraban los ojos, los volvía a abrir obstinadamente, tenía un brazo entumecido y no tenía idea por qué, cuándo la enfermera de las 12 vino a revisar mis signos, le comenté lo del brazo, me miró extrañada y luego hizo un par de exámenes simples y llamó a la doctora de turno, que no era la misma que me atendía siempre.

Me hizo los mismos exámenes, luego revisó otras partes del cuerpo y finalmente me pregunto desde hacía cuánto rato que estaba así… No lo recordaba realmente y eso le dije.


Me llevaron a sacar un escáner y luego de eso llamaron a mis padres. ¿Y ahora que estaba pasando?, la respuesta inmediata de mis padres y verlos llevar en cuestión de diez minutos me sobresaltó… 


“¿Qué está pasando?”- grité furiosa a la enfermera desde mi cama.


La muchacha llegó corriendo, y lo primero que me dice es:

“Cálmese…” 

“¿Alguien les dio un curso de cómo alterar a alguien? Esa palabra no calma a nadie.- grité roja de enojo.


Después entró mi mamá con la expresión de devastación máxima.


“Hay otro inconveniente, tendrás que quedarte para hacerte un estudio”

“Mamá, dime qué inconveniente…” dije enojadísima.

“Ahora es muy difícil de saber con exactitud, tendremos que esperar cariño…”

“Vale, ¿de que sospecha la doctora?”

Silencio y en eso escucho un par de pasos y veo a Julián entrar a mi pieza.

“Hola, buenas noches, disculpe que entre sin avisar mientras habla con su hija, yo soy Julian- le extendió la mano, que mi madre estrecho- he estado tan ocupado en estos días apenas he tenido tiempo de comer y ahora que tuve tiempo soborne con un chocolate a la enfermera jefe para que me dejara entrar. ¿Cómo está todo?”


La cara de mi madre era para una foto, estaba completamente impresionada, la expresión serena de Julián la dejó boquiabierta y cuando repetí mi pregunta contesto por automático sin darse ni cuenta.


“Creen que puede haber un tumor en tu cerebro.”

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