martes, 12 de febrero de 2013

Tengo vida (Parte 15)

“Veras estaba revisando mis cosas y encontré esto”

“¿Qué es mamá?”

“Es el teléfono de una abogado, estuve llamando temprano pero no respondió nadie, así que intentaré más tarde, tal vez tenga algo bueno que decirnos de toda esta situación, tú sólo descansa, te dio insomnio otra vez?”

“No, dormí toda la noche, creo que me inyectaron algo en el suero… Pregunta si es así eso explicaría la sensación de mareo que tengo.”


Mi mamá salió en busca de la enfermera y demoró en volver, el recuento de las últimas 24 horas no era el mejor, después de la partida del inspector, lloré tanto que me salió sangre de narices. La tarde no fue mejor, los resultados mostraban una masa de unos tres centímetros cerca de mis sistema límbico, con algún otro punto importante de mi cerebro que no recuerdo y francamente ya no me importaba, mis padres habían pasado gran parte del día anterior en mi isapre revisando que podrían hacer para que la cuenta del hospital no me saliera cerca de dos millones de pesos, que claramente no tengo. 


Finalmente mi madre había regresado esa noche al hospital y había tratado de ayudarme a pensar en otra cosa, pero aunque ella ponía todo de su parte, yo estaba devastada. Se acercaba la tarde y me dolía la guata de solo pensar que si no solucionaba de algún modo esto, tendría que irme a un hospital público donde podría quedar atrapada en el sistema por mucho tiempo… Sin desmerecer el sistema público, pero lo cierto es que sin contactos, conocidos o conexiones, el sistema público es tremendamente lento…


Sola en la habitación me acordé que Julián había dicho que estaba durmiendo en la morgue, si me confirmaban que me había sedado, pediría que no lo hicieran, quería hablar con él. 

Mamá volvió, había una solicitud interna de la enfermera para sedarme, pero mi mamá que sabía mejor que nadie lo mal que reaccionaba a esos medicamentos le explicó a la mujer que no debía hacerlo a menos de que fuera realmente urgente. 


A la hora de la cena estaba mi papá y mamá en la habitación, yo no quería comer sólo quería dormir y les pedí que se fueran a casa, ya era suficiente de problemas por el día. Julián llegó dos minutos más tarde, justo como yo creí que lo haría, besó mi frente, tomó mis manos y me habló al oído.


“Estuve escuchando lo que hablaban y tengo una solución para ti, debes prometerme que me dejarás llevarla a cabo.”

“¿De qué me estás hablando?… ¿qué quieres hacer?”

“Esa tarjeta de la que tu mamá habla, es mi abogado, tiene instrucciones de hacerte llegar una suma de dinero que te permitirá pagar el hospital y el tratamiento.”

“No puedo aceptar eso.”

“No puedes o no quieres… te he escuchado llorar todo el día porque no sabes cómo solucionar este asunto, ahora que te estoy dando una solución, me quieres decir porque no estás contenta y en vez de eso tienes cara de susto?”
“Julián…” - dije y me largué a llorar


El me dejo llorar sin decir nada, no alegó que estaba agotado de verme así, ni que encontrara completamente absurda mi postura, para él, aprendí un par de días después, el dinero es algo sin importancia, sin trascendencia y sin valor alguno, ni siquiera implicaba algún tipo de deuda con el que él me pasara esa cantidad de dinero… deuda sería si fuera algo de valor, como mi sangre. 


La noche fue tan grata después de saberme libre de las penas del infierno por deudas que no necesité hacer gran cosa para que mi estado de ánimo se viera mejorado, Julián habló de mil cosas que no había pensado, qué quería pedirle a mis padres si algo me pasaba, que tipo de tratamiento esperaba recibir, estaba dispuesta a viajar al extranjero por mejor tratamiento médico, qué tenía ganas de hacer que no hubiera pensando hacer hasta más adelante, había algo que quería hacer antes de partir tratamiento. Hablamos toda la noche y con cada pregunta y respuesta se habría en mi cabeza la idea de la realidad, pero no una realidad dolorosa, sino una que me permitía ver mi vida desde otra perspectiva, afrontando la sensación de que no he vivido todo a cabalidad y que puedo vivirlo, aún puedo.


La mañana amenazaba y Julián no se iba.


“Prométeme que vas a aceptar el dinero”

“Julián no necesito prometerte nada, lo voy a aceptar ya me convenciste... Ahora vas a tener que convencer a mi madre tal vez…”

“Si pudiera la esperaría para hablar con ella, pero debo partir.”

“Vete” 


En un segundo ya no estaba, los primeros rayos salían dejando un amanecer anaranjado y celeste, la enfermera entró a verme los signos vitales y cuando me vio despierta se extrañó, sonrió y continuó con sus tareas. 


“Hija, hoy revisamos las cartas en tu casa y tienes una del banco, no sé qué dice pero parece importante.”


Mamá extendió el sobre y yo lo abrí, había tres vales vista a nombre de mi madre, y una carta que explicaba que estos documentos habían sido extendidos a nombre de mi madre dada la mala calidad de mi salud, debía ir al banco a depositarlos en mi cuenta previa notificación en caja y cobro de los vales en cuestión, la suma de los tres vales era más de lo que vería en toda mi vida como empleada. 


“Quien te ha dado este dinero hija”

“Julián.”

“¿Qué pretende a cambio?”

“Que viva mamá, que viva. Anoche estuvimos hablando, me había dicho que su abogado te contactaría, pero parece que lo arregló de este modo, mejor así. Bueno, debes ir al banco y cobrar por caja cada cheque luego ingresarlos en mi cuenta del banco, está todo detallado en la carta, dice que el banco también saben del asunto así que te van a hacer los trámites de modo expedito.”


Mi mamá no dijo nada, miró los vales y después de dar un suspiro salió al pasillo, papá entró sonriendo.


“A dónde va tu madre, me acaba de pedir las llaves del auto, con lo que le disgusta manejar.”

“Tiene que ir al banco”

“Ha!... ¿Cómo estás hoy hija?…”


Pase gran parte de la mañana hablando con papá de las cosas que me gustaría ver y lo que quería, reímos con los sueños que mis padres no habían cumplido, reímos con las cosas que no se llevaron a cabo por nosotras y jugamos a imaginar que todo era posible. La doctora entró cerca del mediodía para hablar conmigo, tenía un diagnóstico y no era bueno, explico el tratamiento y las consecuencias… No quiero entrar en detalles, sólo diré que me quedé sin palabras. Papá estaba sosteniendo mi mano y escuchaba atentamente, para cuando la doctora se fue, yo estaba completamente en silencio.


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