Desperté con el sonido de mi computadora, había un mensaje en la
casilla de entrada, era de la persona chica de recursos humanos diciendo que del
hospital le había llegado mi licencia médica y que si necesitaba cualquier
cosa, no dudara en llamarla, después de un rato revisé mi bolso, en mi billetera
faltaba mi cedula de identidad y el pase de la oficina, supuse que habían
registrado mis cosas y por eso dieron con mi empresa, o algo así. Por la
ventana de la habitación podía ver el sol, pasaban de las 4 de la tarde y aunque
no llevaba más de dos horas despierta tenía sueño, cerré los ojos, pero no
logré conciliar el sueño, la enfermera llego con la cena y me informó que la
cena sería liviana porque probablemente durante la tarde vendría el medico a
evaluar si era o no recomendable volver a operar…
Volver a operar… cuando me operaron?... revisé mi pierna un poco
alterada y la enfermera llamo a la doctora, mientras yo trataba de sacar las vendas
de mi pierna y revisarla, porque si ingresé ayer… cuando me operaron?...
La doctora tomo mis manos y me miro a los ojos: “¿Sabes qué día es hoy?”,
yo respondí miércoles, luego me miro y dijo: “no han pasado dos días desde que
tuviste tu accidente”. Dos días… dos días… dos días! Cuanto tiempo he estado
durmiendo?... como es posible que no recuerde los últimos dos días?...
Luego de un momento, la enfermera salió de mi habitación, la doctora
que ahora sabía que se llamaba Nélida, me explico que primero había caído inconsciente,
luego me llevaron al quirófano donde vieron como remover el fierro, se toparon
con muchos inconvenientes como que el hueso estaba astillado en varios puntos,
y que el fragmento contenía una arteria, luego de conectar la arteria y de
sacar las astillas habían debido armar parte del musculo y para cuando la
operación concluyo, por causa de la anestesia y del trauma dormí casi un día
entero.
Aún faltaban detalles, sobretodo estéticos, pero si se llevaban a cabo
ahora, era probable que se pudieran cobrar al seguro del trabajo, que cubría la
operación por accidente de trayecto, yo salía del trabajo rumbo a casa y me
accidenté, así que estaba contemplado y yo no debería desembolsar cerca de dos
millones de pesos en operación, estadía y otros.
Miré al techo, quería escapar de esa sala, sentía mi cabeza dar vueltas
y no tenía ganas de escuchar nada más, pero la doctora no tomo en cuenta mi
estado se limitó a mirarme y a decir que tenía suerte, porque estaba acompañada
Julián había estado todas las noches junto a mí. Quien era Julián… ósea además de
ser la única persona que me presto ayuda la noche del accidente, quien era,
porque venía todos los días? Que esperaba de ayudarme? Nunca me han gustado las
cosas demasiado simples, fáciles o los favores demasiado caros, siempre se
reviertes y nunca sabes cuándo será.
La doctora, me dejó con mis pensamientos, no quise decirle que al tipo
que ella consideraba mi mejor amigo o quizá mi pololo, era en realidad un
desconocido, y tampoco quise saber que tan graves o mal estaban las cosas con
mi pierna, si tenían que operarme por algo estético, lo mejor es que lo
hicieran y que se solucionara.
El cirujano llegó casi media hora más tarde, saco las vendas y revisó
todo, no quise mirar al principio pero él me pregunto detalles y estos me
obligaron a verle la cara, así que inevitablemente miré mi pierna, el tajo era
de arriba abajo del muslo, la cicatriz no se podría disimular ni con maquillaje
y al parecer había un lóbulo o algo había quedado mal juntado. El medico hiso más
preguntas, que respondí con la mayor claridad y finalmente me dijo algo así
como “No te preocupes, hare que esta pierna se vea lo más parecida a la otra
posible, y la cicatriz será realmente pequeña”. La verdad es que a mí me daba
lo mismo, lo que me impresionaba era ver como estaba la pierna, inflamada, un moretón
gigante y un corte que parecía más in machetazo que un corte de un médico con
bisturí. Pasaría tal vez media hora más y la enfermera me informa que la
operación sería esa tarde y que me prepararía primero, mientras que me
explicaba lo que sucedería en pre y post operatorio, me ayudaron a lavarme la
cara y hacer mis necesidades, aunque debo admitir que no me simpatizo mucho el
tema de sentarme en un aparato sobre la cama y hacerlas.
Cuando estaba lista según la enfermera, llego Julián. Mirar a los ojos
a un desconocido es simple, pero mirar a los ojos a alguien que te ayudo a
sobrevivir un accidente, es extraño. Sus ojos mostraban un intenso color verde
y su voz una calma que impresionaba. Me miró y pidió permiso para entrar, luego
me contó que había visto todo desde el balcón de su casa, que no había alcanzado
a la persona que me había atropellado, pero que le hubiera gustado. Se sentó
junto a mi cama y hablo de cosas triviales, la noticia de mi accidente había
salido en los diarios y la prensa estaba interesada en mi versión, la policía
buscaba al conductor y dos o tres reporteros lo habían entrevistado desde la
primera noche.
“Esto es irreal”-dije en voz alta.
El me miró sorprendido, luego de explicarle que me parecía
completamente irreal el accidente, su aparición, y estar en esa cama de
hospital no tenía ningún sentido para mí, entendí que estaba siendo grosera,
Julián no tenía la culpa de mi escepticismo y de mi desconcierto. Trate de
contener las lágrimas, pero no pude y en vez de pedir disculpas, él se disculpó
con migo, mirando a los ojos y acercándose a mi cama, se apoyó en el borde y
dijo algo así como “Entiendo, has pasado por un gran trauma y de pronto alguien
que no conoces sale en los medios defendiéndote y hablando de ti como si fuera
un viejo amigo, es raro… además en un rato más vas a entrar a otra cirugía y no
tienes idea de quién es la persona que tienes al frente… o que va a pasar…”
Quedé muda, no era exactamente lo que pensaba, peso se acercaba bastante.
Trate de dejar de llorar, pero la verdad es que no pude. Mis lágrimas
silenciosas dejaban su pañuelo mojado y sin siquiera exigir que me calmara, se
quedó a mi lado en silencio. En algún punto me eche hacia atrás, y pegue un
grito al tirar la pierna, la enfermera entro corriendo, Julián se levantó del
asiento y una pequeña conmoción acompaño a todos los que me rodeaban que al ver
que yo lloraba se desesperaban mirando para todos lados y buscando como
calmarme.
Finalmente logre hablar y explicar que estaba bien, pero que tenía pena,
la enfermera se tranquilizó, Julián se volvió a sentar en la silla junto a mi
cama y todos se relajaron un poco. Mientras las lágrimas caían en silencio, una
persona completamente desconocida me tomo una foto. No supe porque no dije nada
a nadie, pero al día siguiente esa foto estaría en primera plana, acusando el
dolor que vivía la chica accidentada ahora que estaba consiente.
Pero mejor no adelanto las cosas, después de un largo rato Julián me
pregunto si quería comer o tomar algo especial, y la enfermera le explico que
no podría darme nada por la operación, el medico apareció unos minutos más
tarde y al ver la atmósfera de mi habitación, decidió adelantar el
procedimiento.
“Saldrás de todo esto pronto y sólo te quedaran los rasguños, lo prometo”, dijo el médico para darme ánimo.
Salí de la operación cerca de las dos de la mañana, estaba semiconsciente
cuando me devolvieron a mi habitación y vi a Julián sentado junto a mi cama. Me
pregunté porque nadie había llamado a mi madre o a mi padre, tal vez a mi
hermana, pero luego recordé que nadie sabía que podrían hacerlo. La noche fue
larga, Julián se quedó despierto junto a mí, le conté de mis padres, de mi
hermana, de mi trabajo, de mi vida en general, y todo me empezó a parecer más
real, más simple, menos doloroso.
A la mañana siguiente una enfermera me pregunto si conocía a mis padres…
quien hace esa pregunta… en fin luego de aclararle el tema, los dejaron entrar.
Mi madre me miro y sólo me abrazó, mi padre me tomo la mano y se sentó a mi
lado. Hablamos por horas, de todo tipo de cosas, ellos habían escuchado la
noticia, pero nunca se habrían imaginado que era yo, los detalles de las
noticias eran “escabrosos”, según la explicación de mi padre, llevaban el
diario y vi la foto del día anterior. No fue mi aspecto, ni mis lágrimas lo que
me molesto de verme en primera página, fue que nadie me preguntó si estaba de
acuerdo en que se publicara. Papá se encargaría de hablar con la prensa de
ahora en adelante, él se encargaría del periódico en cuestión y de hacer los arreglos
para mi salida del hospital en dos días más sin prensa.
El día fue bueno, me sentía más segura con mi gente, con mi madre. Julián
llegó al anochecer y después de ver que todo estaba bien se nos dejó a solas.
Fue extraño cundo salió por la puerta, por un lado me alegraba verlo, pero por
otro no lo necesitaba allí así que estaba bien que se fuera, pero algo me decía
que ahora si estaba dolido. La enfermera les explico a mis padres la política de
una sola persona por la noche, el sillón que estaba junto a la cama se podía transformar
en cama, así que si deseaban, se podría quedar uno allí. Cuando la enfermera nos
dejó solos, decidí pedirle a mi madre que se quedara con migo esa noche.
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