martes, 9 de julio de 2013

Estas en mi vida (P49)

Salir del caos, entrar al mundo real... veamos que pasara

Parte 49 - Saber

No recuerdo todo en detalle, la verdad es que es algo complejo como al día de hoy hay fragmentos o segundos que no logró encajar en mi memoria. Sé que llegué al lugar y que peleé con alguien, recuerdo la sangre, recuerdo los sonidos secos, el rose de la ropa, pero no era yo misma, era una versión leonina de mi misma, una que era capaz de romper son sus manos la chapa de la puerta para entrar a donde estaba mi hija. Me parece que me enfrente a Cinnia o tal vez fue con Noah, recuerdo una melena negra empapada en sangre y la cara desfigurada por los golpes de otra persona o tal vez un vampiro?... 


En fin, como no recuerdo todo y lo que recuerdo está fragmentado, contaré desde que regresé a casa de Laila… Sé que llegamos a la casa de Laila y que no me separe de mi hija, me bañe con ella y la sostuve en brazos hasta que me dormí, desperté con mi Maura en mi pecho y la sensación de que había tenido una pesadilla horrorosa, Carlo estaba acostado junto a mí y cuando me levanté me di cuenta que estaba despierto.


“¿Cómo pudiste hacer todo eso ayer?”


Lo miré desconcertada, creí que Laila le borraría la memoria, pero parece que no lo hizo.


“Hay algo que no sabes y que tal vez sea tiempo de que te enteres, -le dije recordando las palabras de Julián en España, en ese viaje que cambió todas nuestras vidas- Julián y Laila son vampiros, yo soy una “Invitada” de ellos y cuando estuve a punto de morir la última vez, Laila me volvió inmortal… - decirlo la verdad en voz alta cambiaba las cosas y me sentí extraña diciendo al fin la verdad, aunque admito que sonara fantasiosa.

“Tu… Eres inmortal y estás invitada… ¿A ser uno de ellos?... “

“La Invitación, es un conjuro que me permite tener las características de un vampiro sin serlo realmente, por eso puedo volar” -dije elevándome medio metro en el aire.

“Eso es…”- su cara era de asombro y su voz de alguien que trataba de entender.

“Lo lamento no se me permitía contarte y no te habría contado jamás, pero como me viste ayer… Supongo que mereces la verdad.”

“Supones que merezco la verdad… Tú… Tú…”- su voz seguía siendo la de alguien desconcertado.

“¿Estás bien?- pregunté volando hasta el junto a la cama- Si quieres, ¿puedo pedirle a Laila que te borre la memoria de ayer y de hoy? ¿Eso te parecería mejor?...”


Me miró y en sus ojos había una sombra de enojo en medio de mucho desconcierto.


“Borrar mi memoria?...”

“Si, es una característica vampírica, la capacidad de eliminar recuerdos, como en las películas… Carlo, lamento realmente que te hayan tomado ayer, lamento no haber sido capaz de proveer que ellos vendrían por ustedes, pero es que… Yo no esperaba que este fuera el resultado, trate por todos los medios de mantenerte al margen, pero tú quisiste venir a este viaje… Al final creí que era lo mejor, pero debí haberte dejado en Chile…”


Carlo me miraba fijamente estaba tomando una decisión, su seño semi fruncido, la postura que tenía estando sentado en la cama, estaba decidiendo algo, que yo no esperaba.


“Por eso es que siempre supiste que Maura era mi hija, aunque hubieras estado con Julián, él no podría tener hijos, por eso es que nunca lo he visto de día, por eso es que él nunca se alejó de nosotros y aunque me hubieras dado mil veces la misma explicación creo que es primera vez que la entiendo completamente, ‘Es complicado’… porque es complicada la verdad, ¿quién creería en vampiros en pleno siglo XX, quien? Solo alguien que los haya visto en acción… O sea tú y yo…”- su voz era de alivio, como si al fin todo encajara en el puzle de nuestras vidas, era casi de júbilo.

“Siempre he sido lo más franca posible contigo, pero había un límite para mi sinceridad, tal vez si hubieras sabido desde un principio porque era tan extraño conocerte, habrías hecho las cosas de otro modo, ¿pero como decirte que tu parecido con Julián era porque son familiares y que el lazo sanguíneo debe ser directo?, ¿Cómo decirte que es vampiro?, ¿Cómo contarte que fue él quien te acercó a mí?, ¿Cómo decirte que él se alejó de nosotros porque quiso que yo tuviera una vida normal una vez al menos, antes de morir?... ¿O cómo decirte que cuido de mí todas las noches desde que supo que me quedaba poco tiempo de vida?...”- cuando concluí de decir todo esto, sentí el pecho más liviano, el amor de Julián bueno o malo, había buscado que nos juntáramos y Carlo aunque extrañado comenzaba a poner en orden sus ideas, podía ver que sus pensamientos se ordenaban y que empezaba a entender porque había recibido los boletos del avión, porque Julián había desaparecido cuando él llegó y porque nunca pese a haber estado conmigo, Julián había actuado con rabia, odio o celos, Julián había provocado todo esto por mi…


‘Por ella- pensaba Carlo- todo lo hizo por ella… La ama más allá de sí mismo… Todo lo hizo por ella…’


Lo miraba esperando que dijera algo, pero no lo hizo, estaba perdido en sus conclusiones sobre nosotros tres, miré a Maura que aún dormía en mis brazos y fui a prepararle la mamadera, aunque en realidad no era necesario, bastaba con que la hubiera ‘pedido’ y la habría tenido en mis manos, pero necesitaba sentir que aún habían cosas cotidianas y mundanas en mi vida. Le di la leche y regresé a mi habitación donde Carlo seguía pensando y dándole vueltas a lo que Julián había sido capaz de hacer por mí.


Después de ver que no cambiaba de posición y que no hacía nada, fui a ver a Laila, quien estaba durmiendo en una habitación a oscuras en el primer piso, y no abrí las cortinas ni nada, porque Julián dormía junto a ella.


“Laila… Laila…despierta… -ella abrió los ojos- ¿Por qué no le borraste la memoria a Carlo?”

“Porque no me dejo hacerlo…”

“¿De qué me estás hablando?, ¿cómo que no te dejó?”- pregunté extrañada.


Laila se sentó en la cama, se veía algo soñolienta, cosa que me llamó la atención, nunca había visto a un vampiro con cara de cansancio.


“¿Qué hora es?”

“Con las siete y media,-respondí- ahora no me cambies el tema, dime ¿cómo es que no pudiste borrarle la memoria?”

“Aunque no lo creas para borrar la memoria de alguien ese alguien te tiene que dar permiso… No es difícil disuadir a un mortal, pero en el caso de Carlo, estaba tan shockeado, que no hubo caso, trate varias veces, tal vez hoy lo pueda conseguirlo.”

“Creo que hoy tampoco lo conseguirás.”

“¿De qué hablas?, ¿Qué pasó?”- dijo sentándose cómo maniquí rigida.

“Hoy le dije la verdad… - Laila me fulminó con la mirada- lo lamento, pero él se acordaba de todo, de todo lo que yo ni me acuerdo y cuando me preguntó… no pude evitar decirle lo que había pasado.”

“¿Cómo está?”

“Está sentado en la cama y solo piensa ‘todo lo hijo por ella’, ¿por qué?”

“Porque le acabas de dar la llave para que no pueda borrarle nunca más la memoria… Hay niña…”


Laila se levantó y me miró como quien mira a un bebé, luego subió a mi cuarto y yo detrás, después de mirar a los ojos a Carlo, quién enfocó sus ojos en mí nuevamente y supe que algo andaba mal, Carlo parecía en trance, pero Laila no dijo nada, solo lo miraba directo a los ojos y de pronto él pareció despertar, la miro a ella y luego a mí.


“Laila, ¿qué haces aquí?,- le dijo extrañado- ¿cuándo llegaste?”


La miré con reproche, ¿qué había hecho?... que Laila no entendía que un ser humano normal podía perfectamente guardar sus recuerdos, si le había borrado la memoria, ¿por qué no escuche que dijera o hiciera nada?

“Acabo de llegar Carlo, estábamos hablando y decidí venir a verte, dices que te pegaste en la cabeza?...”

“Yo no me he pegado -respondió y luego hizo un gesto de dolor- a verdad, me pegue en la cabeza hace un momento…”

“¿Y no te acuerdas que me abriste la puerta de habitación hace un momento?... Debiste haberte pegado bien fuerte… Pero ya vas a recordar todo… “-le dijo y se levantó mirándome con ojos muy serios.


Salimos hacia la cocina y Carlo se quedó sentado mirando el suelo.


“¿Cómo no te diste cuenta que colapsó?... El no soporto la información que le diste y colapsó…”

“No él- dije apuntando- estaba pensando…”

“Entiende, no todos los humanos son como tú, no todos resisten nuestra compañía sin volverse locos, tú has demostrado una capacidad enorme de entendimiento y te hace especial de alguna forma, ¿Lo entiendes?”


Yo nunca me sentí una persona especial, tal vez nunca terminaría de aceptar lo que Laila decía, pero ver a Carlo en un completo estado de trance me hacía cuestionarme lo que ella decía de mí y lo que entendía me parecía completamente extraño, irreal.


Carlo llegó a la cocina con expresión de cansancio, lo miré ir por un tazón, ponerle café y azúcar, sentarse en la mesa frente a nosotras y con un tono de voz grave preguntar:


“Laila, ¿por qué creí haberte visto ayer en ese lugar?”

“¿Quieres olvidar lo que pasó ayer en ese lugar?”- dijo por respuesta Laila en un tono suave, cariñoso, como el de una madre a su hijo.


Carlo la miró y sonrió, luego de tomar un poco de café siguió mirándola perdido en los ojos de Laila que ahora se veían de un tono de café pardo con un dejo de azul en el borde exterior, luego me miró a mí con la misma expresión, perdido en mis ojos y de pronto pude ver sus pensamientos como si fueran míos, pude estar en su lugar y me vi pelear con desconocidos, matando a varios, me vi gritar y patear, con fuerza y determinación, sentí su extrañeza, su orgullo, su pena y finalmente su miedo, miedo a mí, miedo a lo que soy miedo por ellos, él y su hija.  


Pasaron unos segundos, antes de que entendiera que tal vez lo que Laila decía, era lo correcto, miraba a Carlo y tenía claro que él ahora tenía miedo de mí, sabía que su vida nunca más sería como antes, pero sobre todo nunca más podría hacer las cosas como las hacía porque ahora había un antes y un después que lo hacían replantearse todo.


“No, la verdad no quiero olvidar, quiero entender.”-respondió en algún momento.

“Bien, te explicaré de modo que lo entiendas claramente.”


Le respondió Laila, acercándose y poniendo sus manos sobre su cabeza, él trato de evadirla pero luego de unos minutos, la dejo acercarse, ella solo poso sus manos en su cabeza y el cerro los ojos, mientras que los miraba trataba de imaginar qué estaría haciendo exactamente Laila, mi hija llamó mi atención, había terminado su mamadera y quería jugar porque tomaba mi pelo y lo tironeaba hacia ella.


Deje todo de lado, miré a mi hija y salí de la cocina, cruce el living y llegue a la piscina, donde me senté y comencé a jugar con ella, el día está radiante, debían ser entre las 8 y las 9 de la mañana, no hacía tanto calor como los otros días y me relajé jugando con mi hija.


Cuando Carlo salió a la piscina, no sabía qué esperar, Laila no estaba con él, no había gran cosa que decir y no sabía si había preferido olvidar todo o no, esperé a que el hablara, a que se acercara y cuando estuvo junto a mí, lo sentí distinto, me parecía un hombre diferente, un hombre interesante, en sus ojos brillaba una alegría única y un escalofrío me recorrió todo el cuerpo.


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