jueves, 18 de julio de 2013

Estas en mi vida (Parte 54)

Salir del caos, entrar al mundo real... veamos que pasara

Miré a Laila y todo tuvo sentido… todo, miré a Laila y una luz blanca me segó.

“No… no… no… no… no… noooooooooooooooooooo!!!”
“Despierta, despierta por favor… despierta…”- Laila hablaba pero la escuchaba a la distancia, tan lejos, tan suave, que no podía terminar de entender si era un recuerdo o era el presente… -“Despierta…despierta… despierta…”

Abril los ojos y la vi junto a mi, que había pasado?... Laila sonrió aliviada, donde estaba mi hija?, estaba acostada sobre mi cama, tapada con un poncho y por lo que alcanzaba a ver era medio día.

“Que pasó?”
“Te desmayaste.”
“Pero por qué?”
“Solo recuerdo que me miraste, dijiste Mercurio y luego nooooooo, y te desmayaste.”
“Mercurio?... algo estaba pensando en ese minuto, recuerdo que te había contado que había hablado con Carlo… estaba pensando que para ti es distinto y que probablemente no entenderías y que ustedes los vampiros no mantiene un equilibrio al amar, como Julián…”
“Pero que tiene eso que ver con Mercurio y porque gritaste no?... viste algo?... tuviste alguna visión?...”
“No, no fue una visión, hace días que tengo la sensación de que hay algo obvio que no he visto y he tratado de leer las predicciones buscándolo, pero no lo encontraba, y cunado pensé que ustedes los vampiros son bipolares para amar, entonces lo supe… pero no entiendo porque me desmaye?...”

Laila me miro y luego de cerrar los ojos hizo una de esas cosas que de verdad hubiera preferido no saber que podían hacer los vampiros, revisó todo mi organismo y cuando dio con el problema su rostro cambio.

“Laila cuantas veces te he dicho que antes de usar tus capacidades vampíricas, me comentes que vas a hacer antes?”
“Creo que no vas a alegar cuando te diga lo que te está pasando.”

La mirada de Laila se fue a la puerta de la pieza, mi hija entró con la mamadera en la boca y la cara marcada por la manta, Laila la tomo en brazos y la acunó.

“No hagas eso, no va a dormir en toda la noche, déjala…- Laila me miró con desconfianza y luego dejó a Maura en el suelo, después de dos segundos mi hija tomo sus juguetes y se subió a la cama a jugar con ellos.
“Quieres hablar frente a ella?”
“No veo porque no?, tiene dos años, no va a recordar nada de esto cuando sea adulta.”
“Bien, tu corazón está débil, tienes lo que se conoce como debilidad cardíaca, eso quiere decir que tu corazón no ha estado bombeando sangre correctamente a tu organismo, los síntomas en humanos son más notorios, en tu caso entre el hechizo de invitación y tu inmortalidad es probable que no se sea tan grave, pero trataré de encontrar un medio de ayudarte sin que necesites una operación.”

Mire a Laila y quería llorar, porque estaba fallando mi corazón?... porque?... cuando voy a tener una vida tranquila?... las lágrimas rondón por mi cara y mi expresión de tristeza se volvió amarga, mi boca torcida, pero mi hija no vio nada, Laila la distrajo y se la llevo a jugar al living mientras que yo desahogaba mi pena. Cuando me sentí más tranquila, fui con ellas.
La tarde fue larga, la noche llego con sus estrellas brillantes y las luces de la cuidad, el pasar más distanciado de los autos y aunque quería no fui capaz de decirle a Carlo lo que estaba pasando, como decirle que el tal vez era una certeza?, además había que admitir que Laila y sus conocimientos sobre hierbas, me creaban esperanzas de que todo estaría bien. La noche parecía eterna, la mañana esperando a Laila y anotando las conjeturas a las que había llegado después de mucho meditar sobre lo que podría venir, fue más tortuosa, sentía el pecho apretado y a ratos tenía que recordar respirar.


“Pronto llegará Laila, pronto.”- me repetía en voz alta.

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