La
mirada de mi hija estaba delatando que mi comportamiento era extraño, Laila
había tardado demasiado tiempo y era hora de hacer algo, las clases de Laila no
habían caído en saco roto, yo era capaz de idear algo para mí, algo para mis
síntomas al menos. Tomé a Maura en brazos y salimos, recorrí una par de cuadras
y llegamos al centro, unas calles más y estábamos en una tienda de hierbas que
era tan vieja como esta ciudad, la mujer rió de buena gana con los nombres que
le decía y a la vez que le decía algo, ella lo repetía en castellano con risa
en la voz, pagamos todo y salimos rumbo a casa, llevaba a la pequeña en brazos
y recordaba de tanto en tanto escuchar mi corazón, maura apoyaba su cabecita en
mi pecho y a ratos la miraba, estaba tan concentrada que no vi el auto, y lo
peor es que cuando me elevé del suelo cerca de dos metros y volví al suelo,
supe que había cometido un error, el error que me podría cobrar la vida.
“Carlo,
ven por mí!”- grité por el teléfono.
Unos
tres minutos más tarde Carlo estaba con nosotras, me rodio por los brazos y me llevo
hasta casa, no podía creer que hubiera roto el código de los vampiros y tampoco
lo que vi cuando esto sucedió, tres personas aparecieron de la nada y se
llevaron a los testigos, cinco inocentes que me vieron elevarme por el aire y
luego regresar dos pasos más allá, que harían con los testigos ahora?...
“Carlo,
no puedo creerlo… yo… y esa gente… -me había descontrolado- como era posible,
yo solo reaccione por instinto y ahora..”
“Si
no te camas, Maura se va a poner a llorar, por favor trata de respirar hondo.”
“Carlo
yo… yo…-miré sus ojos y trate de procesar mis emociones- yo me siento culpable,
a esas personas o las mataran o las hipnotizaran y a mí me van a venir a
buscar, ellos Carlo ahora tienen una prueba de que soy un peligro… y me lo van
a cobrar.”
“Porque
crees que te lo van a cobrar, acaso ellos son santos, que hay de las historias
de matanza de antaño, que hay de las cosas macabras que son capaces de hacer, y
que han tratado de cubrir con su halo de misticismo, que hay de eso?... tal vez
no vengan por ti…”
Los
tres golpes en la puerta y la inconfundible voz de Laila, nos sacaron de
nuestra discusión. La mirada de reproche y las palabras apuradas al entrar me
descolocaron, pero entendí todo un par de segundos después, Laila me había
hecho seguir, había creado un hechizo de realidad paralela que me seguía por
todos lados, algo similar a lo que había hecho en Colombia, pero este no era un
lugar específico sino que era para mí, así que tenía tres vampiros a quienes
había confiado su fórmula para estar al sol vigilándome, fueron ellos quienes tomaron
a los testigos y les borraron sus recuerdos, creándoles nuevos recuerdos. La
miré incrédula y luego la abrace.
“Porque
no me dijiste nada de esto antes?”
“Porque
ellos son… son mis hermanos.”
“Tus
que?”
Laila
me sentó en una silla y después de obligarme a respirar los llamó, los tres
aparecieron junto a ella.
“Mi
creador, creo además a otros tres vampiros, este es mi hermano mayor Deméter de
Grecia, mi hermana Odette de Francia y mi hermano menor Frederic de Cataluña.”
Los
tres vampiros sonrieron mientras ella hablaba e inclinaron la cabeza uno a uno
a modo de saludo, Frederic se acercó y preguntó si podía jugar con Maura, para
cuando Carlo había reacciono y entendido todo lo que Laila había hecho para cuidarme,
estaba sentado en la mesa de la cocina tomando una taza de té con azúcar (mucha
azúcar) y mirando como un muchacho de unos veinte años delgado cabellos
revueltos, pinta de inocente y muy atento, jugaba con nuestra hija de dos años
como si fueran grandes amigos frente a nosotros.
Odette
cocinaba algo después de que había sacado del refrigerador muchas cosas para
preparar la cena y Demeter sentado junto a Laila me explicaba que habían hecho
con los testigos.
“Solo
eliminamos el segundo en que saltaste, lo bueno de que fuera un reflejo
involuntario, es que fue muy rápido y no se necesitó crear una historia para
cubrir el espacio faltante en la línea de tiempo de sus memorias.”
“Estas
más tranquila?”
“Si,
algo… aun no puedo creer que rompí el código de ustedes, me siento mal por
eso…”
“Tranquila-
dijo Odette que picaba algo en una tabla- no eres ni la primera ni la última
persona que romperá el código, como crees que en las historias aún hay
recuerdos de las masacres de antaño?...”
“Gracias…”-
respondí mirando a Carlo que parpadeaba lentamente.
Laila
lo miro y sonrió.
“Sigues
tratando de acostumbrarte a nosotros. Estas seguro que quieres tener recuerdo
de esto?, ya sabes que solo necesitas pedirlo.”
“No,
si mi mujer puede con todo, yo debería ser capaz de poder entender…”
Si
mi mujer?... su mujer?... yo no soy mujer de nadie. Bueno si su pareja y madre
de su hija… pero no me he casado y no pertenezco a su propiedad emocional de
nadie, o por convivir hace más de un año uno pasa automáticamente a ser parte
intelectual de la vida de otro?.. Lo mire y trate de sonreír, en la cabeza
seguía mi debate interno sobre porque no me casaba con él y porque me había
molestado que dijera ‘mi mujer’.
La
tarde rodeada de vampiros y mi familia fue, después de todo, algo normal,
cuando Odette termino de cocinar, todos rodearon la mesa, no sé si se pondrían
de acuerdo o no, pero en dos segundos, sacaron los cubiertos, vasos, alguien
preparo un jugo y tenían todo listo para una cena contundente, pese a que
conociéndolos solo probarían una parte pequeña del plato mientras que nosotros
comerías una porción normal.
La
cena fue tan agradable que por algunos minutos Carlo olvido que eran vampiros y
le pregunto a Deméter que hacía para vivir, y aunque parezca divertido, él le
contó que era hijo de alfareros y que le gustaba la cerámica, que había
aprendido todo tipo de técnicas para hacer cerámica y porcelana y que aunque no
se dedicaba a eso ya, cuando tenía nostalgia, de ponía frente a su torno y
moldeaba jarrones, platos, tazas y otros objetos, que posteriormente vendía o
coleccionaba.
Maura
fue quien más llamaba la atención de los vampiros, primero porque no podían
acercarse normalmente a una niña tan pequeña y porque les recordaba la niñez,
algo tan lejano como increíble, podría decir que Frederic, sentía una simpatía
única por mi hija, y si hubiera podido quedarse la noche entera cuidándola,
aunque tal vez lo hizo del otro lado de esta realidad… Cuando fueron las diez y
treinta, Laila y sus hermanos se levantaron, dieron las gracias y se fueron. La
sensación de calma que había en mi casa perduro hasta que Carlo pregunto:
“Porque
habías salido hoy con Maura?”- en un tono serio pero despreocupado.
Porque
había salido con mi hija… por las hierbas que necesitaba para crear un líquido
o hechizo para mejorar mmi corazón… y poniéndome pálida me sostuve del borde
del mueble de la cocina.
Toda
la tarde rodeada de gente, toda la tarde pensando en otra cosa y no había
preguntado a Laila lo más importante, lo que me tenía realmente preocupada...
Como lo había olvidado?... me acerque a la bolsa de hierbas, la tome y miré el
contenido, había un hoja de papel doblada que no recordaba, la saque y leí
lentamente una lista de ingredientes, al final habían unos dibujos de un pote y
un par de indicaciones junto a este, ‘pon todo junto en el orden de la lista y
muele lentamente los ingredientes, luego tres dedos de agrega agua y bébelo”. Al
pie de la hoja el nombre de Laila escrito con letra cursiva y una estrella junto al el nombre.
Mire
a Carlo que todavía esperaba a que hablara o le contara porque había salido esa
tarde con Maura y sonreí simplemente mostrándole la bolsa. Cuando Carlo y Maura
estuvieron dormidos, volvía a la cocina
y comencé a preparar todo, Laila apareció a mi lado, le sonreí y sin decir nada
comenzamos a trabajar en el brebaje para volver más fuerte mi corazón.
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