Parte 55 - Sus hermanos
La mirada de mi hija estaba delatando que mi comportamiento era extraño, Laila había tardado demasiado tiempo y era hora de hacer algo, las clases de Laila no habían caído en saco roto, yo era capaz de idear algo para mí, algo para mis síntomas al menos. Tomé a Maura en brazos y salimos, recorrí una par de cuadras y llegamos al centro, unas calles más y estábamos en una tienda de hierbas que era tan vieja como esta ciudad, la mujer rió de buena gana con los nombres que le decía y a la vez que le decía algo, ella lo repetía en castellano con risa en la voz, pagamos todo y salimos rumbo a casa, llevaba a la pequeña en brazos y recordaba de tanto en tanto escuchar mi corazón, Maura apoyaba su cabecita en mi pecho y a ratos la miraba, estaba tan concentrada que no vi el auto, y lo peor es que cuando me elevé del suelo cerca de dos metros y volví al suelo, supe que había cometido un error, el error que me podría cobrar la vida.
“Carlo, ven por mí!”- grité por el teléfono.
Unos tres minutos más tarde Carlo estaba con nosotras, me rodeó por los brazos y me llevo hasta casa, no podía creer que hubiera roto el código de los vampiros y tampoco lo que vi cuando esto sucedió, tres personas aparecieron de la nada y se llevaron a los testigos, cinco inocentes que me vieron elevarse por el aire y luego regresar dos pasos más allá, ¿Qué harían con los testigos ahora?...
“Carlo, no puedo creerlo… Yo… Y esa gente… -me había descontrolado- ¿Cómo era posible, yo solo reaccioné por instinto… y ahora?..”
“Si no te camas, Maura se va a poner a llorar, por favor trata de respirar hondo.”
“Carlo yo… Yo…-miré sus ojos y trate de procesar mis emociones- Me siento culpable, a esas personas o las mataran o las hipnotizarán y a mí me van a venir a buscar, ellos Carlo ahora tienen una prueba de que soy un peligro para la comunidad de Vampiros… Y me lo van a cobrar.”
“¿Por qué crees que te lo van a cobrar, acaso ellos son santos?, ¿Qué hay de las historias de matanza de antaño?, ¿Qué hay de las cosas macabras que son capaces de hacer, y que han tratado de cubrir con su halo de misticismo?, qué hay de eso?... tal vez no vengan por ti…”
Los tres golpes en la puerta y la inconfundible voz de Laila, nos sacaron de nuestra discusión. La mirada de reproche y las palabras apuradas al entrar me descolocaron, pero entendí todo un par de segundos después, Laila me había hecho seguir, había creado un hechizo de realidad paralela que me seguía por todos lados, algo similar a lo que había hecho en Colombia, pero este no era un lugar específico sino que era para mí, así que tenía tres vampiros a quienes había confiado su fórmula para estar al sol vigilándome, fueron ellos quienes tomaron a los testigos y les borraron sus recuerdos, creándoles nuevos recuerdos.
La miré incrédula y luego la abrace.
“¿Por qué no me dijiste nada de esto antes?”
“Porque ellos son… son mis hermanos.”
“¿Tus que?”
Laila me sentó en una silla y después de obligarme a respirar los llamó, los tres aparecieron junto a ella.
“Mi creador, creó además a otros tres vampiros, a ellos los llamamos hermanos. Este es mi hermano mayor Deméter de Grecia, mi hermana Odette de Francia y mi hermano menor Frederic de Cataluña.”
Los tres vampiros sonrieron mientras ella hablaba e inclinaron la cabeza uno a uno a modo de saludo, Frederic se acercó y preguntó si podía jugar con Maura, para cuando Carlo había reaccionó y entendido todo lo que Laila había hecho para cuidarme, estaba sentado en la mesa de la cocina tomando una taza de té con azúcar (mucha azúcar) y mirando como un muchacho de unos veinte años delgado cabellos revueltos, con pinta de inocente y muy atento, jugaba con nuestra hija de casi tres años como si fueran grandes amigos frente a nosotros.
Odette cocinaba algo después de que había sacado del refrigerador muchas cosas para preparar la cena y Demeter sentado junto a Laila me explicaban que habían hecho con los testigos.
“Solo eliminamos el segundo en que saltaste, lo bueno de que fuera un reflejo involuntario, es que fue muy rápido y no se necesitó crear una historia para cubrir el espacio faltante en la línea de tiempo de sus memorias.”
“¿Estás más tranquila?”
“Si, algo… Aun no puedo creer que rompí el código de ustedes, me siento mal por eso…”
“Tranquila- dijo Odette que picaba algo en una tabla-, no eres ni la primera ni la última persona que romperá el código, ¿Cómo crees que en las historias aún hay recuerdos de las masacres de antaño?...”
“Gracias…”- respondí mirando a Carlo que parpadeaba lentamente.
Laila lo miró y sonrió.
“Sigues tratando de acostumbrarse a nosotros. Estás seguro que quieres tener recuerdo de esto?, ya sabes que solo necesitas puedes pedirlo.”
“No, si mi mujer puede con todo, yo debería ser capaz de poder entender…”
Si mi mujer?... ¿Su mujer?... Yo no soy mujer de nadie. Bueno si, su pareja y madre de su hija… Pero no me he casado y no pertenezco a su propiedad emocional de nadie, ¿o por convivir hace más de un año uno pasa automáticamente a ser parte intelectual de la vida de otro?.. Lo mire y trate de sonreír, en la cabeza seguía mi debate interno sobre porque no me casaba con él y porque me había molestado que dijera ‘mi mujer’.
La tarde rodeada de vampiros y mi familia fue, después de todo, algo normal. Cuando Odette termino de cocinar, todos rodearon la mesa, no sé si se pondrían de acuerdo o no, pero en dos segundos, sacaron los cubiertos, vasos, alguien preparó un jugo y tenían todo listo para una cena contundente, pese a que conociéndolos solo probarían una parte pequeña del plato mientras que nosotros comerías una porción normal, la mesa se veía llena de cosas ricas.
La cena fue tan agradable que por algunos minutos Carlo olvido que eran vampiros y le pregunto a Deméter que hacía para vivir y aunque parezca divertido, él le contó que era hijo de alfareros y que le gustaba la cerámica, que había aprendido todo tipo de técnicas para hacer cerámica y porcelana y que aunque no se dedicaba a eso ya, cuando tenía nostalgia, de ponía frente a su torno y moldeaba jarrones, platos, tazas y otros objetos, que posteriormente vendía o coleccionaba.
Maura fue quien más llamaba la atención de los vampiros, primero porque no podían acercarse normalmente a una niña tan pequeña y porque les recordaba la niñez, algo tan lejano como increíble, podría decir que Frederic, sentía una simpatía única por mi hija y si hubiera podido quedarse la noche entera cuidándola lo habría hecho, aunque tal vez lo hizo del otro lado de esta realidad… Cuando eran las diez y treinta, Laila y sus hermanos se levantaron, dieron las gracias y se fueron. La sensación de calma que había en mi casa perduró hasta que Carlo pregunto:
“¿Por qué habías salido hoy con Maura?”- en un tono serio pero despreocupado.
Porque había salido con mi hija… por las hierbas que necesitaba para crear un líquido o hechizo para mejorar mi corazón… y poniéndose pálida me sostuve del borde del mueble de la cocina.
Toda la tarde rodeada de gente, toda la tarde pensando en otra cosa y no había preguntado a Laila lo más importante, lo que me tenía realmente preocupada... ¿Cómo lo había olvidado?... Me acerque a la bolsa de hierbas, la tomé y miré el contenido, había un hoja de papel doblada que no recordaba haber dejado en la bolsa, la saque y leí lentamente una lista de ingredientes, al final había unos dibujos de un pote y un par de indicaciones junto a este, ‘pon todo junto en el orden de la lista y muele lentamente los ingredientes, luego tres dedos de agrega agua y bébelo”. Al pie de la hoja el nombre de Laila escrito con letra cursiva y una estrella junto al su nombre.
Miré a Carlo que todavía esperaba a que hablara o le contara porque había salido esa tarde con Maura y sonreí simplemente mostrándole la bolsa. Cuando Carlo y Maura estuvieron dormidos, volví a la cocina y comencé a preparar todo, Laila apareció a mi lado, le sonreí y sin decir nada comenzamos a trabajar en el brebaje para volver más fuerte mi corazón.
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