Esa
mañana retome la pintura, me preocupe de pedirle ayuda a Viviana, para que
viera a Maura durante el día, no le di grandes explicaciones, no fue necesario,
hacía una semana que habíamos regresado a Chile, hace una semana que había
despedido a Julián y hace solo dos días habíamos ido a casa de mis padres a dar
la noticia de que Carlo y yo estábamos juntos.
Como
era de suponer mi madre estaba más que feliz, mi padre acepto la decisión
aunque en privado me pregunto si era lo que realmente quería y Viviana la
cuestiono de principio a fin, no solo porque era lo que ella menos esperaba,
sino que porque para mi hermana el que yo regresara con Carlo tenia directa
relación con que Julián hubiera desaparecido del mapa y mi hermana tenía miedo
de que si el regresaba a mi vida todo se revolviera otra vez. No le di
detalles, hace tiempo que aprendí a callar lo que ella no debía saber, pero si
le dije que el viaje a Colombia nos había unido con Carlo y de alguna manera
era una verdad a medias, así que se la creyó.
En
fin, esa mañana la llamé y cuando paso por Maura, me despedí de mi hija con
algo de pena y un inevitable sentimiento de egoísmo, pero necesitaba sacar de
mi cabeza las imágenes que tenía, así que comencé a pintar trazando líneas sin
tener idea de que estaba haciendo, dejando que mi mano guiara el lápiz y
después el pincel, esa tarde al regresar a casa, Carlo me vio pintando y no
dijo nada, sé que Viviana regreso con Maura, porque algo escuche a lo lejos y
más tarde la vería en su cuna, pero no tome atención, estaba en un trance que
me dominaba.
Cuando
Carlo vino por mí, no tome atención, solo me preocupaba la luz… la luz y sombra
de lo que estaba pintando. Fui por algo de comer y luego me fui a ver la tela
con una taza de té en las manos, no podía creer lo que había pintado, pero no
hice nada, solo tome otra tela y seguí haciendo lo mismo que con la primera y
cuando terminé esta deben haber sido las nueve de la noche, peor no sabía de
qué día o cuánto tiempo había pasado pintando, fui al baño y note que estaba la
casa en silencio, salí y vi a Carlo durmiendo sobre la cama, lo ayude a
despertarse y a meterse en la cama, luego fui por Maura, mi hija dormía
profundamente, cuando tome mi teléfono móvil mire la fecha solo habían pasado
dos horas… volví a la sala donde estaba todo revuelto con mis cosas, y ordené
un poco, después miré las telas y no pude evitar sonreír, era igual que la
primera vez, estaba describiendo mi vida en escenas que me parecían
trascendentales y estaba en una Carlo y en la otra Julián… para un extraño, no
había como saber quién estaba en la tela, pero yo sabía perfectamente quien era
quien.
Volví
a la cama y me acomodé junto a Carlo, nuestra vida juntos era como la de antes,
él se preocupaba de llegar con algún detalle todo los días, y yo le escuchaba
las historias de la oficina, comíamos conversando y la única diferencia es que
ahora nos acompañaba Maura que se solía quedar dormida escuchándonos hablar.
La
mañana siguiente, ordene todo y dejé todo listo para la noche, tome mi teléfono
y puse las alarmas para darle la comida a Maura y poder pintar, fue extraño
como mi hija no molesto casi nada, y terminé otras tres telas antes de que
llegara Carlo, cuando el llego nos sentamos a comer en la cocina y hablamos de
su día, después de cambiar a Maura y dejarla durmiendo en su cuna, Carlo me
abrazo y sentí su deseo despertar el mío.
Pasaría
una semana, un mes y casi medio año antes de que empezar a sentirme realmente
la pareja de Carlo, tenía la inevitable sensación de que esto era reciente,
demasiado reciente como para aceptar que me llamara su pareja y sin embargo nos
comportábamos como una. Carlo llego a llamarme, en más de una ocasión su
esposa, cuando necesito presentarme a alguien importante y yo respondía con una
sonrisa, no necesitaba el anillo de diamantes o la boda, por eso cuando casi un
año más tarde apareció con un anillo de diamantes, no entendí cuál era el
escándalo.
“Porque
no usas el anillo que te di?”
“Carlo
yo no uso anillos, no es nada en contra del que me diste.”
“Pero
podrías usarlo, te vas a acostumbrar…”
“Si
lo mancho con oleo no te va a gustar tampoco, además siempre que salimos me lo
pongo, no veo cual es el problema…”
Pero
era claro que había un problema, y es que en algún rincón de mi cerebro estaba
escondida la esperanza de que Julián vuelva y no sabía que haría si eso
sucedía. La mañana que cumplía un año desde que él se había ido, Laila me
visito.
“Cómo
estás?”- le dije con una taza de café en la mano, sentada frente a ella en la
cocina de mi casa.
“Yo…-respondió
mi amiga vampira con los ojos de un tono de verde que irradiaba calma-, he
estado bien. Te extrañaba, así que quería verte.”
Maura
entro corriendo a la cocina con su oso en las manos y riendo, la sonrisa de mi
hija me llenada el corazón de alegría y con una mirada de curiosidad se acercó
a Laila, dejo su ojos sobre sus piernas y le estiro los brazos.
“Upa…
Upa… -dijo mi hija y Laila la miro con los ojos llenos de orgullo.
“Upa
quiere decir que la tomes en brazos.” -le dije a Laila que no hacía nada solo
la miraba.
“Quieres
que te tome en brazos pequeña Maura?”- dijo Laila con una nota de alegría en su
voz.
Mi
hija respondió que sí y Laila la tomo en brazos. La cara de mujer de mundo de
Laila, fue remplazada por una de alegría genuina, sus facciones se suavizaron y
en ese instante me di cuenta que ella amaría a mi hija y la protegería siempre.
“Bueno
como esta Julián?”- dije disfrutando de la escena.
“Él
está mejor, aún no se recupera del todo, pero está bien, sigue en España, no ha
querido volver a Chile, pero hay que darle tiempo. Veo que Carlo y tú no se han
casado todavía. Puedo preguntar ¿por qué?”
“No
lo sé, la verdad es que no hay nada que nos apremie… supongo que lo estamos de algún
modo…”
Laila
me miro con sus ojos llenos de preguntas, pero no dijo nada, pasamos la mañana jugando
con Maura y para el medio día Laila me pregunto si le daba permiso para
descansar en mí, la miré recordando la época en que dormía todos los días en mi
casa, sonreí y la lleve al cuarto de Maura, cerré las cortinas y la dejamos
descansar.
Mi
hija estaba encantada con esta ‘tía’ nueva, le fascinaba la voz clara y los
ojos que cambian de color, jugo y pinto mientras que yo pintaba un óleo, había
tratado de terminarlo hace días, peor algo me devolvía a retocar o repasar un rincón
y otro, esa mañana lo iba a guardar pero termine pintándolo, cuando la alarma
de mi celular sonó, era hora del almuerzo y mientras me sacaba el óleo de las
manos recordé el anillo de Carlo y me lo puse, era un anillo de diamante con
dos hileras de brillantes y un gran diamante en el medio.
Almorzamos
jugando a los aviones, y cuando terminé de darle la comida, se quedó dormida,
así que la lleve a mi pieza donde la deje sobre la cama y me fui a lavar los
platos. Laila despertó cuando estaba cocinando algo para mi almuerzo, traía una
expresión de sueño que me dio risa.
“Bueno
ahora que estamos solas, quiero saber la verdad- dijo mirando mi anillo- porque
no se han casado, ya tiene una hija, viven juntos, que los detiene para
formalizar el compromiso…. Sé que a tu madre le encantaría la fiesta y toda la
parte formal de la historia…”
La
miré y sonreí, no tenía excusa, vivíamos hace un año juntos, nos llevábamos bien
en todo aspecto, y la verdad no veía el problema…
“Laila,
nunca he sabido las razones para casarme, tampoco se las razones para soparme,
pero no veo el punto, somos felices, que más quieres que te diga…”
“La
verdad, que aun esperas que Julián regrese, y que no te atreves a dar ese paso,
porque cerrarías las puerta a Julián y su posible regreso…- dijo en un tono
serio y algo molesta.
No
veía que tenia de malo esperar a que Julián egresara, aunque no se lo pensaba admitir.
Después de servir los platos de comida y ponerlos sobre la mesa la miré a los
ojos otra vez, le debía la vida y no podía olvidarlo, pero no quería decirle
esa verdad, porque no era toda la verdad, era solo una parte, una parte dentro
de un gran cuadro… y cuando pensé esto me levanté y fui al living a ver mi
cuadro… solo una parte…
Laila
me siguió y cuando miro la escena, se tapó la boca, ocultando una expresión de
sorpresa.
“Ese
es Julián?- dijo apuntando a una de las figuras- y ese es Carlo?, quien es ese?”-
apunto a la tercera figura, la que había comenzado a trazar esta mañana.
“No
lo sé”- respondí.
Mirando
la escena, era una calle rodeada de edificios, Carlo y Julián estaban frente a
frente, en medio yo con Maura en brazos, pero la posición de ambos parecía que
se querían acercar a nosotras y no podían, sobre nosotros en una ventana un
figura miraba lanzando una especie de escudo que impedía que ellos llegaran
hasta nosotras.
“Llevo
varios días pintándola, he tratado de terminarla, peros siempre aparece algún detalle,
y ahora que dijiste eso de los detalles, creo que entiendo, que esta escena no
ha ocurrido y es probable que pueda ocurrir.- dije mostrándole otros cuados
donde habían escenas que ya habían ocurrido.
Laila
se quedó esa tarde cuidando de Maura, mientras yo pintaba, cuando llegó Carlo
ella se fue, pero regresaría al día siguiente, al parecer esta necesidad
compulsiva por pintar era otro de los regalos de la ‘Invitación’ y podía significar
que ahora predecía el futuro.
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