viernes, 12 de julio de 2013

Estas en mi vida (Parte 52)

Salir del caos, entrar al mundo real... veamos que pasara

Parte 52 - Avanzando

Esa mañana retome la pintura, me preocupe de pedirle ayuda a Viviana, para que viera a Maura durante el día, no le di grandes explicaciones, no fue necesario, hacía tres semana que habíamos regresado a Chile y había despedido a Julián, hace solo dos días habíamos ido a casa de mis padres a dar la noticia de que Carlo y yo estábamos juntos.


Como era de suponer mi mamá estaba más que feliz, mi papá aceptó la decisión aunque en privado me pregunto si era lo que realmente quería y Viviana la cuestionó de principio a fin, no solo porque era lo que ella menos esperaba, sino que porque para mi hermana el que yo regresara con Carlo tenía directa relación con que Julián hubiera desaparecido del mapa y mi hermana tenía miedo de que si él regresaba a mi vida todo se revolviera otra vez. La verdad es que no le di detalles, hace tiempo que aprendí a callar lo que ella no debía saber, sí le dije que el viaje a Colombia nos había unido con Carlo y esta era sin duda la única verdad a medias que podía decirle y efectivamente fue cuando ella creyó finalmente que Carlo sería el compañero que escogía para mi vida.


En fin, esa mañana la llamé y cuando paso por Maura, me despedí de mi hija con algo de pena y un inevitable sentimiento de egoísmo, pero necesitaba sacar de mi cabeza las imágenes que tenía, así que comencé a pintar trazando líneas sin tener idea de que estaba haciendo, dejando que mi mano guiará el lápiz y después el pincel, esa tarde al regresar a casa, Carlo me vio pintando y no dijo nada, sé que Viviana regreso con Maura, porque algo escuche a lo lejos y más tarde la vería en su cuna, pero no tome atención, estaba en un trance que me dominaba.


Cuando Carlo vino por mí, no tomé atención, solo me preocupaba la luz… La luz y sombra de lo que estaba pintando. Fui por algo de comer y luego me fui a ver la tela con una taza de té en las manos, no podía creer lo que había pintado, pero no hice nada, solo tome otra tela y seguí haciendo lo mismo que con la primera y cuando terminé esta deben haber sido las nueve de la noche, pero no sabía de qué día o cuánto tiempo había pasado pintando, fui al baño y note que estaba la casa en silencio, salí y vi a Carlo durmiendo sobre la cama, lo ayude a despertarse y meterse en la cama, luego fui por Maura, mi hija dormía profundamente, cuando tomé mi teléfono móvil mire la fecha solo habían pasado dos horas… Volví a la sala donde estaba todo revuelto con mis cosas, ordené un poco, después miré las telas y no pude evitar sonreír, era igual que la primera vez, estaba describiendo mi vida en escenas que me parecían trascendentales y estaba en una Carlo y en la otra Julián… Para un extraño, no había cómo saber quién estaba en la tela, pero yo sabía perfectamente quien era quien.


Volví a la cama y me acomodé junto a Carlo, nuestra vida juntos era como la del principio, él se preocupaba de llegar con algún detalle todo los días y yo le escuchaba las historias de la oficina, comíamos conversando y la única diferencia es que ahora nos acompañaba Maura que se solía quedar dormida escuchándonos hablar y ahora lo miraba con deseo, me alegraba con sus chistes y sentía su interés por mí como una mezcla de alegría, placer y júbilo, mi corazón latía más rápido o percibía su mirada a mi espalda y volteaba a verlo mirarme con amor.


La mañana siguiente, ordene todo y dejé todo listo para la noche, tome mi teléfono y puse las alarmas para darle la comida a Maura y poder pintar, fue extraño como mi hija no molesto casi nada y terminé otras tres telas antes de que llegara Carlo, cuando él llegó nos sentamos a comer en la cocina y hablamos de su día, después de cambiar a Maura y dejarla durmiendo en su cuna, Carlo me abrazó y sentí su deseo despertar el mío.


Pasaría una semana, un mes y casi medio año antes de empezar a sentirme realmente la pareja de Carlo, tenía la inevitable sensación de que esto era reciente, demasiado reciente como para aceptar que me llamara su pareja y sin embargo nos comportábamos como una. Carlo llegó a llamarme, en más de una ocasión su esposa, cuando necesito presentarme a alguien importante y yo respondía con una sonrisa, no necesitaba el anillo de diamantes o la boda, por eso cuando casi un año más tarde apareció con un anillo de diamantes, no entendí cuál era el escándalo.


“¿Por qué no usas el anillo que te di?”

“Carlo yo no uso anillos en general, no es nada en contra del que me diste.”

“Pero podrías usarlo, te vas a acostumbrar…”

“Si lo mancho con oleo no te va a gustar tampoco, además siempre que salimos me lo pongo, no veo cual es el problema…”


Pero era claro que había un problema, y es que en algún rincón de mi cerebro estaba escondida la esperanza de que Julián vuelva y no sabía qué haría si eso sucedía. La mañana que cumplía dos años desde que él se había ido, Laila me visitó.


“¿Cómo estás?”- le dije con una taza de café en la mano, sentada frente a ella en la cocina de mi casa.

“Yo…-respondió mi amiga vampira con los ojos de un tono de verde que irradiaba calma-, he estado bien. Te extrañaba, así que quería verte.”


Maura entró corriendo a la cocina con su oso en las manos y riendo, la sonrisa de mi hija me llenaba el corazón de alegría y con una mirada de curiosidad se acercó a Laila, dejó su oso sobre sus piernas y le estiró los brazos.


“Upa!… Upa!… -dijo mi hija y Laila la miró con los ojos llenos de orgullo.

“ ‘Upa!’, ¿quiere decir que la tomes en brazos? ".” -le dije a Laila que no hacía nada más que miraba.

“¿Quieres que te tome en brazos pequeña Maura?”- dijo Laila con una nota de alegría en su voz.


Mi hija respondió que sí y Laila la tomó en brazos. La cara de mujer de mundo de Laila, fue reemplazada por una de alegría genuina, sus facciones se suavizaron y en ese instante me di cuenta que ella amaría a mi hija y la protegería siempre.


“Bueno, ¿Cómo está Julián?”- dije disfrutando de la escena.

“Él está mejor, aún no se recupera del todo, pero está bien, sigue en España, no ha querido volver a Chile, pero hay que darle tiempo. Veo que Carlo y tú, no se han casado todavía. Puedo preguntar ¿Por qué?”

“No lo sé, la verdad es que no hay nada que nos apremie… supongo que lo estamos de algún modo…”


Laila me miró con sus ojos llenos de preguntas, parecía genuinamente desconcertada, pero no dijo nada, pasamos la mañana jugando con Maura y para el medio día Laila me pregunto si le daba permiso para descansar en mí casa, la miré recordando la época en que dormía todos los días en mi casa, sonreí y la lleve al cuarto de Maura, cerré las cortinas y la dejamos descansar.


Mi hija estaba encantada con esta ‘tía’ nueva, le fascinaba la voz clara y los ojos que cambian de color, jugo y pinto mientras que yo pintaba un óleo, había tratado de terminarlo hace días, pero algo me devolvía a retocar o repasar un rincón y otro, esa mañana lo iba a guardar pero termine pintándolo, cuando la alarma de mi celular sonó, era hora del almuerzo y mientras me sacaba el óleo de las manos recordé el anillo de Carlo y me lo puse, era un anillo de diamante con dos hileras de brillantes y un gran diamante en el medio.


Almorzamos jugando a los aviones con Maura y cuando terminé de darle la comida, se quedó dormida, así que la lleve a mi pieza donde la deje sobre la cama y me fui a lavar los platos. Laila despertó cuando estaba cocinando algo para mi almuerzo, traía una expresión de sueño que me dio risa.


“Bueno ahora que estamos solas, quiero saber la verdad- dijo mirando mi anillo- porque no se han casado, ya tienen una hija, viven juntos, que los detiene para formalizar el compromiso…. Sé que a tu madre le encantaría la fiesta y toda la parte formal de la historia…”


La miré y sonreí, no tenía excusa, vivíamos hace dos años juntos, nos llevábamos bien en todo aspecto y la verdad no veía el problema…


“Laila, nunca he sabido las razones para casarme, tampoco sé las razones para separarme en realidad, pero no veo el punto, somos felices, qué más quieres que te diga…”

“Dime la verdad, que aún esperas que Julián regrese y que no te atreves a dar ese paso, porque cerrarías las puerta a Julián y su posible regreso a tu vida…”- dijo en un tono serio y algo molesta.


No veía que tenía de malo esperar a que Julián regresara, aunque no se lo pensaba admitir tampoco. Después de servir los platos de comida y ponerlos sobre la mesa la miré a los ojos otra vez, le debía la vida y no podía olvidarlo en mi conciencia estaba eso, aún así no quería decirle esa verdad simplemente, porque no era toda la verdad, era solo una parte, una parte dentro de un gran cuadro… Y fue cuando pensé esto que me levanté y fui al living a ver mi cuadro… ‘Solo una parte… de un cuadro’


Laila me siguió y cuando miro la escena, se tapó la boca, ocultando una expresión de sorpresa.


“Ese es Julián?- dijo apuntando a una de las figuras- y ese es… ¿Carlo?, ¿Quién es ese?”- apunto a la tercera figura, la que había comenzado a trazar esta mañana.

“No lo sé”- respondí.


Mirando la escena, era una calle rodeada de edificios, no cualquier calle de Valparaíso, porque aquí cada calle tiene una casa con figuras o estatuas que la hace destacar, pero era una calle que yo conocía… Carlo y Julián estaban frente a frente, en medio yo con Maura en brazos, pero la posición de ambos parecía que se querían acercar a nosotras y no podían, sobre nosotros en una ventana un figura miraba lanzando una especie de escudo que impedía que ellos llegaran hasta nosotras.


“Llevo varios días pintando esta escena, he tratado de terminarla, mas siempre aparece algún detalle, y ahora qué dijiste eso de los detalles, creo que en mi cerebro se procesó la información que faltaba y entiendo que esta escena no ha ocurrido todavía y es probable que pueda ocurrir.”- dije mostrándole otros cuados donde habían escenas que ya habían ocurrido.


Laila se quedó esa tarde cuidando de Maura, mientras yo pintaba, cuando llegó Carlo ella se fue dando un saludo amable pero no dando tiempo a Carlo de decirle nada más, dijo algo como ‘Nos vemos mañana’.


Por lo que entendía, al parecer esta necesidad compulsiva por pintar era otro de los regalos de la ‘Invitación’ y podría significar que ahora predecía el futuro o podría canalizarlo a través de la pintura. Carlo no supo si estar feliz o no con esta noticia cuando le contaba lo que había pasado mientras cenábamos, sólo trató de mantener la calma, en su mente los recuerdos del viaje a Colombia le provocaba una gran preocupación, pero también sabía que Laila podría ayudarnos a salir bien librados de todo este nuevo problema.

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