Sería mi propia conciencia… No lo sé, tenía la cabeza hecha
un lía, mi hijo tiene que entrar al colegio y no puedo evitar verlo tan pequeño
que me da miedo… la suma de sucesos de este mes no era tan positiva como
esperaba, entre ser madre y ser mujer había un puente que a veces estaba más
bloqueado de lo que yo quisiera por mi horario, por las responsabilidades de
ser madre soltera y por mí misma… admitir esto fue lo más fuerte y esa tarde no
pude evitar preguntarme que rayos estaba haciendo mal.
Me quedé en blanco, mi hijo dormía, él no había llegado y no
podía evitar tener la cabeza en blanco… así que cociné, para variar algo
elaborado que tomara todo mi tiempo libre y me quitara la sensación de que algo
me molestaba, dulce de membrillo, son tres horas mínimo hacer un kilo de dulce
de membrillo, y en ese tiempo podría fraguar mis ideas y sacar a la luz lo que me
estaba molestando, porque en un análisis simple no lo encontraba.
Pelear con los membrillos fue mucho más simple que la pelea
que se armó con él, en parte porque el problema con los membrillos es que mi
cuchillo no tiene filo y no me duele ni me cuestiona mi vida el tener un
cuchillo sin filo, pero una relación con él deja preguntas que no tiene respuestas e incertidumbres...
Si me lo preguntas hoy, no, yo no habría peleado con él, la
discusión no tenía sentido, ambos nos pusimos a la defensiva y ambos nos
defendimos desde nuestros puestos hasta que dijo esa frase que me desarmo… “la
última persona que me dijo ‘Te Quiero’ me hizo mierda la vida”… por descontado
que no era yo, pero si esa herida esta aún vigente que tan real es lo que
siente por mí? Qué tan dispuesto está a estar con migo? Y que tan válido es lo
que estamos viviendo?, soy su relación de revancha?... pánico… ira… rabia… y de
vuelta a la realidad encerrada en el baño lloraba, pero él no me quiso dejar
sola, alguien entiende eso?
La gran mayoría de las minas lloran en el pecho del macho,
yo lloro sola hasta que se me pasa, me levanto y sigo caminando, así que lo que
duele se va suavizando y cuando vuelvo al lado de la otra persona suelo tener
una decisión tomada, pero él no me dejo sola, enredando mi cabeza con las cosas
que no sé cómo aceptar de él y las que si… finalmente logre controlar mi
emocionalidad para hablar, bajar la guardia y en serio decirle lo que me estaba
pasando desde la mañana … dejamos claro que lo que decía de nosotros no tenía
relación con la otra relación, lo que en realidad decía él era que tenía miedo
a confiar y que eso era lo más complicado para él, confiar en mi… y claro eso
dolió de un modo distinto, porque es más fácil aceptar que el otro quiere
confiar pese a tener miedo, que a sentirme la relación de revancha y quizá todo
lo que dijimos no dejaba las cosas más claras, las dejaba distintas y con eso
podría dormir.
Al día siguiente me levante y supe que tenía miedo y que por
ridículo que sonar estaba insegura de nosotros, y que eso era lo que me había
estado molestando durante todo el fin de semana, no tener seguridad en
nosotros, junto con el amable hecho de que mi hijo estaba preguntando por él y
que quería verlo o quería estar con él, porque se está encariñando y me
pregunto si es bueno que esto suceda cuando no tenemos ni siquiera una relación
real. Así que mientras me peinaba, volví sobre mis pasos y me di cuenta que
toda la discusión que había iniciado era por lo demás innecesaria, que habría
bastado con que hubiera dejado que todo decantara para saber que me estaba
afectando.
Tenía vergüenza… de lo inmadura y poco coherente que había
sido mi comportamiento y no quise hablarle, no quise buscarlo, no quise
llamarlo en todo el día. A eso de las diez estaba acostada durmiendo y cuando
llamo a las once le conteste medio dormida que pasara a verme, así que lo
recibí, seguía con vergüenza, seguía con la sensación de que me había portado
como una niñita y no como mujer… finalmente el hablo para mi sorpresa, el momento
más complejo para él fue haberme causado el llanto, para mí le dije cuando el
desarmo su juego, era la vergüenza de haber dicho lo que dije después de
largarme a llorar.
Hablamos mucho, hablamos de nosotros, de lo que no estaba
bien, de lo que nos afectaba, de mi inseguridad y de pronto me sentí más
tranquila, incluso más cerca de él que antes… en fin, las ideas claras, las
acciones a desarrollar decididas, todo volvió a la calma… y volvía a tener
ganas de él, ganas de nuestro mundo, que todavía está en construcción a
preguntarme como más serán las cosas más adelante, a soñar.
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