martes, 30 de julio de 2013

La primera discución

Sería mi propia conciencia… No lo sé, tenía la cabeza hecha un lía, mi hijo tiene que entrar al colegio y no puedo evitar verlo tan pequeño que me da miedo… la suma de sucesos de este mes no era tan positiva como esperaba, entre ser madre y ser mujer había un puente que a veces estaba más bloqueado de lo que yo quisiera por mi horario, por las responsabilidades de ser madre soltera y por mí misma… admitir esto fue lo más fuerte y esa tarde no pude evitar preguntarme que rayos estaba haciendo mal.
Me quedé en blanco, mi hijo dormía, él no había llegado y no podía evitar tener la cabeza en blanco… así que cociné, para variar algo elaborado que tomara todo mi tiempo libre y me quitara la sensación de que algo me molestaba, dulce de membrillo, son tres horas mínimo hacer un kilo de dulce de membrillo, y en ese tiempo podría fraguar mis ideas y sacar a la luz lo que me estaba molestando, porque en un análisis simple no lo encontraba.
Pelear con los membrillos fue mucho más simple que la pelea que se armó con él, en parte porque el problema con los membrillos es que mi cuchillo no tiene filo y no me duele ni me cuestiona mi vida el tener un cuchillo sin filo, pero una relación con él deja preguntas que no tiene respuestas e incertidumbres...
Si me lo preguntas hoy, no, yo no habría peleado con él, la discusión no tenía sentido, ambos nos pusimos a la defensiva y ambos nos defendimos desde nuestros puestos hasta que dijo esa frase que me desarmo… “la última persona que me dijo ‘Te Quiero’ me hizo mierda la vida”… por descontado que no era yo, pero si esa herida esta aún vigente que tan real es lo que siente por mí? Qué tan dispuesto está a estar con migo? Y que tan válido es lo que estamos viviendo?, soy su relación de revancha?... pánico… ira… rabia… y de vuelta a la realidad encerrada en el baño lloraba, pero él no me quiso dejar sola, alguien entiende eso?
La gran mayoría de las minas lloran en el pecho del macho, yo lloro sola hasta que se me pasa, me levanto y sigo caminando, así que lo que duele se va suavizando y cuando vuelvo al lado de la otra persona suelo tener una decisión tomada, pero él no me dejo sola, enredando mi cabeza con las cosas que no sé cómo aceptar de él y las que si… finalmente logre controlar mi emocionalidad para hablar, bajar la guardia y en serio decirle lo que me estaba pasando desde la mañana … dejamos claro que lo que decía de nosotros no tenía relación con la otra relación, lo que en realidad decía él era que tenía miedo a confiar y que eso era lo más complicado para él, confiar en mi… y claro eso dolió de un modo distinto, porque es más fácil aceptar que el otro quiere confiar pese a tener miedo, que a sentirme la relación de revancha y quizá todo lo que dijimos no dejaba las cosas más claras, las dejaba distintas y con eso podría dormir.
Al día siguiente me levante y supe que tenía miedo y que por ridículo que sonar estaba insegura de nosotros, y que eso era lo que me había estado molestando durante todo el fin de semana, no tener seguridad en nosotros, junto con el amable hecho de que mi hijo estaba preguntando por él y que quería verlo o quería estar con él, porque se está encariñando y me pregunto si es bueno que esto suceda cuando no tenemos ni siquiera una relación real. Así que mientras me peinaba, volví sobre mis pasos y me di cuenta que toda la discusión que había iniciado era por lo demás innecesaria, que habría bastado con que hubiera dejado que todo decantara para saber que me estaba afectando.
Tenía vergüenza… de lo inmadura y poco coherente que había sido mi comportamiento y no quise hablarle, no quise buscarlo, no quise llamarlo en todo el día. A eso de las diez estaba acostada durmiendo y cuando llamo a las once le conteste medio dormida que pasara a verme, así que lo recibí, seguía con vergüenza, seguía con la sensación de que me había portado como una niñita y no como mujer… finalmente el hablo para mi sorpresa, el momento más complejo para él fue haberme causado el llanto, para mí le dije cuando el desarmo su juego, era la vergüenza de haber dicho lo que dije después de largarme a llorar.

Hablamos mucho, hablamos de nosotros, de lo que no estaba bien, de lo que nos afectaba, de mi inseguridad y de pronto me sentí más tranquila, incluso más cerca de él que antes… en fin, las ideas claras, las acciones a desarrollar decididas, todo volvió a la calma… y volvía a tener ganas de él, ganas de nuestro mundo, que todavía está en construcción a preguntarme como más serán las cosas más adelante, a soñar.

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