Parte 46 - El otro lado.
Cuando vi a Laila hincar sus colmillos en la bolsa de sangre no me dio un leve movimiento en el estómago, era la primera vez que la veía comer sangre delante mío, siempre se comportaba como una vampiro civilizada, pero llevaba dos días despierta enseñadme un universo de cosas que francamente me hacían sentir en una dimensión desconocida, durante el día habíamos tenido que trabajar dentro de la casa, porque si bien Laila podía estar levantada de día sin ser afectada por el sol, el segundo día sin dormir para ella había sido extraño, diría que agotador quizá y no quise arriesgarme a verla arder en el sol o lo que quiera que suceda cuando un vampiro es alcanzado la luz del sol, que sí ese tema tampoco se habla con gente que no pertenezca a la comunidad de vampiros.
“Laila tus ojos están… ¿Sangrando?”
“No es nada, tranquila es el efecto de la sangre, hace mucho que no tomaba sangre de este modo. Si estuviera más caliente tal vez no me verías reaccionar así.”
“Lo lamento no se me ocurrió…”
“Es raro que digas eso, no creo que se te ocurra tener bolsas de sangre para las visitas”-respondió riendo.
Era cierto, nunca pensé en estos 4 años compartiendo con vampiros en tener sangre, me había tocado ver a uno comer pero era comida normal y a Julían beber de mí… Esto en un libro de ciencia ficción sería menos raro que en una cocina amplia con sillas de madera y colores pastel. Si, siempre había leído del apetito voraz, de la sed insaciable y allí tenía a Laila, tomando sangre de una vaca muerta, como quien toma un vaso de jugo para refrescarse… Era extraña la escena.
“Bien, quiero que recuerdes que tienes tres intentos antes de que el vampiro se acostumbre a tus movimientos y pueda devolverte el golpe… -Laila retomó la lección lúcida y como si hubiera descansado toda la noche su energía recuperado completamente, era increíble, pero yo… Bueno, yo si comenzaba a necesitar descansar, y en eso… Paf! Un golpe certero en el estómago, me boto al suelo…
“Lo lamento, ¿estás bien?”
“Si solo algo agotada, creo que necesito descansar.”
“Bien, en dos horas más retomaremos la lección de lucha”.
“Gracias.”
Laila estaba extrañada, desde que me había transformado en inmortal no era común que estuviera cansada, pero tampoco que trasnochar tres días seguidos. Después de que apoyé la cabeza en la almohada no supe más de mí y de pronto abrí los ojos de par en par y estaba completamente despierta… ¿Qué hora será?... mire mi reloj habían pasado solo veinte minutos, pero no necesité más…
“Laila, estoy lista.”- dije en un susurro y ella comenzó otra vez con la serie de golpes que debía esquivar, hasta que sus movimientos fueron tan rápidos que tuve que adivinar donde podría darme y acerté a la gran mayoría de ellos.
“Estas mejorando.”- dijo orgullosa.
No pude evitar sonreír abiertamente. La lección duró hasta entrada la mañana, Carlo despertó y pasó junto a nosotras sin vernos, vio la nota que había dejado en la mesa de la entrada y puso mala cara, Maura despertaría en unos minutos, a veces me abismaba saber que estaba allí y que no podía acercarme, Laila había hecho un conjunto que dividía la habitación en dos sectores uno para humanos y otro para vampiros, él podía pasear por todos lados y nunca se toparía con nosotras, porque estábamos en “otra dimensión” o ese es el modo más simple que explicar el tema, porque lo de bolsillo de realidad abría la puerta a temas de física cuántica que no sé ni cómo partir explicando.
Terminamos de practicar la lucha y comenzamos a hacer ejercicios de elongación, Laila decía que tal vez no podría responder a un vampiro una pelea justa, pero debía ser capaz de esquivar los golpes y para eso necesitaba ser más elástica y tener movimientos más ‘fluidos’, aunque nunca termine de entender cómo pretendía que hiciera tal cosa.
A la noche estábamos en la cocina y salimos de la ‘otra dimensión’, quise ver a mi hija y acostarla, estaba vestida con un traje elegante y tenía el cabello recogido en un moño, tenía la mirada baja, no quería ver el rostro enojado de Carlo, que se esforzaba por entender cómo aparecía y desaparecía todo el día.
“Hola,- dije cuando lo vi entrar a la cocina donde yo tomaba un vaso de agua- “Si tengo que tomar un café más en el día me va a dar taquicardia.- dije para llenar su silencio, pero él no dijo nada.
Pasó junto a mí y se apoyó en el mesón, luego de una rato me miró a los ojos.
“¿Por qué no me dijiste que mi tarea sería ser niñera de Maura?”
“Porque no tenía ni idea de que demoraría tanto tiempo en resolver el tema que me estaba pidiendo Laila.”
“Vine para estar contigo.”- dijo resuelto sin ánimo de enojo, más bien como si estuviera cansado de pelear con su conciencia por pensarlo.
“Viniste porque querías estar conmigo… ¿Y qué quieres que haga?, yo vine a solucionar un tema de Laila, que creí demoraría un par de días y ha terminado siendo una semana...- si tan solo supiera que hay detrás de todo esto… ¿Entendería?- Carlo… lamento que pases el día solo, te prometo que volveremos a Chile este fin de semana, mañana me confirman el vuelo de regreso.”
Carlo me miró con el rostro serio, estaba extrañado, pero no dijo nada más, solo se limitó a mirarme mientras yo tomaba agua como si fuera el mejor elixir del universo. De pronto recordé que no había visto a Julián desde la última prueba, pero no tenía razón para alarmarse aún…
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